viernes, 27 de mayo de 2011
Golf y mansiones en Cuba: “Lo que no te venda mi hermano te lo vendo yo”
Las ofertas cubanas han estado atrayendo a un turista de bajo poder adquisitivo, a lo sumo de clase media, que deja muy poco, más allá de pagar los paquetes baratos con “todo incluido”.
Rolando Cartaya/ Especial para martinoticias 27 de mayo de 2011
Foto: Reuters
Un turista juega en un campo de Golf de Varadero.
Como decía el jingle comercial de una mueblería de Miami: “¡Lo que no te venda mi padre (sustituya aquí ‘mi padre’ por ‘mi hermano’) te lo vendo yo! ¡Aquí lo que importa es el cash!”.
El gobierno de Raúl Castro, bastante corto de cash, tiene en el turismo su segunda fuente de divisas, sólo detrás de la exportación de servicios. Y a pesar de la crisis mundial, ha conseguido que crezca el número de vacacionistas extranjeros que visitan la isla: este año, hasta abril, lo hicieron un millón 180,000, y se espera que cierren el año con 2 millones 700 mil visitantes. Pero se da la paradoja de que ese indicador sube, y los ingresos del turismo bajan.
Y es que las ofertas cubanas han estado atrayendo a un turista de bajo poder adquisitivo, a lo sumo de clase media, que deja muy poco, más allá de pagar los paquetes baratos con “todo incluido”.
¿Qué hacer? Pues tratar de atraer a esos otros turistas que encienden el Cohiba quemando un billete verde de a cien. Idealmente, americanos, los que han estado viajando crecientemente a Cuba a pesar de la veda.
A ese tipo de americano pudiente, con yate en el canal del patio de su casa, le encantan las marinas y el golf, dos ofertas paralelas del turismo cuya promoción ya fue prevista en el lineamiento número 260 del reciente Congreso comunista: “Crear, diversificar y consolidar de forma acelerada servicios y ofertas complementarias al alojamiento que distingan al país, priorizando el desarrollo de las modalidades: turismo de salud, marinas y náutica, golf e inmobiliaria...”, etcétera
Pero bueno, ¿no era el golf un deporte de burgueses? Depende de cómo ande la caja chica de los Castro. El New York Times tituló un reciente reportaje sobre el tema, Revolutionary Cuba Now Lays Sand Traps for the Bourgeoisie [“La Cuba revolucionaria ahora le pone trampas de arena a la burguesía”]. Las trampas de arena son ess áreas arenosas deliberadamente incluidas en las canchas de golf para agriarles la vida a los golfistas advenedizos.
El reportaje del Times recuerda que Castro, el Che Guevara y otros jóvenes radicales que tomaron el poder en 1959 convirtieron en bases militares los campos cubanos de golf, un deporte que veían como el paradigma de los excesos burgueses.
Pero medio siglo después, los que han ido quedando han dado un giro de 180 grados, y en las últimas semanas dieron la aprobación preliminar para cuatro grandes y lujosos complejos de golf en la isla, los primeros de más de una docena.
Los cuatro proyectos iniciales se valoran en más de 1,500 millones de dólares, y la mitad de las ganancias serán para el gobierno. Los planes incluyen residencias que los visitantes extranjeros podrán comprar.
Citando a los inversionistas foráneos involucrados, el reportero del New York Times, Randal C. Archibold, señala que el deterioro de la economía cubana y el alza de la popularidad del golf han suavizado la posición del gobierno de la isla.
Ahora los promotores de un torneo en el exclusivo balneario de Varadero --donde está la única cancha de 18 hoyos del país-- dicen que hace mucho que el golf dejó de ser un juego para ricos.
En Europa (donde no le escuchan los cubanos que viven hacinados en barbacoas), el ministro de Turismo del régimen, Manuel Marrero, anunció que el gobierno dará luz verde a empresas mixtas para construir 16 complejos --no solamente campos-- de golf.
"Nos han dicho que este emprendimiento es la máxima prioridad en materia de inversión extranjera," le dijo al Times Graham Cooke, un arquitecto canadiense de canchas de golf encargado de diseñar, para un consorcio de tribus indias de Canadá, un proyecto de 410 millones de dólares en la playa de Guardalavaca, provincia de Holguín.
El consorcio indígena, Standing Feather International, (podemos traducirlo como Pluma Parada Internacional), dice que a finales de abril firmó un memorando de entendimiento con el gobierno cubano, y que será el primero en roturar los terrenos en septiembre.
Andrew Macdonald, director ejecutivo del Grupo londinense Esencia, que ayuda a patrocinar el torneo en Cuba y planea un club campestre de 300 millones de dólares en Varadero, le dijo al diario neoyorquino: "Este es un giro fundamental en dirección a tener un sector turístico más ecléctico".
Por su parte Chris Nicholas, director ejecutivo de Pluma Parada, cree que el gobierno revisó su oferta corriente de sol y salsa en la playa y se dio cuenta de que no iba a ser sostenible. "Ellos necesitaban ofertar más atractivos turísticos y decidieron que el golf era una excelente idea", dijo.
Macdonald afirma que las cuestiones políticas ya no son tan importantes,
"No es un problema para ellos", comenta. "Lo que les importa es el turismo".
John Kavulich, asesor principal del Consejo Económico y Comercial Estados Unidos-Cuba, es el aguafiestas del reportaje, advirtiendo que el gobierno cubano tiene un historial de dar marcha atrás a “inminentes” grandes pasos hacia la libre empresa, y que podría estar inmerso en la agonía de explicar cómo estos lujosos complejos coexistirán con las viviendas ruinosas en las que viven todos los demás en Cuba.
Si los proyectos se construyen según lo previsto, los turistas no sólo disfrutarán de nuevas y fabulosas canchas de golf y de la oportunidad de adquirir una segunda casa en Cuba, sino también de centros comerciales, spas y otros costosos privilegios.
Pluma Parada, que llamará a su complejo Estancias de Golf Loma Linda, promete 1,200 villas, bungalows, residencias tipo dúplex y apartamentos, que se construirán sobre 520 hectáreas entre las montañas y la playa. Además, para que la clientela no extrañe sus comodidades caseras, en el centro comercial se venderán productos norteamericanos, aprovechando un conveniente relajamiento de las regulaciones aduaneras.
Se espera que el costo promedio de las residencias sea de 600.000 dólares, mientras que cada una de las las 170 habitaciones del hotel que incluirá el complejo de Guardalavaca se ofertarían por alrededor de 200 dólares la noche.
Todo esto, en abismal contraste con la otra Cuba, el pueblo que vive con un salario medio de 20 dólares mensuales, y ahora, además, sin las gratuidades y subsidios pregonados hasta hace poco por los dirigentes comunistas, tan lejos de la plebe en sus cotos de caza, sus residencias por toda la isla y sus yates privados.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario