sábado, 31 de octubre de 2015

«El sistema de salud cubano es un desastre»


Manuel Pérez Escribano. (WFC)
Manuel Pérez Escribano, jefe de abastecimiento en el Instituto de Neurología y Neurocirugía, conoce bien y desde adentro el trabajo en los hospitales y las empresas de abastecimiento sanitario.
Manuel Pérez Escribano es técnico en Medicina Veterinaria y licenciado en Administración y Economía de la Salud. Tiene una larga y destacada trayectoria laboral en diferentes centros de investigación de la Isla, como el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, donde estuvo vinculado a varios proyectos como el de la vacuna contra el SIDA, contra la hepatitis y contra la epidemia de neuritis periférica que afectó al país a mediados de la década del 90.
Por sus resultados obtuvo varios premios de la Academia de Ciencias de Cuba. Pero un buen día, allá por 1998, cuando se encontraba en una tienda, su pequeña hija no quería bajarse del velocípedo en exhibición. Manuel tuvo que gastar todo el dinero que poseía para comprarle el juguete a la pequeña. Ese día nunca ha podido olvidarlo. En ese minuto decidió trabajar por su cuenta y riesgo, aunque los azares en su vida apenas comenzaban.
Su talento, honestidad y capacidad de trabajo desde esa fecha se ha visto a prueba en disimiles ocasiones. Manuel fue víctima de varios atropellos por parte de la burocracia agrícola, que terminaron por hundir sus más caros sueños de ser un campesino próspero. Además de ello conoce al dedillo el funcionamiento de la logística del sistema de salud cubano, ese que no gana titulares en mucha prensa del planeta. En más de una ocasión este cubano se ha enfrentado a la burocracia, desidia y el sistemático robo e ineficiencia que caracteriza el funcionamiento de la economía cubana.
Actualmente trabaja como jefe de abastecimiento en el Instituto de Neurología y Neurocirugía. Manuel Pérez ha decidido hacer pública parte de su rica vida profesional.
Cuéntanos de tus inicios como cuentapropista a finales de los 90, ¿a qué te dedicaste? 
Me dediqué a criar perros de raza. Desparasitaba, operaba, cortaba rabos, hacía de todo en una clínica de Luyano. Allí estuve alrededor de dos años y ganaba en un día la misma cantidad de dinero que antes ganaba en un mes. Pero sobre el año 1999 o 2000 me interesó el tema de la agricultura urbana y me vinculé a una UBPC primeramente familiar en Punta Brava, en las afueras de La Habana. Comencé a trabajar la lombricultura porque la UBPC tenía como objeto social producir materia orgánica, una de las pocas que existían dedicadas a ese rubro.
Esa UBPC debía (en teoría) abastecer de abono a los organopónicos más cercanos. Desde el principio tuve varios obstáculos porque esa tierra le interesaba a una finca aledaña que tenía mucho ganado y los inspectores de la Agricultura querían entregarle la tierra a esa finca. Tenía a los inspectores arriba de mí todo el tiempo, advirtiéndome: debes producir y me decían a quién debía venderle y a quién no. Todo era para que les diera dinero, pero jamás pudieron obtener un centavo de mí. Al final el dueño de la finca colindante hizo algunas operaciones consideradas "ilegales" y a mí me dejaron tranquilo por un tiempo.
Con la excepción de la tierra, el resto de los insumos y todo lo necesario para empezar a trabajar lo puse de mi bolsillo, pero aun así me vi obligado a pedir un préstamo al banco de 9.000 pesos para comprar vacas y poder producir estiércol y alimentar las lombrices. Llegué a tener más de 20 vacas cebú y logré montar una nave con cerca de 40 canteros.
También me hice de más de 20 chivas produciendo leche y hablé con el Poder Popular de Punta Brava para brindarle leche de chiva a todos los niños de la zona que tuvieran intolerancia a la leche de vaca. Una vez vino una inspección con representantes de la FAO y a raíz de esa visita, como vieron mi trabajo en la UBPC, me asignaron un módulo de cepos plásticos y una computadora para el trabajo. Sin embargo, eso nunca llegó a nuestras manos. Nos enteramos tiempo después que se le habían dado a otra cooperativa, seguramente del circulo de interés de ellos.
