PUBLICADO PARA HOY 17 DE JULIO
Por Leonardo Calvo Cárdenas
Boyeros, La Habana,(PD) Un culto religioso, que contó con la presencia del escurridizo presidente Raúl Castro, sirvió de marco para conmemorar el décimo aniversario de la feliz conclusión del acontecimiento que conmocionó a fines del siglo pasado el escenario político nacional.
Creyentes y dirigentes se reunieron en la Catedral Episcopal de la Habana ─ese vetusto lugar donde el capellán anglicano viste sotana verde olivo y tapiza las paredes con burda propaganda castrista─ para celebrar con loas al Señor y al Comandante la primera década del regreso de Elian González.
El por entonces balserito cubano de cinco años que se hizo mundialmente famoso por sobrevivir milagrosamente al naufragio en que perdieron la vida su madre y otros compañeros de infortunio mientras trataban de llegar a las costas de La Florida.
En aquel momento el niño se convirtió en centro de una contienda diplomática, jurídica y política, que volvió a enfrentar al gobierno cubano y al exilio de Miami. Los primeros, empeñados con uñas y dientes en regresar al niño al lado del padre en Cuba. Los segundos decididos a toda costa a conservar el niño junto a su familia miamense, amparados en el argumento de que para eso había dado la vida la madre del niño.
El diferendo finalmente se zanjó como casi siempre con la victoria nominal del régimen de La Habana y con la victoria real de los coincidentes intereses confrontacionales de ambos bandos.
En aquella batalla, por cierto, las autoridades norteamericanas se pusieron del lado de la razón jurídica y humana para coincidir en sus posiciones con el gobierno cubano, a pesar de que este había dinamitado todos los puentes tendidos por la administración Clinton en su intento de mejorar las relaciones bilaterales.
Durante aquel aquelarre, fuimos testigos de la hipócrita manipulación del gobierno cubano, el cual aprovechó muy bien a su favor la deplorable actuación de los líderes del exilio. Ni que decir del ignominioso y poco viril desempeño del señor Juan Miguel González, padre de Elian, quien permitió la ventilación televisiva de las particularidades íntimas de su relación con la fallecida madre de su hijo. Para colmo de males este personaje, presente en territorio norteamericano, permitió que guardias ataviados como extraterrestres rescataran a su hijo a punta de fusil sin atreverse a personarse en el domicilio de sus familiares para reclamar al niño.
El caso sirvió para renovar los resortes movilizatorios del régimen, el cual vivía por aquellos días tal vez su peor momento político. El desdichado balserito sirvió como bandera para azuzar a las turbas en unas costosas movilizaciones de corte fascistoide que llegaron a infundir temor a quienes observaban la realidad cubana desde lejanas latitudes.
Diez años después el hecho no se conmemora con una sonora “Tribuna Abierta”, esa especie de demencial competencia de alaridos, diatribas y monocordes discursos prefabricados, ideada por el Máximo Líder en aquellos días. El culto religioso conmemorativo fue protagonizado por varios líderes religiosos oficialistas, pintoresco grupo compuesto por varios agentes de inteligencia sembrados durante décadas en las estructuras de esas denominaciones religiosas y algunos falsos profetas que se han enriquecido gracias a su impúdica componenda con el régimen y a la romántica ingenuidad de las jerarquías religiosas norteamericanas.
Faltaron a la cita los dos principales protagonistas del sainete de hace diez años.
El ex presidente Fidel Castro, ausente por prescripción facultativa, quien en el colmo de su autismo político, llegó a afirmar que el momento más emocionante de su existencia había sido ver a Elian junto a su padre descender del avión de regreso a la patria.
El otro personaje, tan arrogante y efímero como cualquier advenedizo vástago de las autocracias carismáticas, es nada menos que el joven ex presidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) Hassan “Metralleta” Pérez, ausente por prescripción defenestrativa. El bisoño y malogrado líder, impuesto como principal orador de aquellas jornadas por la infalible simpatía del comandante en jefe, superó con creces el record del Historiador de la Ciudad, Eusebio Leal, de pronunciar mayor cantidad de palabras con menos ideas en más breve tiempo. Tanto nos agobió durante aquellos días de desenfreno revolucionario que el ingenio popular acuñó la consigna “Devuelvan a Elian, llévense a Hassan”. El pretencioso líder juvenil, quien al parecer nunca fue santo de la devoción del actual presidente Raúl Castro cayó casi a la misma velocidad que ascendió y hoy, según dicen, hace las “delicias” de algún grupo de infortunados cadetes en alguna academia militar.
Cuando la desesperanza crece y el entusiasmo revolucionario decae sin remedio, los falsos profetas y los históricos promotores del ateísmo deciden tomarse de la mano y “acercarse a dios” mientras el “gritódromo”, construido a un altísimo costo hace diez años, duerme el sueño de los justos frente al cálido litoral de La Habana.
Los gobernantes cubanos hacen honor al viejo refrán “a dios rogando y con el mazo dando” cuando realizan un culto religioso por el aniversario del regreso de Elian, mientras dejan morir a un preso de conciencia en huelga de hambre, no demuestran el menor pudor para grabar y manipular el sufrimiento de una madre en el momento postrero de la vida de su hijo, matan de hambre, frío y maltratos a decenas de enfermos mentales o lanzan turbas terroristas y fascistoides contra las valerosas mujeres que se atreven a desafiar la indolente soberbia de Estado para marchar en silencio por la libertad de sus familiares, víctimas de injusto y prolongado cautiverio
Mientras la gerontocracia corrupta y criminal hace como que venera al dios que tanto negó, el rostro que nunca ríe del otrora niño Elian es el reflejo del alma de un pueblo sin voz ni esperanzas que sigue la saga de su desgracia, sin saber a donde va ni como sobrevivir.
elical2004@yahoo.es
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