miércoles, 28 de enero de 2015

El paquete del paquete


361_abel-prietoCuba actualidad, Marianao, La Habana, (PD) En mi remota niñez, el término paquete, empleado como adjetivo, significaba que una película no servía para nada, y a menudo se amplificaba mediante el adverbio tremendo paquete.
Se le aplicaba también al mentiroso habitual: fulano es un paquetero.
Hoy, recuperado como sustantivo, el paquete es algo querido para quienes lo reciben, pero temido, muy temido, por esos excelsos sujetos que nos rigen a su arbitrio. Tan es así que dedican su precioso tiempo a combatirlo por todos los medios a su alcance.
Lo tildan de banal, ellos que han banalizado el sagrado concepto de Patria, forzándolo a servir a sus mezquinos intereses materiales, como bien lo advirtió el venerable Pedro Meurice, aquel Obispo de verdad.
A estos empaquetados compañeros lo que les preocupa es perder el monopolio de la información que han ejercido a sus anchas por más de medio siglo, sometiéndonos a todos a una dieta embrutecedora, que les ha facilitado imperar, disfrazados de reyes perpetuos.
Para ellos, todo lo que cambia es malo, como la kriptonita para Superman.
Disponen para difundir sus órdenes favoritas de todos los medios tradicionales, pero no les basta. Limitan cuanto pueden el acceso a las nuevas tecnologías, pero no pueden convertir el consumo de sus materiales en tareas obligatorias, como antiguamente, cuando la película del sábado y la Tanda del Domingo eran esperadas devotamente.
Entonces, solo se les iban de las manos las estaciones de radio floridanas, cuya programación musical arrastraba a la juventud.
Tanto a Radio como a TV Martí las han bloqueado con éxito, sobre todo en La Habana. Sin embargo, no pueden frenar al Paquete.
Versión criolla de la televisión por cable, el dichoso Paquete contiene materiales de entretenimiento variados y se distribuye a domicilio, por dinámicos gestores independientes, muchachos y muchachas que se desplazan por sus zonas a gran velocidad, repartiéndoles a sus clientes semanalmente estos productos tan anodinos como subversivos.
Por su parte, el ex ministro de cultura, quien se desempeña ahora como asesor del General Presidente, exhorta a los estudiantes universitarios a “embellecer las bondades del socialismo”, tarea está bastante complicada, puesto que tales bondades son sumamente esotéricas. En todo caso, de existir estas, no veo qué podría agregarles el maquillaje.
Sería muy útil si Abel Prieto Jiménez se dedicase a buscarle remedio a las fealdades reales del mal llamado socialismo, labor en la que colaboraríamos gustosamente.
La primera causa que lleva a los televidentes a adquirir el Paquete es el control de la información para brindar únicamente la que les conviene a los propietarios absolutos del país. Ejemplo inmediato: la mal llamada Mesa Redonda con la presencia de un funcionario subalterno del Ministerio de Relaciones Exteriores y dos de sus voceros de oficio, hubiese resultado mejor si le hubiesen dado silla a un representante de los Estados Unidos, puesto que dichas conversaciones no fueron monólogos a dos voces. Si además hubiesen agregado a algún periodista independiente, la teleaudiencia hubiese estado en condiciones de practicar el lema de Reinaldo Taladrid y sacar sus propias conclusiones.
Acostumbrados desde niños a la bucólica campestre y silenciosa, a los Señores de Birán el pensamiento por cuenta propia le es extraño.
Para Cuba actualidad: rhur46@yahoo.com

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