Luego, en una reunión supe de la existencia de la Asociación Cubana de Producción Animal (ACPA) y que ellos daban financiamiento para proyectos agrícolas porque estaban asociados con una ONG alemana. Les presento a esa asociación mi proyecto para producir humus de lombriz y me aprobaron 200.000 dólares para desarrollar una cooperativa moderna de tipo orgánica donde se iban a ampliar y modernizar las naves, se iba a comprar un camión, entre otros beneficios. Pero enseguida me cerraron la cuenta bancaria y no me permitían operarla. Me dijeron que no "era interés del Estado producir materia orgánica" y con ese argumento querían cerrar la cooperativa.
Reclamé a todas las instancias posibles, cartas al Consejo de Estado, pero nada prosperó y, ya en la reunión donde me iban a cerrar la cooperativa, un funcionario me dijo: "Flaco, no formes mas líos, te vamos a dejar las vacas y la tierra, pero si sigues formando líos te lo vamos a quitar todo". Ante eso ya no tenía más nada que hacer. Cortaron el suministro de agua y yo le dije a un amigo: dále bulldozer a lo que queda y el trabajo de varios años se arruinó totalmente. Me quedé solamente con las vacas.
En todo ese tropelaje se me ocurrió tratar de solucionar el problema de la basura en Punta Brava y le propongo al Presidente del Poder Popular que yo le pagaba a los carretoneros de caballo, juntos recogíamos la basura y con esa materia orgánica hacia compost, el resto se lo vendíamos a Empresa de Materias Primas. Al hombre le gustó la idea, pero el Director de Comunales se opuso diciendo que eso era "un negocio" y no pudimos hacerlo. Tanto me obstiné que vendí las vacas, las cuales se habían quedado en un limbo jurídico pues la UBPC desapareció y las vacas no eran mías, eran del Estado. Por ese acto ilegal en Cuba estuve preso unos días y me impusieron una multa altísima.
Después de todas esas peripecias, ¿qué decidiste hacer?  
De repente me quedo sin trabajo y a través de amistades logro conseguir empleo en la Empresa Nacional de Suministros Médicos (EMSUME), no sin algunas dificultades debido a mi delito de haber vendido las vacas. Allí estaba encargado de la Reserva Nacional y me percato de cómo los directores no se preocupaban de la debida rotación, había mucha lentitud para sacar las reservas estatales, lo cual provoca que muchos productos como jeringuillas, algodón, etc, se vencieran o se echaran a perder. Pero el director, Ismael Castillo, nos enseñó y asesoró en esa tarea y tuve que aprender y pasar cursos relacionados con la administración y gestión de los insumos médicos. Con el tiempo, unido a la exigencia y laboriosidad deI director, logramos montar un sistema de visita y asesoramiento que mejoró mucho la calidad del trabajo. Recuerdo que hubo problemas en la Base de Almacenes del Cotorro debido a varios robos y mal trabajo. Yo asumí esos almacenes y se logró romper todos los récord de ventas de la entidad porque se trabajaba de verdad.
Pero a Ismael Castillo lo pasan para MEDICUBA, la empresa importadora de medicamentos, y cuando regreso de unas vacaciones me querían poner en otro puesto de menor rango y aprovecho que Ismael me llama para que me vaya a trabajar con él a MEDICUBA y pido la baja de EMSUME. En MEDICUBA ocupé el cargo de Jefe de Operaciones y Transporte Internacional. En ese puesto tuve que aprender de comercio sobre la marcha, llegué a hacerme apoderado de Aduana. En MEDICUBA choqué con la falta de medicamentos debida, entre otras causas, a que los comerciales solo buscan dinero de las firmas extranjeras. La firma que más dinero da es la que más rápido le sacan sus productos de la Aduana, el comerciante honrado que no da dinero de más, se queda esperando y puede quedar en total abandono. Con el trabajo sostenido logramos reducir la falta de medicamentos a siete, de más de 150 en falta que existían en todo el país.
