Cuba Actualidad, Plaza, La Habana (PD) Llegar a Varadero, una de las playas más lindas del mundo, es como encontrarse fuera del territorio cubano. Mi estancia por tres días en ese sitio así me lo demostró.
Todo aquello que contemplé no pertenece a las cosas cotidianas que vemos en el resto del país.
La primera impresión favorable es la limpieza general que observamos en sus avenidas y en la arena de su litoral. Temprano en la mañana hay un camión barredor de calles. Bolsas grandes de polietileno están colocadas en la playa para botar los desechos. Esto, sin contar a los recogedores de materias primas independientes, que también existen por aquellos lares.
Una avioneta de fumigación pasa diariamente en horas mañaneras para eliminar los mosquitos propios de lugar y evitar la contaminación de enfermedades. La casa donde estuve alojado está declarada libre de otros vectores. El ambiente bajo estas condiciones inspira confianza en la salud general del área.
El buen estado de conservación de su arquitectura, impresiona. Hoteles y edificaciones particulares se encuentran bien arreglados. No hallé casa sin pintar. Maravilla caminar y ver algo así. La excepción se encuentra en algunas de las pocas construcciones de madera que son patrimonio histórico de Varadero y se caen a pedazos. Un habitante en una de éstas me manifestó que ha pedido ayuda al gobierno y no ha recibido respuesta.
Una curiosidad es la forma para denominar las vías por los residentes. Estos omiten la palabra calle y solamente mencionan el número que corresponda a la misma, por ejemplo para la calle 24 dicen nada más que "la 24". Esta costumbre que existe hace mucho tiempo se asemeja a la usada por los ciudadanos de Miami, en La Florida.
Otra característica que hay es identificar a la moneda en divisa con la palabra peso, como si se tratara de dinero nacional. Aquellos que no estamos adaptados a ese lenguaje encontramos cierta confusión terminológica. Ello está dado porque casi todo lo que se vende por el Estado o por personas residentes es en pesos convertibles. Se excluyen escasamente los productos subsidiados por el gobierno para los habitantes del distrito.
La necesidad para sus moradores ha hecho que una gran mayoría de estas personas sean cuentapropistas. Estos se dedican por lo general a la comercialización de objetos artesanales. Podemos encontrarnos en una cuadra de la avenida principal hasta diez pequeños establecimientos o una feria. Este espectáculo se repite durante los casi 6 primeros kilómetros de este territorio.
El alquiler de habitaciones en las viviendas particulares es el otro negocio generalizado allí. Los propietarios tienen bien acondicionadas sus casas, principalmente para los turistas. El precio es competitivo con los alojamientos hoteleros. Una estancia por día está a razón de unos $25.00 CUC, mientras que un hospedaje oficial no baja de $55.00 la habitación simple.
Mis recuerdos sobre el pasado de esta acogedora comarca se remontan a mi niñez. Allí iba con mis padres, familiares y amigos en excursiones o a ver a los familiares que aun viven en este sitio. Cualquiera con pocos recursos podía pasar un buen día en sus cálidas aguas. Hoy ya no es así. La prioridad la tienen los turistas. La generalidad de los nacionales por falta del poder adquisitivo queda excluida sobre todo en el consumo.
Cercano a la entrada hay unas vallas propagandísticas. La consigna que reza en una de ellas es que el producto económico de este enclave turístico es para beneficio del pueblo. Yo pude ir invitado por mi hogar de ancianos a una residencia de una congregación religiosa. El resto de mis compatriotas están obviamente eliminados. Excepto las tres grandes villas para los militares no conozco nada que favorezca a los proletarios.
Las playas para los nativos también tienen categorías. Las mejores son para los extranjeros con efectivo fuerte. Los de adentro, se tienen que conformar con las bases de campismo.
Para Cuba Actualidad: jorgelibrero2012@gmail.com
Fotos: Jorge Luís González
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