viernes, 26 de abril de 2013


Buscando al Chicuelo en tiendas del ICAIC

 | Por Leonel Alberto P. Belette
LA HABANA, Cuba, abril, www.cubanet.org -¿Cómo puede una empresa aspirar a ser rentable, si cierra sus tiendas durante casi un mes cuando un empleado toma vacaciones? Pregúntenselo a los funcionarios del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC).
Debí esperar más de un mes para comprar un pullover que quería en uno de esos negocios, situado en el céntrico Cine Yara. La empleada, nombrada Valentina, partió de vacaciones por tres semanas, y la tienda quedó cerrada sin más. La empresa se dio el lujo de no asignar un remplazo y no se molestó en transferir la mercancía a otra sucursal.
Esperé pacientemente el retorno de Valentina. Pero, tras sus vacaciones, localizarla se transformó en una Odisea. El local permaneció cerrado, ahora con un surrealista cartel en la puerta, que anunciaba la ubicuidad de la empleada: “Estoy aquí, pero fui a la empresa”. A pesar del cartel, la directora económica de la empresa dijo, telefónicamente, no tener idea del paradero de Valentina.
La demanda de pulóveres y otros productos y suvenirs que comercializa el ICAIC ha sido tradicionalmente alta, sobre todo entre los jóvenes, debido a que generalmente son de buen gusto, aceptable precio  y escasa carga política. Pero desde la llegada de Omar González, su actual director, la oferta de sus tiendas se ha politizado. Hasta la propia producción cinematográfica más reciente muestra una creciente tendencia a la banalidad politiquera.
La creciente mediocridad del ICAIC no parece ser casual. Omar González es el mismo personaje que, cuando era director del Instituto Cubano del Libro, afirmó ante un nutrido grupo de intelectuales y religiosos, en el Aula de Conferencias Fray Bartolomé de Las Casas, del Convento San Juan de Letrán, en El  Vedado, que “…la Cultura cubana comenzó con la Revolución, en 1959…”. Y aunque los intelectuales lo abuchearon por lo bajito, el gobierno lo ascendió a los pocos meses.
Finalmente, me di por vencido y abandoné la persecución de Valentina. Encontré el pulóver que buscaba, con un fotograma de El Chicuelo, de Chaplin, y claro que en un tienda ajena al ICAIC.

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