lunes, 25 de enero de 2010

LA ROSA BLANCA


Por: Jesús Díaz

Yaciendo en el suelo, el alma estrujada,

tras muchos años sin patria,

sumergido en el profundo mar de la nostalgia,

levanto la vista y encuentro una mano que me hala,

es el Apóstol de la frente ancha

que desde su cabalgadura alta,

me mira a los ojos con su dulce y firme mirada.

No pierdas la fe, me dice, libre tendrás patria,

yo no llegué a verla, no pude gozarla,

por lo que te ruego, cuando esto suceda,

y estés en sus playas,

¡De mí no te olvides,

ni de mi rosa blanca!



Cástulo Gregorisch

9/10/05

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