No menos congregante para el menester artístico que su amigo Lezama, el Padre Gaztelu dotó a su parroquia con obras de arte religioso irrepetibles, creadas especialmente por los mejores artistas plásticos del momento. No contento, procuró para la pequeña capilla de la Playa de Baracoa, un Cristo inolvidable y un precioso mural de cerámica, de la autoría de Portocarrero. Lamentablemente, no consigo recordar ahora mismo el nombre del escultor. Creo que se llamaba Alfredo Lozano, y que se marchó de Cuba en los primeros años de la década del Sesenta. Pero su obra sigue allí, ofreciéndose majestuosa a la devoción de sus feligreses.
Foto: Panoramio
Para Cuba actualidad: rhur46@yahoo.com
Para Cuba actualidad: rhur46@yahoo.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario