lunes, 30 de mayo de 2011

Martí íntimo. Una reflexión crítica


Escrito por Jorge Luis González Suárez


Plaza, La Habana


30 de mayo de 2011,


(PD) Llama mucho la atención que siempre que se habla de José Martí, las facetas más destacadas son el revolucionario, el pensador político, el organizador de la contienda independentista y otras afines. El ser humano está alejado de todo, excepto cuando se quiere reafirmar las características antes señaladas. Cabe entonces la interrogante, ¿por qué pasa esto?

Gonzalo de Quesada y Miranda, discípulo y albacea del Maestro, en su libro “Anecdotario Martiano” (1948), en el capítulo ¿Qué Sabe Usted de Martí?, describe así al Apóstol: “Martí no era alto sino por el contrario de estatura normal, de unos cinco pies y medio. Delgado, de muchacho y adolescente, ligeramente más grueso en la treintena, nunca llegó, en sus últimos años, a pesar a lo sumo más de 130 a 140 libras. Era su aspecto exterior el del tipo promedio de criollo”.

Resultan significativos estos datos. Si hacemos un breve examen, el aporte que nos brindan es la imagen de un individuo común más que la de un héroe. La idea que la mayoría de las personas se forjan de sus líderes es el prototipo inverso a la que aquí nos presentan. Por tanto se omite su físico para resaltar su personalidad.

El buen comer es otra caracterización que nos brinda Quesada: “Conocía los misterios de todos los platos famosos del mundo como el mejor de los cocineros. Sabía catar vinos y gustaba de saborear una buena copa de Tokay…”

Esta cita casi nos afirma que su complacencia reflejaba una forma de ser burguesa, algo incongruente con la estampa del dirigente popular.

Otras publicaciones, sobre todo antes de 1959, nos aportan datos dispersos de su vida personal, aunque escasos y tratados con bastante timidez. Aun así sabemos de su pasión por la buena música, las artes, la lectura culta. Estas aficiones y la atracción que sentía y ejercía por determinadas mujeres en su proyección carnal definen su comportamiento. Otro libro del autor mencionado “Mujeres en Martí” hace más referencias sobre esta fase personal.

La poesía de Martí, analizada con detenimiento, puede ofrecer detalles aclaratorios sobre el asunto. ¿Cuál fue la verdadera relación de él con “La Bailarina Española” y que sucedió con los amores de María García Granados, “La Niña de Guatemala”? Son hechos aun por profundizar.

Una controversia mayor surge con la situación de María Mantilla. A todas luces, su fotografía con la niña y posteriores testimonios no dan lugar a dudas sobre su paternidad y la doble infidelidad al esposo y amigo que lo acogió en su domicilio junto a su señora Carmen Miyares durante su estancia como emigrado y la otra hacia su legítima esposa y madre de su hijo, Carmen Zayas Bazán.

El proceso revolucionario actual ha hecho de él un emblema y lo ha convertido en un dechado de virtudes. Una comparación con el Máximo Líder trata de igualar ambos personajes en la acción y el pensamiento. Fidel Castro en “La Historia Me Absolverá” (frase calcada de Adolfo Hitler en “Mi Lucha”) sostiene que “Martí es el autor intelectual del asalto al cuartel Moncada”. Pero la única similitud que hallamos es que el destacado representante de la Revolución se encargó de ser un adultero con su esposa Mirtha Díaz Balart, tener una hija clandestina (se comenta que hay más), haber poseído numerosas amantes como la alemana Marita Kotler, hacer viajes de placer por el mundo y cenar en su domicilio con vinos de $750 dólares la botella, un lujo que no pudo darse el Maestro.

Las circunstancias expuestas en el presente trabajo no restan un ápice a todos los méritos personales de este gran hombre del siglo XIX con sus defectos y virtudes, por el contrario lo realzan, porque sacrificó posición, beneficios, comodidades y familia por el ideal patrio, al cual entregó hasta su vida para lograr el bienestar de los demás. Así se convirtió en el más universal de los cubanos.

primaveradigital@gmail.com

Martí y María Mantilla

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