Vilma Rodríguez Castro, una de las nietas del general presidente y heredero Raúl Castro, viajó a Estados Unidos para asistir a la VI edición de la feria de arte latinoamericano contemporáneo PINTA 2012. Viajó como acompañante de su novio, el pintor cubano Arlés del Río, invitado a dicha feria. La noticia que no fue, pero pudo haber sido, sería que no se acogió a la Ley de Ajuste Cubano y regresó o regresará a Cuba.
Pero no se trata de la vida regalada y el nepotismo borbónico en que viven las primeras familias, se trata de la defensa a ultranza hecha a este nepotismo y a esta vida regalada, a costa del sacrificio y el sudor del pueblo cubano por parte de otro espadón de la curia castrista de Birán, el siempre general del Pino, que consiguió mantener el título por allá por USA. Pues bien, en su trabajo "Caída libre" publicado en USA el pasado 20 de noviembre, asumió la defensa de la primera familia y su derecho consagrado a la dulce vida.
El general Rafael del Pino quien tomó las de Villadiego en 1987, no por razones conceptuales o porque se sintiera tocado en ninguna fibra por los abusos contra derechos ciudadanos de la dictadura militar totalitaria que contribuyó a consolidar, sino por turbios y escabrosos asuntos de propiedades, corrupciones, desacuerdos con el Comandante y secretos de alcoba sazonados con otras sexualidades, ha salido en defensa de una nieta del general presidente y heredero de las prerrogativas y potestades de Birán.
Sobre este particular, el general del Pino, con la autoridad de quien conoce de cerca el tema nos dice y cito: "Inmediatamente se revolvió el gallinero y comenzaron los asombros y señalamientos. Que si "llevaba zapatos Chanel, cartera Louis Vuitton y reloj Rolex como si fuera lo más natural del mundo". Que si "la familia de los Castro tienen el beneplácito de la administración de Obama para visitar este país". Y hasta se molestaron cuando el Departamento de Estado, cumpliendo con las leyes federales, les aclaró que mantenía la política de confidencialidad establecida, y con todo ese derecho se negó a dar explicaciones".
No se trata de lo que decida el Departamento de Estado de USA, de acuerdo con los intereses políticos de ese país. Se trata de conocer hasta donde llega o hasta donde no el compromiso de los Estados Unidos con la lucha por el restablecimiento de la democracia en Cuba. Por añadidura, saber qué están dispuestos a hacer desde allá, los miñones de la dictadura militar cubana. No importa que se trate de hijos de papá o espadones entorchados "caídos en desgracia" como el general del Pino.
Sucede que mientras el general del Pino se preocupa porque los herederos de la primera familia disfruten en paz los frutos de su rapiña, no he visto un solo trabajo en que este general se haya ocupado de los derechos conculcados de los que en Cuba no viajan, no calzan Chanel, cartera Louis Vuitton y no consultan la hora con Rolex por decisión del general presidente y heredero dinástico Raúl Castro.
Aunque el gobierno de Estados Unidos no paga con dinero de sus contribuyentes los viajes de los hijos de papá, ni tampoco sufragan sus gastos de hospedaje, comida y transporte, a un cubano –sea o no general- si debía importarle que estas personas viven sus vidas regaladas a costa del dolor, las limitaciones y el sacrificio de su pueblo.
Sobre si estas personas –los hijos e hijas de papá- vienen a significar o no una carga para el país o a pedir asilo político, ciertamente ellos nunca son una carga para nadie. Llegan con dinerito para comprar casitas de ensueño y para no tener que fregar vajillas o limpiar pisos. Lo triste es que lo que tienen, lo tienen por nepotismo y rapiña. Si, en ocasiones piden asilo político, lo obtienen y sirven los intereses de su familia, en la misma forma solapada en que lo hace el general del Pino, fiel vasallo de su general presidente y heredero, con quien no parece tener contradicciones de carácter antagónico de ningún tipo.
Es lamentable colocar en el mismo anaquel de generales, gallineros, asombros y señalamientos al general del Pino, por acá, hubo quienes esperaban más de él, quién sabe por qué. Es solo una pieza más entre tantos servidores de la curia de Birán, asentados en USA. Allá están, tranquilos, seguros y siempre agazapados como sabandijas entre los pliegues y los lados flacos y oscuros de la ley. Helos allá, protegidos siempre por la competencia o la incompetencia, el interés o el desinterés del gobierno de los Estados Unidos, la nación líder del mundo libre y democrático.
Para Cuba actualidad: juan.gonzalez.febles@gmail.com
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