¡Firmes!, pelados y afeitados
El Instituto Politécnico Economía Habana, por ejemplo, ha querido que alumnos, padres y otros interesados estén al tanto, desde mucho antes del 2 de septiembre— la fecha señalada para empezar las clases—, de varias de las directivas que deberán cumplir los educandos. En ese contexto, este plantel, ubicado en el municipio Cerro, y dedicado a la formación de técnicos de nivel medio en Contabilidad, colocó en su puerta principal una información contentiva del reglamento para el uso del uniforme escolar.
El reglamento dispone que los varones lleven los pantalones semiestrechos y rectos en las piernas, mientras que las sayas de las hembras lleguen a las rodillas. O sea, nada de “tubitos” y faldas cortas. Las blusas y camisas semientalladas y por dentro. Los cintos no podrán ir con hebillas. No se admitirán tatuajes, ni prendas o adornos que desentonen con el uniforme. Se prohíbe el acceso a la escuela con laptops, celulares y MP3. Y muy importante para los varones: solo serán admitidos si vienen pelados, afeitados y peinados. Finalmente se aclara que los pelados tipo “magua, yonki y tiburón” son incompatibles con el porte y aspecto de un estudiante cubano.
Una profesora de este centro manifestó que semejante énfasis acerca de cómo usar el uniforme forma parte de las medidas que se implementarán en el Instituto como respuesta al llamado de Raúl Castro, en un intento por revertir la pérdida de valores que se observa en la sociedad. E insistió la profesora en que, de incumplirse con alguno de los acápites del reglamento, el alumno no podrá acceder a la escuela.
A los que fuimos estudiantes de secundaria básica durante los años 60-70, este reglamento nos recuerda la represión que se desató en esa época contra el pelo largo y otras manifestaciones que las autoridades consideraban como portadoras de “diversionismo ideológico”. Los varones debíamos hacer largas filas para que nuestras cabezas fueran chequeadas por un profesor. Si se nos paraba un simple pelito por detrás, ya nos mandaban de vuelta a nuestras casas.
Claro, en este momento no resulta fácil sacar a un profesor de la actividad docente para que detecte a los estudiantes que acudan a las escuelas con “un magua, un yonki o un tiburón”. La señora Ena Elsa Velázquez, ministra de Educación, recorre por estos días todas las provincias del país con el objetivo de revisar los preparativos del curso escolar. Y no ha habido un territorio visitado donde no haya salido a relucir la aguda escasez de maestros y profesores. Por solo citar dos casos, se informó que en la provincia de Camagüey faltan 772 maestros, mientras que a La Habana será necesario traer a 3000 maestros de otras provincias, al tiempo que se prevé el retorno a las aulas de 2100 docentes que ya se habían jubilado. Los restantes territorios del país piensan resolver el déficit de profesores mediante la contratación de profesionales de otros sectores, y alumnos- monitores de grados superiores.
Así, en medio de reglamentos más rígidos, y el perjuicio del proceso educativo debido al empleo de un personal docente de dudosa calificación, los cubanos encaramos el ya cercano curso escolar 2013-2014.
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