jueves, 29 de noviembre de 2012

Fracaso anunciado
Yoel Espinosa Medrano
Cuba actualidad, Santa Clara, Villa Clara, (PD) El pueblo cubano sufre cada día las consecuencias de una de las tantas
tozudeces que el dictador Fidel Castro Ruz implementó en Cuba después de 1959. Con su característica prepotencia, implantó
la llamada Revolución Energética. No escuchó a expertos en generación de electricidad y con el tiempo llegó el rotundo
fracaso.
Con un simple chasquido de dedos, Fidel Castro ordenó sustituir el queroseno y el gas licuado, combustibles tradicionales
de las cocinas cubanas, por electrodomésticos importados en su gran mayoría de China.
Los asiáticos hicieron un negocio redondo. Llenaron la isla de refrigeradores, hornillas, ollas arroceras y de presión, así
como calentadores de agua, entre otros artículos, considerados altos consumidores de electricidad.
Hay quienes afirman que el presidente de Venezuela Hugo Rafael Chávez Frías advirtió que la electricidad para cocinar sería
más costosa que el gas licuado. Obvió el señalamiento.
El Comandante fue motivo de risa a nivel internacional cuando enseñaba el manejo y uso de los electrodomésticos por radio y
televisión. Era inexplicable que en pleno siglo XXI los habitantes de esta isla no supieran utilizar ollas arroceras y de
presión, muy tradicionales en el mercado extranjero.
No fueron pocos los que auguraron tiempos difíciles para las cocinas cubanas. Principalmente para el cubano de a pie. La
actual crisis para la elaborar alimentos es un verdadero dolor de cabeza en los hogares. Muchas personas optaron por
desechar los efectos eléctricos para elaborar alimentos, no solo por los desperfectos técnicos, sino debido a la carencia
de piezas de repuestos y el alto costo de la electricidad.
En la central provincia de Villa Clara mensualmente le retiran el servicio eléctrico a cientos de viviendas, incluso a
entidades estatales debido a la imposibilidad de pagar las astronómicas sumas ajustadas a las tarifas monetarias por
kilowatts/hora. Hay que recordar que la primera medida del estado cubano dictaminó, antes de llenar viviendas de efectos
eléctricos, fue subir el precio del consumo de electricidad.
Según datos oficiales, se destinaron más de 20 millones de dólares para la compra de piezas de repuesto. A los talleres de
reparaciones llegó un pequeño por ciento, y otros engrosaron el presupuesto de revendedores y mecánicos por cuenta propia.
En estos centros estatales existen listados de personas con las necesidades de piezas destinadas a sus efectos eléctricos
averiados.
En el mercado negro se encuentra cuanto aditamento se necesita para reparar los cacharros. Con el pretexto de que "todos
tenemos que vivir" los directivos y mecánicos de los talleres estatales ofertan por la izquierda a precios elevados las
piezas que llegan a los almacenes. Comienza el dale al que no te dio, y quien paga las consecuencias son los cubanos de a
pie. Muchos de esos equipos dañados por las inundaciones que dejó el ciclón Sandy en zonas de Sagua la Chica y El Santo,
carecen de las piezas necesarias para su rehabilitación.
Hubo censos, casa por casa, por aquí y por allá. Las hornillas eléctricas fueron los únicos implementos domésticos que los
mecánicos estatales remendaron. Las piezas de repuestos de otros efectos aguardan por las importaciones que están por
"llegar", pero nadie sabe cuándo.
Muchas familias cubanas de edificios multifamiliares y también en casas individuales echan mano a fogones improvisados del
obsoleto tipo Pike, preparados para consumir petróleo en ausencia del habitual queroseno o el inexistente gas licuado.
El fracaso de la Revolución Energética estaba pronosticado. No tomó a nadie por sorpresa y mucho menos al defenestrado
Fidel Castro Ruz. Solo que una vez más hizo prevalecer su condición de Comandante en Jefe y sumió a las familias cubanas en
un laberinto sin salida para elaborar los alimentos.
Para Cuba actualidad: yoelito001973@gmail.com

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