Sucedió después que a Ismael Castillo, un profesional muy capaz, exigente y honesto, lo mandaron a crear Servicios Médicos Cubanos y quisieron unir MEDICUBA con GECATE, una empresa del desaparecido programa "Batalla de Ideas",  con muchísimos recursos pero con unas ideas que no funcionaban en MEDICUBA. Al final, a estas personas de GECATE tuvieron que botarlos porque "acabaron" en MEDICUBA, ya que se perdieron contratos, volvieron las grandes faltas de medicamentos debido a su pésima gestión. Por ejemplo, los electrodos se compraban en China a 10 centavos dólar y ellos terminaron ese contrato y se fueron a comprárselo a unos alemanes que lo vendían a 25 centavos dólar. Llegó un momento en que en Cuba no había electrodos, de hecho la mayoría de los que hay en la actualidad están vencidos. Ismael Castillo me llama y me voy a trabajar para Servicios Médicos Cubanos en la parte de Logística.  
El Gobierno cubano se queda con la mayor parte del dinero que reciben los médicos por su trabajo en el exterior, ¿cómo se maneja el tema de los contratos en Servicios Médicos? 
En realidad,  quien firma el contrato no tiene tiempo de verlo, lo leen horas antes de montarse en el avión. La mayoría de los médicos viene a tener conocimiento del dinero que se le va a pagar cuando está ya en el exterior. En varias ocasiones yo imprimía los contratos a la carrera para que los médicos lo firmaran casi en la escalerilla del avión. Es lo que te puedo decir sobre eso.
No estuviste mucho tiempo en Servicios Médicos…
Estando en Servicios Médicos Cubanos, la esposa de Ismael Castillo decide quedarse a vivir en Estados Unidos y él es declarado "no confiable" y lo sacan de ese puesto. Con la nueva jefatura, pasado un tiempo me quieren rebajar de mi puesto, y decido pedir la baja de Servicios Médicos Cubanos.
Como conozco a mucha gente relacionada con el sector Salud me entero de que en el Instituto de Cardiología del Vedado necesitan un Jefe de Abastecimiento y Transporte, presento mi currículo y me aceptan en julio del pasado año. En este hospital me enfrento a problemas muy similares a los que había visto en mis trabajos anteriores. En el Instituto de Cardiología y Cirugia Cardiovascular, como en todos los hospitales de este país, existe una pésima planificación de las compras de insumos médicos, lo que provoca un altísimo índice de vencimientos, pues los insumos no se usan, no rotan y se acumulan en los almacenes.
Específicamente, en este hospital hay cuatro millones de productos ociosos y de lento movimiento, que totalizan en dinero unos ocho millones de pesos. En el Almacén de Alimentos faltaba comida como pollo y arroz, además "se perdieron" 5.000 litros de petróleo. Se me cita a una reunión el 24 de octubre del 2014 donde me dicen que los almaceneros de comida eran "personas muy respetables" y me iban a acusar de difamación. Yo les digo que lo hagan, pero que yo puedo ir a la policía con todas las pruebas a ver qué pasa. Todos los papeles y pruebas se los presento a la de Economía del hospital y ella me dijo que no me metiera en esos líos, que cuidara mi puesto y mi salario. Antes había pedido en una reunión una auditoría externa y ejecutar un plan de medidas para empezar a resolver las graves deficiencias encontradas. Empecé a molestar.
