viernes, 1 de noviembre de 2013

Puentes Grandes, tierra de nadie


Puentes Grandes, tierra de nadie

 | Por José Hugo Fernández
Fragmento de la historica papelera
Fragmento de la historica papelera
LA HABANA, Cuba, noviembre, www.cubanet.org -Desconcierta ver en lo que se ha convertido Puentes Grandes, la primera comunidad colonial del occidente cubano, nacida en los inicios de la conquista, y devenida muy pronto uno de los más prósperos emporios industriales de La Habana. Será difícil hallar aquí otro caso como el suyo, tanto en lo que fue como en lo que es hoy, luego de soportar el paso de la aplanadora revolucionaria.
Antes de 1959, en un territorio relativamente pequeño, Puentes Grandes contaba con una gran industria papelera -cuyos orígenes se remontan a 1847-, y con dos prestigiosas cervecerías, La Tropical, surgida en 1888, y La Polar, de 1911. Contaba con fábricas de neumáticos, de fósforos, de chocolate y de hielo, y además con tejares y hornos de cal muy demandados a nivel de toda la nación.
Son proverbiales sus molinos de agua, del siglo XVIII, para elaborar tabaco rapé. Y es notable su vinculación con personajes históricos, desde Diego Velázquez, primer gobernador de la Isla –quien fijó allí su hacienda, en el año 1518–, o El Padre de las Casas (fray Bartolomé), y el Obispo de Peñalver, en cuyas propiedades se construiría la actual Calzada de Puentes Grandes. Es igualmente legendaria la iglesia diocesana de San Jerónimo, erigida en parroquia, en 1816, uno de sus únicos tesoros que todavía se conservan, y que por fortuna continúa siendo el centro de la celebración más importante y esperada entre los puentegrandinos, la fiesta patronal de San Jerónimo, el 30 de septiembre.
Restos de casona colonial, hoy cuarteria
Restos de casona colonial, hoy cuarteria
La casona de Dulce María Borrero
Llegué a Puentes Grandes, hace unos días, buscando alguna huella de la Casa de los Borrero, el sitio en que nació la célebre poetisa Dulce María Borrero, en 1883. Iba a resultarme una búsqueda inútil, desde luego, pues este inmueble terminó completamente arrasado en 1998, igual que antes y después han ido quedando, víctimas del desdén y la indolencia oficial, otras edificaciones, sobre todo de los siglos XVIII y XIX, cuyos vestigios apenas son visibles en la actualidad.
Sin embargo, no todo fue tiempo perdido, pues tuve el privilegio de conocer a varios vecinos que me permitirían adentrarme en pormenores sobre la historia de su comunidad, otrora luminosa y próspera, hoy, empobrecida y triste. La más elocuente de esos puentegrandinos que conocí, Anita –la hija de Julio El Lechonero, según las señas con que ella misma se presentó–, es una anciana nacida y criada en Puentes Grandes, que me habló con nostalgia de las glorietas donde actuaban las orquestas más afamadas del país, animando los bailes populares de la comunidad, que eran proverbiales entre la sociedad habanera.
Especialmente, recuerda Anita la glorieta situada detrás de la fábrica de fósforos, cuyos cimientos, hoy en ruinas, conforman testimonio sombrío de su antiguo esplendor. Asimismo le resulta caro el recuerdo del bar Riverside, muy representativo del barrio, incluso afirma que aún siente en su paladar el sabor de las Medianoches que iban a comer allí los jóvenes, cuando salían del cine Alba.
Como en el caso de la añorada glorieta, la colindante fábrica de fósforos ya no es sino un buen recuerdo, del que resta un maltrecho edificio para viviendas particulares. La histórica fábrica de papel es un molote de edificaciones vacías, silenciosas, subutilizadas, una parte de las cuales sirve de almacén para medicamentos. Sus chimeneas son como gigantes fantasmas. Mientras, otra representación de la pujante industria papelera de Puentes Grandes, la fábrica de cartuchos, ha desaparecido por completo. También desapareció la fábrica de chocolate.
Antigua fabrica de gomas, hoy oficinas fuertemente vigiladas
Antigua fabrica de gomas, hoy oficinas fuertemente vigiladas
La cervecería La Polar
De la fábrica de neumáticos perviven sólo las edificaciones, bien conservadas, porque pasaron a ser oficinas para burócratas de la industria química, por más que todavía mantienen, graciosamente, las muchas rejas y los custodios (CVP) que impiden el acceso del público. Muy parecida es la situación de la cervecería La Polar, pero en su caso los burócratas pertenecen a la industria alimenticia.
Puentes Grandes es hoy una esperpéntica sombra de sí mismo. Su población, diezmada por la emigración, aplastada por la miseria, infeliz y desesperanzada, se esfuerza en vano por enfrentar unida y con buena cara los malos tiempos. Pero es una tarea que parece sobrepasar sus fuerzas. Para colmo, el territorio sufre la más absurda, arbitraria y desintegradora división administrativa que se pueda imaginar. Los puentegrandinos, siendo allegados por ley de la lógica, conviviendo muy cerca entre sí, pertenecen ahora a distintos municipios de La Habana.
Uno de los testimoniantes me contaba: “Si me dirijo al poder popular del municipio Playa, al cual pertenece la cuadra donde vivo, para una reclamación por problemas con mi teléfono, allí me dicen que debo dirigirme al municipio Plaza, que es el que controla la telefonía. Y cuando voy a Plaza, me responden que debo ir a Playa, donde se encuentra mi residencia. En fin, vivimos en tierra de nadie”.
Tal vez no exista otro modo más sencillo de resumir la condición de sombra a la que ha quedado reducido el gran núcleo económico y cultural de Puentes Grandes.
Nota: Los libros de este autor pueden ser adquiridos en la siguiente dirección: http://www.amazon.com/-/e/B003DYC1R0

No hay comentarios:

Publicar un comentario