Este hombre, a quien no tendría yo jamás por maestro, es peligroso, sus comentarios enaltecen a la comunidad homofóbica
LA HABANA, Cuba – Hace unos días me enteré de la existencia de Noel Manzanares Blanco, un camagüeyano que ahora anda por Angola, y que es profesor de Teoría Socio-Política en la Universidad de Camagüey, y miembro del Consejo de las Ciencias Sociales y Humanistas del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, y además presidente del área de Historia, Cultura e Identidad en el programa territorial de Ciencias Sociales y Humanísticas, y como si todo eso fuera poco, el hombre es secretario de la Casa de Altos Estudios Don Fernando Ortiz en su filial camagüeyana. Aunque no aparezca en su ficha, lo supongo militante del Partido. Este señor de tantos títulos que agobian, de tantas responsabilidades que aturden, ha estado publicando en algunos sitios sus libelos homofóbicos, el último de ellos: “Cuba: ‘nueva’ de la comunidad LGTBI, ¿y la otredad?”, apareció en un sitio de la izquierda española que decidió retirarlo después de las protestas de algunos miembros de la comunidad homosexual cubana.
En ese artículo este señor muestra su preocupación por la existencia de “Mi cayito”, un breve pedazo de mar y arena en medio de la enorme extensión de las playas del este. Este profesor supone que podría estar emergiendo una segregación en nuestro país, pero su inquietud nada tiene que ver con los segregados; su desvelo está más cerca de la suerte que pueden correr los heterosexuales que sueñen con disfrutar de las bondades de ese pedacito de playa. Quizá tenga algo de razón, creo que es segregacionista el hecho de tener una playa gay; una mínima playa, no una playa colosal… Creo, y con mucha fuerza, que sería mejor para los homosexuales llegar, sin esconder sus preferencias, a cualquier playa, a cualquier sitio, y expresarse libremente. Sueño con una playa donde Noel acaricie a su esposa muy cerca del lugar donde se besan un Pedro y un José que celebran su luna de miel. Me encantaría creer que algún día, mientras el profe Manzanares pase la lista en su aula universitaria y mencione el nombre de Carlos Pérez, responda con un levísimo y perfumado: ¡presente!, un estudiante con el pelo largo y teñido de rubio, con los labios untados de fucsia, que luce unos pendientes bajando desde sus orejas hasta los hombros descubiertos. Advierto que esto puede ser un poco cursi, pero ¡qué bueno! si el joven estudiante cree que así está cumpliendo con sus esencias…
Me encantaría escuchar la respuesta del profesor de Teoría sociopolítica a la pregunta de Carlos Pérez. Imaginemos que aquel muchacho que toma hormonas femeninas y sueña con llamarse Carla, quiere escribir un trabajo de diploma donde indague sobre las UMAP. Si el muchacho quisiera revisar la más variada bibliografía, encuestar a los segregados, reivindicar a sus semejantes, ¿qué diría el profe Noel Manzanares? ¿Qué bibliografía recomendará? ¿Qué literatura de ficción propondrá a su alumno(a)? ¿Será capaz de enumerar algunas de las tantísimas novelas, obras de teatro y cuentos que fueron censurados porque simplemente sugerían una relación amorosa entre dos hombres? ¿Hablaría de la triste vida que tocó vivir a un montón de artistas y escritores homosexuales? ¿Recomendaría ver Conducta impropia? ¿Qué dirá esté profesor sobre Reinaldo Arenas? ¿Cómo explicará el ostracismo de Virgilio Piñera y de tantos otros? ¿Llamará segregacionismo a la hostilidad a la que fueron sometidos ese Virgilio y también los otros? ¿Qué va a decir Manzanares de los homosexuales asesinados por esa condición? ¿Cómo explicar aquellas depuraciones en la Universidad? ¡La universidad es para los revolucionarios!, se escuchó decir con fuerza en aquellos horribles años. ¿Qué dirá el camagüeyano sobre los muchachos amanerados que ocupaban una silla en las aulas universitarias? Yo recuerdo a uno que era brillante en sus saberes, pero el destello de sus ademanes lo condenó. Aquel joven fue expulsado de la universidad por homosexual. Hace unos días una amiga me comentó que hasta hoy nadie le conoció un amante de su propio sexo. ¿Dirá que es un reprimido? Sería bueno conocer sus opiniones sobre los que, en medio del desespero, atentaron contra sus vidas, de aquellos que lo consiguieron y ya no están entre nosotros. ¿Sería capaz este señor de hablar en clase de esos suicidios y de sus causas? ¿Mencionará al joven que termina sobre el asfalto después de lanzarse desde lo más elevado de un edificio enorme? ¿Qué nos dirá del SIDA?
Debíamos enterarlo de que lugares como “Mi cayito” propician la conversación sincera, el coqueteo, el enamoramiento. El rechazo de los heterosexuales, de la policía, lleva al escondrijo y al encuentro furtivo. Quien no tiene un sitio seguro ni pareja, se arriesga en lugar inhóspito y peligroso, y allí responde a su naturaleza y se queda desnudo, se enreda con el cuerpo de su semejante sin que medien palabras. ¿Cuántos enfermaron por estas prácticas?, las que por cierto no censuro. ¿Sabrá cuántos tuvieron que conformarse con los sucios urinarios de un cine o de una terminal de ómnibus? ¿Pensará el profe que es una suerte que en esta ciudad casi no haya cines?
Me gustaría saber lo que es para este académico el segregacionismo. Él se pregunta si pueden ir los heterosexuales a “Mi cayito”. Creo que pueden. ¡Que vayan!, y que respeten como han tenido que respetar los homosexuales en los espacios de los heterosexuales, que es toda la isla. Este hombre irrespetuoso y homófobo, debe saber lo que es el rechazo, porque su piel es negra como el carbón, y en Cuba hay racismo, muchísimo. Y que no nos achaque la responsabilidad del envejecimiento de la población cubana, como parece hacer con un razonamiento, nazista casi, cuando asegura que una cosa es el combate a la homofobia y otra son los atentados a la reproducción de la especie humana. ¡Horror! Si esto no parece salido de la boquita de Hitler, que alguien me explique qué significa. Este hombre, a quien no tendría yo jamás por maestro, es peligroso, sus comentarios enaltecen a la comunidad homofóbica y ya sabemos que son muchos los homosexuales muertos en Cuba, asesinados. Imagina usted a uno de esos perpetradores leyendo a Noel Manzanares Blanco. ¿Cuántas justificaciones encontraría en sus discursos el asesino de aquel Yosvani que fuera lapidado en Pinar del Rio? ¿Cuánta razón encontraría el más reciente de los asesinos, aquel que dejó sin vida a un homosexual en Villa Clara? ¿Cuánta justificación encontrarán las autoridades policiales que aún no encontraron al asesino de mi amigo, el escritor Alberto Yañez?
Para terminar, porque leerlo me hace mucho daño, me gustaría hacerle saber que a ratos me vuelvo intolerante, y que ese bigote enorme e insalubre vistiéndole todo el labio superior, no me gusta ni un poquito…
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