Tiempo después de comenzar a trabajar en este hospital entra Ismael Castillo de director y le digo todos los problemas que existen. En una ocasión se mandan a pedir 100 tubos de luz fría para el hospital, pero yo le explico que esa cantidad es insuficiente, que hacen falta muchos más. Pero los tubos de luz, por problemas con los almaceneros, no llegan al hospital cuando el director hubiera querido. En una de las reuniones diarias de chequeo, en tono descompuesto, Ismael me acusa de incapaz y de no realizar bien mi trabajo. A partir de ese momento las faltas de respeto del director hacia mi persona aumentaron. Incluso llega a cuestionar mis funciones como Jefe de Abastecimiento cuando le autorizo vacaciones a un subordinado mío. Hago una carta de reclamación al Sindicato donde expongo las amenazas y faltas de respeto del director hacia mi persona y pido mis vacaciones, ya autorizadas con la intención de pedir la baja del hospital. Cuando me incorporo me encuentro que estoy sancionado por tomar vacaciones sin autorización y por el desvío de 150 litros de combustible. Una sanción a mi entender falsa e injusta y que no apelé porque sentía que era inútil apelarla pues la sabía de antemano perdida. Mis días en el Instituto de Cardiología habían terminado. Eso ocurrió en abril de este año.     
Aparte de eso, en este hospital como en tantos otros de la capital hay una creciente insatisfacción de la población con sus servicios, debido a la falta de camas para cualquier tipo de operación, largas colas y espera de hasta cuatro horas para atenderse con el médico, turnos para análisis médicos dilatados, largas estadías hospitalarias, inadecuado tratamiento al paciente o ausencia de médicos en las consultas externas.
Busco trabajo entonces en el Instituto de Neurocirugía, en la misma plaza que tenía en el Instituto de Cardiología, y le explico al director los problemas que había tenido en mi puesto anterior. Él me pasa por la Comisión de Cuadros y me aceptan. Pero en el Instituto de Neurocirugía detecto que de los 356 insumos médicos existentes solo 20 no están vencidos. Y de esos 20, alrededor de 10 u 11 tienen fecha de vencimiento muy próxima: el año entrante o el 2018. Le explico estos problemas al Director y pido que se de una solución pronta. Días después él me llama junto con la de Recursos Humanos para decirme que podía seguir trabajando en mi puesto pero que no me podían nombrar oficialmente Jefe de Abastecimiento, que Ismael Castillo estaba haciendo presión desde Cardiología y dando una mala opinión de mi persona.
Por ello en la actualidad soy responsable de los almacenes de este centro hospitalario sin estar nombrado oficialmente. Me encuentro en una especie de limbo porque, si sucede cualquier percance, es a mí a  quien vienen a reclamarme y,  sin embargo, no ocupo la plaza de manera oficial. Debo firmar vales, tarjetas de solicitud, etc. para que el trabajo fluya, y no tengo la autorización legal para ello. Eso está mal desde el punto de vista legal y laboral. Tampoco hasta hoy me dan una respuesta de qué medidas se van a tomar con los insumos vencidos pues se seguirán comprando más sin una correcta planificación de qué debe adquirirse y qué no.  Por eso estoy asesorándome con abogados de la Asociación Jurídica Cubana para ver como soluciono mi situación de la mejor manera posible.
¿Cuál es tu mensaje a la sociedad cubana y a todos aquellos que van a leer esta entrevista?
El sistema de salud cubano está muy bien pensado para que haya equipamiento y recursos, pero no funciona, es un desastre. Hay una mafia que no desea perder sus prebendas, sus puestos y relaciones y no le interesa hacer con calidad su trabajo. Cuando ven a alguien que señala los problemas tal y como son, enseguida buscan la manera de frenarte y acabar contigo. Te pongo un ejemplo: los grandes almacenes de abastecimiento a los hospitales están todos concentrados a 21 kilómetros de la ciudad, muy lejos y la base de transporte del Instituto de Neurología consta solo de dos motos pequeñas marca Piaggio en muy mal estado; el de Endocrinología solo tiene una moto; y en ambos hospitales la asignación es de 30 litros de gasolina mensuales. El que más tiene es el Oncológico, quien posee dos camiones, pero ahora están rotos. Así es imposible que los recursos lleguen a los hospitales en tiempo, cuando llegan.
En teoría, la empresa de almacenes debe tener transporte para el abastecimiento, pero no los tiene o si los tiene están rotos o tiene muy pocos. En fin, el sistema de salud cubano es un desastre. Además habrá que tomar conciencia de que los médicos deben dedicarse solo a la parte médica y dejarle la administración de los recursos a aquellos que se han preparado para ello. Ese es mi más sincero mensaje.

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