jueves, 30 de abril de 2015

El proteccionismo estatal contrajo una enfermedad terminal



374_Fidelcastro1978Cuba actualidad, Capdevila, Boyeros, La Habana, (PD) Uno de los rasgos que caracterizaron el gobierno de Fidel Castro fue su naturaleza populista e igualitaria.
La mayoría de los servicios que se brindaban a la población, como la educación, la salud, la seguridad y asistencia social, la cultura y el deporte, eran gratuitos.
De igual forma, los alimentos básicos de la canasta familiar, las medicinas, el agua, la electricidad, el pago del alquiler, los servicios telefónicos, el pago de la trasportación pública, la radio y la televisión, todo era subsidiado por el Estado cubano.
Debido al alivio que significaba para el bolsillo de los trabajadores la política de gratuidades y subsidios del gobierno, los salarios alcanzaban para hacerle frente a otros problemas menos perentorios.
En sus largos discursos, Fidel Castro se esforzaba para que los que lo apoyaban se percataran de su preocupación de que ellos no pasaran necesidades.
Fidel Castro nunca vaciló en recurrir a los métodos más despiadados con el fin de silenciar al costo que fuera necesario, cualquier disenso u oposición contra su personal estilo de gobierno. Lo único que siempre le interesó fue que sus criterios prevalecieran. Sus órdenes las hacía cumplir sin miramientos.
Para que sus designios se cumplieran, Fidel Castro se valía del Partido Comunista, el parlamento y el gobierno, a los cuales nunca tuvo en cuenta, pero los utilizaba para que se ocuparan de dar una imagen que escondiera la naturaleza antidemocrática y dictatorial del régimen.
El sistema igualitario y la política de subsidios a cambio del apoyo político del pueblo recibió un golpe mortal con la desintegración de la Unión Soviética, que provocó que desapareciera de un día para otro el caudal de miles de millones de dólares que los gobernantes del Kremlin le concedían a Cuba a cambio de su conversión en un portaviones a 90 millas de los Estados Unidos.
Con la excepción de la salud, la seguridad y asistencia social, la educación y el subsidio de los productos de la canasta básica, las demás actividades, como la cultura, el deporte y determinados servicios, empezaron a pagarse.
Cientos de miles de trabajadores quedaron cesantes debido que sus centros laborales, al no disponer de los recursos y las materias primas que llegaban de los desaparecidos países socialistas y la desintegrada Unión Soviética, no hubo otro camino que cerrarlos definitivamente.
Fidel Castro, para salvar su régimen, impuso el llamado “Periodo Especial en tiempo de paz”, con el cual se redujeron de manera drástica las asignaciones presupuestarias que garantizaban las gratuidades y subsidios a un elevado número de actividades.
Tal fue la debacle económica que no quedó otra salida que disolver cientos de empresas agrícolas, cuyas tierras y recursos se asignaron en usufructo perpetuo a los integrantes de las nuevas formas de explotación agrícola, las “Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC).
Fidel Castro se vio obligado a autorizar contra su voluntad los pequeños negocios privados, que eran la bestia negra de su particular e improductivo sistema socialista.
Tan pronto como en 1999 Hugo Chávez asumió como presidente de Venezuela, se produjo un acelerado acercamiento entre Caracas y La Habana. Como resultado de la identificación política e ideológica de Chavez y Fidel Castro, ambos mandatarios firmaron diversos convenios de colaboración y asistencia recíproca que se materializaron con la compra de miles de barriles diarios de petróleo venezolano que el gobierno de Chavez le vendía a precio subsidiado.
A costa prácticamente de la desaparición de los servicios primarios de salud en Cuba, comenzó la exportación hacia Venezuela de miles de médicos y paramédicos cubanos, lo que representó el ingreso de miles de millones de dólares con los cuales Fidel Castro salvó a su dictadura y reactivó su política voluntarista, reflejada nuevamente en las gratuidades y subsidios.
Cuando Fidel Castro se percató de que en las arcas del Estado cubano había suficiente dinero, comenzó aplicar un desmesurado estatismo. Redujo a su mínima expresión la presencia de empresas extranjeras radicadas en Cuba, y prácticamente hizo desaparecer los pequeños negocios privados. Tales medidas las justificó con la aplicación de su demencial versión de la Revolución Cultural de Mao Tse Tung: la Batalla de Ideas.
Fidel Castro, el 31 de julio de 2006, anunció que renunciaba por razones de enfermedad y traspasaba el bastón de mando a su vicepresidente, el General Raúl Castro, sin que mediara una sesión extraordinaria del parlamento, que era el único autorizado, de acuerdo al artículo 94 de la Constitución de la República, para aprobar dicha renuncia y autorizar el nombramiento provisional del nuevo presidente hasta las próxima elecciones, algo que el renunciante nunca tuvo en cuenta.
En una pantomima parlamentaria realizada el 24 de febrero de 2008, los diputados unánimemente eligieron a Raúl Castro como presidente. Fue reelegido con los mismos procedimientos en la farsa electoral del año 2013. En ninguna de las dos ocasiones Raúl Castro presentó su programa de gobierno.
Aunque no se ha dicho oficialmente, dicho programa, de acuerdo al titular de Economía y Planificación, Marino Murillo Jorge, está contenido de manera bastante general en los 313 Lineamientos Económicos aprobados en el VI Congreso del Partido Comunista.
El gobierno de Raúl Castro, en sus dos mandatos, se ha caracterizado por la aplicación una despiadada política de ajuste económico, que se ha materializado en el acelerado desmonte de toda la política de gratuidades y subsidios que aplicó Fidel Castro.
Estos ajustes han provocado la miseria y la precariedad creciente de la población cubana.
Dicha política de ajuste de Raúl Castro está dirigida a detener y superar -sin que lo haya logrado hasta el momento- el desastre en que dejó la economía su predecesor.
Raúl Castro no ha vacilado en ponen fin de manera gradual pero indetenible, a todo lo que tiene que ver con las gratuidades, con la excepción de la salud y la educación. Ha suprimido los subsidios a un elevado número de productos, muchos de ellos de primera necesidad, que la población compraba a precios relativamente bajos.
Esta salvaje política de eliminación de gratuidades y de subsidios, que ha sido aplicada de manera despiadada en los seis años que llevan en el poder los actuales gobernantes, cobra mayor dramatismo porque no ha resuelto los problemas que más afectan el estándar de vida de la población.
No hay señal alguna de que vayan a subir los salarios a los trabajadores, que se han estancado en el equivalente a 18 dólares mensuales.
Los trabajadores, con ese poco dinero, solo tienen la posibilidad de adquirir por la libreta de abastecimientos los pocos alimentos subsidiados, que solo les alcanzan -cuando más- para comer 10 días. Para terminar el mes, tienen que salir a buscar como sea el dinero para poder malcomer los restantes días del mes.
El otro problema que se refleja en la creciente precariedad de la población es la doble circulación monetaria, vigente desde el 13 de agosto de 1993. Los cubanos solo podían comprar en las Tiendas de Recuperación de Divisas (TRD) en dólares, cuando su salario es en pesos cubanos. Hará ya un año que estas tiendas ya venden en las dos monedas, al canje de un dólar por 25 pesos, es decir que todo sigue igual, pero el precio de los artículos en estos establecimientos todavía mantiene de manera arbitraria la tasa del 240% sobre su precio minorista original.
Un elevado por ciento de la población necesita reparar y construir sus viviendas, que por los muchos años de falta de mantenimiento, están en muy mal estado o presentan peligro de derrumbe.
Todos aquellos que acuden a los establecimientos que venden materiales de construcción, se percatan de que los precios son de mercado, que ninguno está subsidiado. Un saco de cemento, por ejemplo, cuesta 4 dólares. A aquellos cuyo salario no rebasa los 20 dólares mensuales les resulta bastante difícil adquirirlos.
La población se queja de los altos precios de los productos de la agricultura. Con los míseros salarios que devengan la mayoría de los trabajadores, no pueden garantizar las compras de los alimentos liberados en la red minorista en dólares y pesos cubanos, lo que indica que la situación es insostenible, debido a la indetenible la subida de los precios.
La producción de viandas y hortalizas en el año 2014 ascendió a 4 020 900 toneladas, 171 000 toneladas de carne de cerdo y se acopiaron 497 100 000 litros de leche. Las mayores producciones fueron reportadas por las cooperativas agropecuarias, los campesinos y usufructuarios de tierra, que en conjunto alcanzaron el 85,9% del total de lo producido. O sea, fueron las formas de propiedad no estatal en la agricultura las que produjeron las mayores cantidades de alimentos.
Los precios continúan cada día más elevados, porque los productores se quejan de que los insumos que necesitan para garantizar sus cosechas tienen que comprarlos a altos precios en las tiendas del Ministerio de Comercio Interior (MINCIN) y en los 147 centros comerciales administrados por el Grupo Empresarial de Logística del Ministerio de la Agricultura.
Los desproporcionados precios de los insumos sirven de justificación a los cooperativistas, los campesinos y los usufructuarios de tierra, para argumentar que no les queda otra salida que comercializar sus cosechas a altos precios para poder tener un margen de ganancia. Luego del mucho dinero invertido para lograr sus cosechas, rebajar los precios les acarrearía grandes pérdidas.
El gobierno cubano no acaba de aplicar, como las circunstancia lo exigen, una política de subsidios a los productores agrícolas, como en muchos países. Es esa y no otra la causa de los altos precios en que se ofertan en el mercado minorista los productos del agro. El principal responsable de que esto ocurra son las autoridades, que contemplan indiferentes como las familias se ven obligadas a pagar los prohibitivos precios en que se venden estos alimentos.
Foto: Fidel Castro Wikipedia
Para Cuba actualidad: origenesmadiba@gmail.com

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