PUBLICADO PARA HOY 28 DE AGOSTO
Por Osmar Laffita Rojas
Capdevila, La Habana,(PD) Desde principios de junio, el ex-gobernante cubano, el Dr. Fidel Castro, despliega una desproporcionada y ardorosa campaña en que presagia un conflicto nuclear en que estarán involucrados países de la OTAN e Israel que se han propuesto abortar las aspiraciones de los ayatolas iraníes.
Los esfuerzos iraníes por ser autosuficiente en la energía nuclear, según los clérigos de Qom, tiene propósitos pacíficos y el enriquecimiento de uranio no va dirigido a producir bombas atómicas. Pero como nadie les cree, el Consejo de Seguridad de la ONU impuso severa sanciones a Teherán, posteriormente endurecidas por los Estados Unidos y la Unión Europea.
Fidel Castro anunció que este conflicto presagiaba una hecatombe nuclear, pero por error de cálculo no se produjo antes que culminara el Mundial de Fútbol, como había vaticinado. Por ello, los parlamentarios y el gobierno cubano se reunieron en sesión extraordinaria de la Asamblea Nacional para escuchar al gran profeta de los destinos mundiales. Los allí presentes una vez más le aseguraron a Castro que sus vaticinios son ciertos, que tiene la razón y hay que prepararse para lo peor.
Es tal la paranoia que la prensa oficial está atiborrada de reflexiones de Fidel Castro y las organizaciones que dicen ser de la sociedad civil y que cumplen las ordenes que se imparten desde el bunker, se han ocupado de exaltar la predicciones del líder histórico de que la guerra es inevitable.
El Dr. Castro afirma que los instigadores de esta guerra serán los responsables de una gran hecatombe nuclear (en la que prácticamente desaparecerá la vida del planeta) que será 1000 veces peor que el bombardeo atómico contra Hiroshima y Nagasaki.
Como un asunto tan serio ocupa mucho espacio y tiempo, los gobernantes cubanos se han olvidado de denunciar a los tribunales islámicos de la República de Irán, que condenaron a muerte por lapidación a la iraní Shakineh Ashtiani por un presunto delito de adulterio.
Desde su celda, Shakineh Ashtiani implora al mundo que la salven y eviten que se cometa esta barbarie propia de los tiempos medievales.
El régimen teocrático iraní aplica la Sharia, cuyas normas son de obligatoria ejecución para los condenados por la violación de uno de sus suras, como es el caso de la infeliz Ashtiani a la que se le aplicará la Fatwa por decisión de los juristas chiítas.
Las organizaciones de los sindicatos, los jóvenes comunistas, las mujeres, los universitarios, artistas, economistas, campesinos, todas poleas trasmisoras del gobierno cubano, mantienen silencio, mientras el mundo alza la voz, para pedir al Líder Supremo, Ali Khameini, que como Jefe de Estado de la República de Irán, conmute la condena, recordándole que vivimos en siglo XXI y no en los tiempos que los discípulos de Mahoma pusieron en vigencia la Sharia y la Fatwa, con la cual han condenado a muerte a esta desdichada mujer.
Ante la presión mundial, los integrantes de la Asamblea de los Expertos, el principal guardián de los principios del chiísmo que son los fundamentos religiosos que sostienen a la república de los ayatolas, ordenaron cambiar la lapidación por la horca, es decir, hacer la muerte de Ashtiani menos dolorosa y más rápida.
El asunto radica en que esta mujer no debe morir por uno u otro método y por eso el mundo se levanta para salvarla. Pero ante este terrible hecho, los moradores del bunker y los que le deben obediencia, han optado por callarse y convertirse en cómplices de esta espantosa y bárbara sentencia.
ramsetgandhi@yahoo.com
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