lunes, 29 de julio de 2013

Mienten cuando dicen que dejarán de mentir


Mienten cuando dicen que dejarán de mentir

 | Por Leonardo Calvo Cardenas
LA HABANA, Cuba, julio, www.cubanet.org -Solo basta algún que otro hecho de relevancia nacional para que los golpes de pecho, y enardecidos reclamos y promesas de transparencia, objetividad y crítica abierta que escuchamos en el recién concluido IX Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), se conviertan en letra muerta e inconsecuentes monsergas.
Los propios gobernantes, como si hubieran llegado al poder la semana pasada y con el cinismo y la enajenación de la realidad que los caracteriza, han reprochado a  comunicadores oficialistas su falta de profesionalismo y su incapacidad para incidir con informaciones y comentarios certeros sobre la realidad nacional y los muchos problemas que la complican. Ni cortos ni perezosos, en su cónclave quinquenal, los periodistas volvieron a danzar al compás del ritmo hegemonista al que sirven ciegamente y, al menos verbalmente, se comprometieron a no seguir siendo apóstoles de la omisión y la manipulación informativa, vehículo de la mentira institucionalizada y meros propagandistas del discurso y los diseños oficiales.
Es justo aclarar que tantas décadas de engaños, fraudes y estafas con que las autoridades agreden permanentemente la sensibilidad y la confianza de los ciudadanos, han generado total desprecio y desatención de la mayoría de los cubanos por el discurso y las argumentaciones del alto liderazgo y sus voceros. Nadie puede explicarse cómo es posible hacer votos de veracidad y transparencia para seguir defendiendo la revolución que constituye precisamente la negación de esos valores.
Para confirmar la institucionalizada inconsecuencia, en el momento en que, de palabra, los delegados juraban fidelidad a la verdad y la transparencia, los gobernantes  ponían en práctica la “brillante” idea de enviar nada menos que hacia Corea del Norte, a través del Canal de Panamá, un buque cargado con diez mil toneladas de azúcar y bastante material bélico pesado con misiles convencionales y aviones caza bombarderos incluidos.
En un alarde de irresponsabilidad,  Raúl Castro envía un cargamento de armas ocultas y sin declarar al otro totalitarismo sobreviviente, que para más señas está sometido a un embargo de armas por parte de la comunidad internacional.
Al ser descubierto el buque, la prensa oficialista -“comprometida con la transparencia y la verdad” – solo repite la versión oficial que asegura que el “dulce” material bélico iba a ser reparado en Corea.
El examen de los expertos de la ONU determinará la verdadera naturaleza de la carga; a nadie debe extrañar que los gobernantes cubanos persistan en el trasiego de armas o que violen acuerdos y leyes internacionales con la desfachatez que le caracteriza.
Aunque el hecho continúa generando diariamente páginas de revelaciones y nuevos elementos en los medios informativos internacionales, la prensa oficial -que hace unos días  juró conexión activa y consecuente con la verdad y se pronunció contra el secretismo-, no ha vuelto a hacer un solo comentario sobre el particular. Según la prensa oficial parece que el barco norcoreano pasó por el Triángulo de las Bermudas en lugar de entrar al Canal de Panamá.
Se me ocurre que los miembros de la UPEC muy bien podrían inaugurar su nueva y cacareada “objetividad y transparencia” preguntándole a sus empleadores: ¿ Quién es, dónde está y cuál es el programa del Vicepresidente encargado de la problemática racial, cuya designación anunciara el canciller cubano durante el Examen Periódico Universal del Comité de Derechos Humanos? Los periodistas oficialistas fortalecerían su prestigio profesional y credibilidad si se atrevieran a cuestionar al alto liderazgo por anunciar la mencionada designación en Ginebra sin haberla informado al pueblo cubano.
Al apreciar las represalias sufridas por el académico Esteban Morales, con una larga trayectoria de fidelidad al régimen, cuando se atrevió a denunciar los actos de corrupción de un personaje muy cercano al presidente Raúl Castro y la inquisición mediática que cayó sobre el destacado intelectual Roberto Zurbano a causa de la publicación de un artículo en The New York Times sobre la problemática racial, resulta muy difícil creer en la posibilidad de informar sobre lo que sucede en Cuba con objetividad y sin riesgos.
Los periodistas oficialistas conocen muy bien sus espacios y límites. Hacen el ridículo de prometer una y otra vez lo que saben que no podrán cumplir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario