Omar fue diagnosticado con el virus en el año 2000. A sus 56 años, presenta serios problemas de salud, los cuales le impiden trabajar. Muestra actualmente una seria inflamación en la pierna derecha, que le imposibilita moverse. Se queja de que en todo este tiempo, el Estado le ha brindado una pésima atención. Los alimentos que le dan a manera de dieta, son prácticamente una miseria. La vivienda que habita es de maderas podridas, y se mantiene en pie a duras penas. La casa muestra la extrema miseria en la que vive el matrimonio, y para colmo de males, rodeados de aguas albañales, procedentes de edificaciones colindantes, las cuales carecen de tuberías sanitarias.
Lidia Esther Mederos se queja del mal trabajo de los médicos. Explica que su esposo lleva un buen tiempo indispuesto, y como no puede cargarlo, ni tiene dinero para pagar un auto de alquiler, no ha podido llevarlo al hospital.
‘’El médico de la familia no se ha parado en la puerta ni para comprobar si estamos vivos o muertos’’, dice.
Mederos refiere que para arreglar su vivienda el Estado había destinado cierta cantidad de dinero, la cual fue puesta en manos del delegado del Poder Popular de la zona. El dinero nunca lo vieron, y tampoco la ayuda. “Eso sí, la casa del delegado se edificó con todas las de la ley”, asegura.
Omar y Ester solo piden vivir con dignidad, y no en la precariedad y desgracia que los envuelve. “Ya es bastante con la enfermedad que padecemos’’, dicen.
Para Cuba actualidad: kikitodiaz53@gmail.com
Foto: Enrique Díaz Rodríguez
Omar Pedroso Acosta y Lidia Esther Mederos Ramos
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