sábado, 5 de marzo de 2016

La dura tarea…


… de comer pan suave. Aglomeraciones durante las madrugadas. Esto no ocurría meses atrás 

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Cola del pan en Cuba
Cola del pan en Cuba
LA HABANA, Cuba.- Hace unos días, en las afueras de la panadería ubicada a una cuadra del apartamento donde vivo, en el capitalino municipio de la Habana Vieja, llegar al mostrador de la misma fue una odisea.
Entre discusiones, amenazas de trifulcas, críticas a la dependiente por la venta de considerables cantidades de pan a algunos usuarios que lo revenden y la presencia de vagabundos, borrachos y personas de la tercera edad, transcurrió la espera de más de 90 minutos.
Esta situación, cada vez más frecuente, ha provocado aglomeraciones durante las madrugadas, que es cuando se vende este tipo de pan. Esto no ocurría meses atrás.
Un salto en la demanda sin que se hayan producido aumentos en la producción explica el surgimiento de este fenómeno que apunta a prolongarse por tiempo indefinido.
“Como si tengo que estar aquí hasta que amanezca. Mis nietos no pueden irse sin merienda para la escuela”, me dijo un anciano, enfermo de cáncer y al cuidado de dos niños huérfanos de padre. El próximo mes de abril se cumple el primer aniversario de la muerte del que era esposo de su hija.
A aquél joven de 33 años le tocó llevar la peor parte en un altercado que se produjo en su centro de trabajo por una simple discusión. La disputa tuvo como detonante varios kilogramos de pollos congelados que se elaboraban para el almuerzo.
“Ay, mi hijo, ¿hasta cuándo será esto? Esta miseria nos está matando en vida”, agregó el anciano, que vive en una cuartería de la calle San Isidro junto a su hija, enferma de los nervios, los dos nietos y su esposa postrada.
A pesar de los malos ratos, pocos se rinden. El pan suave es el refuerzo por excelencia. El producto para mitigar el hambre que afecta a los sectores de la población, que dependen de sus magros salarios o pensiones y no reciben remesas del extranjero.
“Es verdad que algunas veces parece una goma, pero es preferible al de flauta. Ese te pone el cielo de boca y las encías en candela. Parece que te estas comiendo una lija”, dijo una mujer, cuya tesis fue refutada por un joven.
“Oiga mi tía. Yo prefiero el duro. Me llena más y me sale más económico. Aquí hay que comer lo que sea. El asunto es llenarse la panza”.
Los citados trajines de la supervivencia cuentan con innumerables réplicas por todo el país. El empeoramiento de la crisis es algo que se da por descontado en lo que resta del 2016. Así lo creen, muchos de los que formaban parte del tumulto.
Allí me quedé. Al llegar al mostrador y a expensas de irme con las manos vacías, pues el usuario que iba delante se hartó de comprar, la joven me despachó con desgano para acto seguido anunciar que quedaban solo 40 en las esteras acabadas de salir del horno.
Al momento se desataron las protestas y un borracho, después de beber un largo trago de su ron barato almacenado dentro de un pequeño recipiente de cristal, lanzó al aire una palabrota impronunciable.
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ACERCA DEL AUTOR

Jorge Olivera Castillo

Jorge Olivera Castillo

Jorge Olivera Castillo. Ciudad de la Habana, 1961. Periodista, escritor, poeta y editor de televisión. Durante 10 años trabajó como editor en la televisión cubana (1983-1993). A partir de 1993 comienza su labor en las filas de la disidencia hasta hoy. De 1993 a 1995 como secretario de divulgación y propaganda del sindicato independiente Confederación de Trabajadores Democráticos de Cuba (CTDC). A partir de 1995 labora como periodista independiente. Fue director de la agencia de prensa independiente Habana Press, de 1999 hasta el 2003. El Instituto Lech Walesa publicó en 2010 su libro de poemas Cenizas alumbradas en edición bilingüe (polaco-español). También en el 2010 la editorial Galén, publica en edición bilingüe (francés y español), su libro de poemas En cuerpo y alma, editado en el 2008 por el Pen Club checo.

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