jueves, 31 de enero de 2013


Congreso Internacional de Pedagogía: otra feria de ilusiones

 | Por Leonardo Calvo Cardenas
LA HABANA, Cuba, enero, www.cubanet.org -Una nueva edición del congreso internacional Pedagogía se anuncia para los primeros días de febrero. La Habana acogerá una vez más a cientos de delegados y funcionarios extranjeros, quienes se unirán a maestros y profesores cubanos seleccionados para intercambiar experiencias, criterios y consensos sobre las políticas y sistemas educacionales, como la gran apuesta del mundo civilizado para garantizar el desarrollo y bienestar de los individuos y las sociedades en general.
El cónclave fue organizado hace ya muchos años sobre las supuestas excelencias y logros del sistema educacional cubano. Ahora Pedagogía 2013 reproducirá una escenografía y guión ya planificados y muchas veces vistos. El Palacio de las Convenciones de La Habana y los demás espacios seleccionados volverán a ser sedes de conferencias que serán magistrales antes de dictarse. De seguro habrá presentaciones del grupo de teatro infantil “La Colmenita” y se conmoverá la sensibilidad de los participantes extranjeros con las visitas a la escuela Solidaridad con Panamá, especializada en la atención de niños con severas discapacidades motoras.
Como tantas veces, numerosas ponencias tratarán de reafirmar las bondades y alcance de la educación cubana, en plaza y allende fronteras, mientras los delegados, agraciados por los subsidiados precios preferenciales de su participación, volverán a rasgarse las vestiduras para criticar las lagunas y carencias de los espacios educacionales en sus países de origen.
Como es natural, el evento se convertirá para los delegados cubanos en una carrera desenfrenada para procurar nuevas invitaciones a cuanto curso, pasantía, evento, misión o contrato en el extranjero pueda aparecer. Porque el objetivo soñado de cada profesional cubano que se respete es lograr la posibilidad de separarse al menos un tiempo de su familia y espacio natural de labor para ir a “sacrificarse” en esos detestables escenarios que están muy lejos de las maravillas que aquí podemos mostrar.
A esta altura, me declaro incapaz de definir si los invitados son muy ingenuos, demasiado hipócritas y oportunistas, o si es que los cubanos hemos desarrollados una excepcional capacidad para manipular y esconder la realidad. ¿Cómo es posible desarrollar casi una semana de exposiciones e intercambios sobre las supuestamente magnificas experiencias, logros y diseños del sistema educacional cubano en las propias narices del desastre generalizado que constituyen todos los niveles de esa catastrófica estructura?
Hay que reconocer la capacidad de las autoridades cubanas para desarrollar un evento de tal dimensión y esconder los terribles efectos de megalómanos y costosos proyectos fracasados como Las escuelas en el campo, los maestros emergentes o la municipalización de la universidad.
Una vez más, los delegados extranjeros se marcharán emocionados e ignorantes sobre los deplorables niveles hasta los que ha caído la calidad y el aprovechamiento académico de los estudiantes cubanos en todas las instancias. Nuestros visitantes se estremecerían hasta el colapso si conocieran las deficiencias técnicas y académicas que exhiben muchos maestros y profesores, así como las profundas lagunas de conocimientos que arrastran los estudiantes cubanos en asignaturas fundamentales como el español, la ortografía, la historia, las matemáticas o la geografía.
Qué pensarían nuestros visitantes si conocieran como esas lagunas y retrasos se convierten en agobiante catástrofe con cada edición de los exámenes de ingreso a la enseñanza universitaria, donde los más aventajados alumnos muestran todo un rosario de barbarismos e ignorancias que brindan el más nítido retrato de una crisis que se agrava cuando los responsables máximos se niegan a aceptarla en su justa dimensión.
Las autoridades cubanas, en lugar de armar cada dos años una nueva feria de ilusiones para apuntalar su imagen de bienhechores sociales y paladines de la solidaridad, debían mirar hacia adentro con valentía y honestidad para, primero que todo, reconocer la dimensión y profundidad de la crisis que agobia a su sistema educacional.
Está claro que no debemos renunciar a la universalidad del acceso a la educación, pero también quedó plenamente demostrado que el Estado reporta más daño que beneficio como regente único de tan importante sector. Otros actores y mecanismos pueden aportar mucho al mejoramiento de la educación cubana.
Hoy, las pésimas condiciones materiales que enfrentan alumnos y maestros, la presión del adoctrinamiento ideológico, la baja calidad de la enseñanza y la forma en que el gobierno cubano compromete el futuro socioeconómico del país al cerrar las puertas de las universidades a la mayoría de los aspirantes, por no tener respuesta estructural para la fuerza de trabajo, ensombrecen un panorama que se sigue desvirtuando con el conocido fuego de artificio de la propaganda y los discursos demagógicos.
Si el gobierno cubano admitiera la posibilidad y ventajas de permitir a iglesias y cooperativas de maestros con experiencia abrir nuevos espacios educacionales, de seguro contribuiría a sanear y mejorar la calidad de la educación, y sobre todo, impulsaría la eliminación de la muy preocupante espiral de corrupción docente que tanto resquebraja las referencias éticas en un sistema educacional donde los exámenes y niveles tienen precio fijo y público.
La ética es tan pobre que los exámenes y cursos se venden como verduras, la calidad de la enseñanza es tan baja que obliga a los padres que pueden a pagar maestros particulares para garantizar el aprovechamiento académico, los padres que pueden deben comprar las simpatías y preferencias de los maestros y gastar recursos en paliar las carencias materiales que el gobierno es incapaz de cubrir. ¿No sería más saludable en todos los sentidos que esos recursos se dirijan a solventar una enseñanza con calidad garantizada, legal, libre de lastres y vicios en extremo dañinos y peligrosos? ¿Acaso los recursos que se liberen por este concepto no servirían para mejorar ostensiblemente los espacios estatales de educación?
Sé bien que a los gobernantes cubanos les resulta muy difícil renunciar al control y manipulación total de los individuos y a las estructuras que le propician una falsa imagen de benefactores supremos. Está demostrado que muy poco les importa la calidad de la educación –de hecho, un pueblo ignorante y desinformado es más fácil de dominar y estafar− y el futuro de Cuba, por lo que es muy posible que la educación cubana se siga desmoronando ante nuestra impotente inquietud y al ritmo de más “exitosos” congresos de Pedagogía.

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