martes, 31 de marzo de 2015

¡O tumbas el ranchón, o lo tumbamos nosotros!


Escombros y desechos amontonados y recursos propios perdidos, se ven donde antes se levantaban techos de guano, paredes de madera y ladrillo, lavaderos, tendederas, ventanas, mesas y sillas

Patios demolidos (foto del autor)
Patios demolidos (foto del autor)
LA HABANA, Cuba. -En la calle Primera y 236, donde estuvo enclavada hace mucho tiempo la Sociedad, o Club de Blancos, de Jaimanitas, existe hoy una ciudadela, compuesta por decenas de pequeños apartamentos, que aprovecharon el espacio trasero que le quedaba hasta el mar, para levantar sobre el diente de perro ranchones para diferentes fines.
Además de convertirse en uno de los sitios más pintorescos de Jaimanitas, estas extensiones de las viviendas, o patios, servían a los habitantes de la ciudadela para lavar y tender la ropa, para que jugaran los niños, celebrar cumpleaños, o como sitio de descanso y esparcimiento, pero sobre todo como muro de contención para aliviar las penetraciones del mar, tan comunes en esta parte de la ensenada de Jaimanitas. Sin embargo los inspectores de la Dirección Municipal de Vivienda se presentaron hace poco en el lugar y dieron 72 horas para demolerlos todos, o recibirían una multa de dos mil pesos, además de la demolición forzosa.
Como no había pasado ningún ciclón arrollador recientemente por Cuba, ni conocía aún la historia, cuando pasé hoy por el lugar me asombré de ver un sitio tan hermoso vuelto de pronto ruinas. Me acerqué a preguntar a una mujer que cogía agua de una pila y me contó que no era producto de ningún huracán, ni de un terremoto.
¨Los culpables son los directivos de Vivienda. Argumentaron que habíamos levantado construcciones ilegales en la franja costera. En la duna, fue como dijeron. Nos quitaron de golpe dónde lavar y tender, donde descansar, nos quitaron la contención para contrarrestar un poco el agua de las inundaciones, y ahora mira, parece que por aquí pasó un vendaval¨.
Escombros y desechos amontonados y recursos propios perdidos, se ven donde antes se levantaban techos de guano, paredes de madera y ladrillo, lavaderos, tendederas, ventanas, mesas y sillas.
¨Todos los vecinos demolimos sin chistar, porque, ¿de dónde vamos a sacar dos mil pesos? De todas formas iban a demoler. La gente está molesta, pero no protesta. Originalmente esto fue la antigua sociedad. Cuando triunfó la revolución lo convirtieron en cuartel. Luego lo entregaron como viviendas para militares y convirtieron los salones de baile en apartamentos, pero ya ninguno de ellos viven aquí, se han muerto o han permutado. Ahora esto es una ciudadela, sin patios. Teníamos uno natural, pero resultó ser la duna, yo tenía entendido que la duna era en la arena, no en el diente de perro. A las casas no nos llega el agua, tenemos que salir afuera a cogerla en las pilas bajas. Aquí el estado destruye, pero no arregla nada. Te doy estos datos pero no pongas mi nombre. Tú sabes por qué.”
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ACERCA DEL AUTOR

Frank Correa
Frank Correa
Frank Correa, Guantánamo, 1963. Narrador, poeta y periodista independiente. Ha ganado los concursos de cuento Regino E. Boti, Ernest Hemingway y Tomás Savigñón, todos en 1991. Ha publicado el libro de cuentos La elección beilycorrea@yahoo.es

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