viernes, 18 de abril de 2025

Estimado Faisel:

Estimado Faisel:

Recibe un cordial saludo y mi más sincero agradecimiento por compartir conmigo tu escrito dirigido al Dr.

Dagoberto Valdés, titulado *"Vindicación de Agramonte y Martí"*. Ha sido para mí un texto profundamente

esclarecedor, valiente y lleno de una lucidez indispensable en este momento histórico para Cuba.

Quiero expresarte que comparto plenamente los puntos en los que manifiestas tu desacuerdo con la

propuesta del Centro de Estudios Convivencia. Considero, como tú, que aunque coincidimos con ellos en

los fines —una Cuba libre, democrática, plural, respetuosa de la dignidad humana y de los derechos

inalienables de sus ciudadanos—, es en los medios donde debemos tener una reflexión crítica y firme.

Tu defensa del pensamiento de Agramonte y Martí, y la afirmación de que la soberanía reside en el

ciudadano y no en el Estado, es una verdad esencial que no puede ser sustituida por estructuras jurídicas

que, aunque bien intencionadas, replican el modelo del “contrato social” de Rousseau, donde los políticos

—y no los ciudadanos— se convierten en los nuevos soberanos.

La idea de un “tránsito constitucional de la ley a la ley” presupone una continuidad legal que, como bien

señalas, no existe en Cuba desde 1952. Coincido en que no se puede transitar desde la nada y que lo que

realmente necesita nuestro país es una Constituyente Ciudadana, surgida desde la base, desde la voluntad

libre, informada y soberana de cada cubano y cubana, utilizando incluso las herramientas digitales que hoy

nos lo permiten.

Rescatas con brillantez el legado olvidado de Agramonte, y le das nueva vida con tu propuesta de un pacto

social posmoderno en el que:

- El ciudadano es el único soberano legítimo.

- Los derechos humanos son inviolables por su origen natural y divino.

- El Estado no es el dueño del poder, sino mero instrumento al servicio del ciudadano.

- Se establecen cinco Poderes Ciudadanos (Judicial, Legislativo, Ejecutivo, Fiscal y Electoral), elegidos por

el pueblo y limitados en tiempo y funciones.

- El presidente no debe gobernar, solo representar a la nación, para evitar la concentración del poder y el

resurgimiento del caudillismo.

Tu propuesta de una Carta Magna refrendada por los propios ciudadanos no es solo un ejercicio teórico,

sino una hoja de ruta práctica para refundar la República de Cuba sobre una verdadera base democrática,

ética y participativa.

Gracias nuevamente por tu generosidad al compartir este texto y por tu incansable defensa de una Cuba

verdaderamente libre, con todos y para el bien de todos.

Con admiración y respeto,

Teresa Ortiz, MBA, L.L.M, J.D.

Cofundadora de la Corriente Agramontista (1993-Presente)

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