Martí, el apóstol se prepara para empuñar el machete mambí.
“Yo invoqué la guerra; mi responsabilidad comienza con ella en vez de acabar. Para mí la patria no será nunca triunfo sino agonía y deber. Ya arde la sangre. Ahora hay que dar respeto y sentido humano y amable al sacrificio, hay que hacer viable e inexpugnable a la guerra; si ella me manda, conforme a mi deseo único, quedarme, me quedo en ella; si me mandan clavándome el alma, irme lejos de los que mueren como yo sabría morir, también tendré ese valor…
Yo alzaré al mundo. Pero mi único deseo sería pegarme allí, al último tronco, al último peleador: morir callado. Para mí ya es hora.”
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