jueves, 14 de enero de 2010
Aimée Cabrera nos informa desde La Habana
Crisis del pan
Las dulcerías-panaderías de la cadena Sylvain, en la capital, tuvieron una gran afluencia de público en la mañana del domingo 10 de enero.
El inusual hecho trajo como consecuencia que las personas tuvieran que hacer largas filas en aceras y portales, por ser estos locales muy pequeños, no obstante la inclemencia del tiempo.
En el Sylvain de Belascoaín y Santa Marta, por citar un ejemplo, había unas cincuenta personas en el portal, y todas estaban para comprar pan, oferta que cuesta en la moneda convertible y, a decir de la población, la calidad del mismo no está acorde con los precios de venta.
Seis panes redondos y suaves en una bolsa de nailon cuestan sesenta centavos de CUC, igual cantidad de panes para perros calientes están a 75 centavos, y un paquete de pan rebanado $1.70, mientras que otras variedades con amplia demanda han dejado de venderse.
Las panaderías donde se adquiere el pan normado han estado vendiendo un pan suave a tres pesos, de forma liberada, éste ha tenido aceptación, a pesar de que “cada día está más malo”-según criterio de una ama de casa que lo tiene que comprar porque “no alcanza la cuota, este pan los muchachos (hijos) lo comen en el desayuno y las meriendas, pero a veces se pierde (no hay)”-concluye.
La inestabilidad existente con el pan ya sea normado o liberado, este último en cualquiera de las dos monedas, trae como consecuencia que la población acapare este alimento; muchas veces para revenderlo, otras para asegurarlo en el hogar. Lo que no se ha dado una explicación del por qué de este déficit, y si empeorará sus formas de distribución.
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Trabajar en las tiendas ha dejado de ser un privilegio. Las pocas estimulaciones que reciben sus trabajadores, las pierden sin que se les dé la debida explicación, mientras son reubicados en las cadenas empresariales existentes.
Por qué y para qué
Los dependientes de las tiendas pertenecientes a CUBALSE –entidad que ya no existe– fueron reubicados en la cadena de tiendas TRD. Esta situación ha traído como consecuencia que se hayan vistos afectados en sus salarios y otras estimulaciones que recibían cuando eran de la anterior.
Espaciosas tiendas recaudadoras de divisas como la ubicada en San Miguel y Belascoaín, conocida como “La Casa de los Gordos”, La Borla en calle Galiano, o Alborada en Calzada del Cerro y Estévez, fueron hasta no hace mucho de los almacenes mejor abastecidos, si se les comparaba con las TRD o las Panamericanas.
Ahora lucen desurtidos y a veces rellenan sus estantes con el mismo producto para evitar grandes espacios vacíos. Sus clientes miran decepcionados y casi nunca logran adquirir lo que necesitan o desean.
Marilyn lleva días entrando y saliendo de las tiendas sin comprar lo que busca. “Este es el único país que tienes dinero y no encuentras en que gastarlo”- dice para resumir con ademanes de enfado.
Las dependientas de una peletería bastante bien surtida en tallas, precios y modelos, conversan entre sí, mientras las personas miran y tocan el calzado sin decidirse a comprarlo.
Ellas están cansadas, es casi la hora de cierre –6 de la tarde– y ahora no entran los códigos de los nuevos productos que venderán al día siguiente. Algunas fueron citadas a la tienda a pesar de estar en su día franco o de descanso, y han ido por gusto.
Una de ellas se queja y las demás están de acuerdo con su sentir. Desde que fueron reubicadas como trabajadoras de las tiendas conocidas como TRD han perdido salario y otras estimulaciones.
“Imagínese, venir a trabajar por $260.00, no vale la pena” -argumenta la cajera y continúa: "Conmigo que no cuenten para quedarme fuera de hora, me voy a hacer la que me duele la cabeza”- y se recuesta al mueble de la caja contadora, entre las risas de sus colegas.
La situación de los bajos salarios parece no acabar y es una de las detonantes para que los trabajadores no se sientan estimulados a trabajar como les exigen sus dirigentes del sindicato y la administración. Estos tiempos de doble moneda y de gran crisis en la economía brindan sólo las peores alternativas para la clase obrera.
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