jueves, 2 de enero de 2014

Un gestor del Proyecto Varela

Un gestor del Proyecto Varela

Frank Correa
Cuba actualidad, Jaimanitas, La Habana, (PD) Pedro Figueredo, natural de Palma Soriano, provincia Santiago de Cuba, es un ingeniero mecánico verdadero artista en adaptarle a las motos una invención de su autoría, que sustituye el freno de mano por un juego de varillas, y cigüeñales construidos con los aditamentos menos pensados, nos cuenta su oscura historia de opositor al régimen comunista.
 De joven fue marino mercante y jefe de máquinas de grandes buques. Viajó a lugares tan disímiles como Singapur, Vilgo, Tenerife, Odesa, Québec, Sao Tomé y Príncipe. Hablaba perfectamente el inglés. Innovaba en la dinámica técnica del barco durante el día y por la noche se escabullía en la ciudad, a trabajar de peón en los muelles.
Relata que le pagaban bien y si el barco tocaba puerto por varios meses, invertía el dinero y lo multiplicaba. También jugaba en los casinos, y ganaba en las máquinas tragamonedas. Acumulaba el dinero, que gastaba en Cuba en disfrutar vacaciones con su familia.
Con la llegada del período especial y el desastre económico, el gobierno cubano vendió muchos barcos para pagar deudas y negoció viejos navíos como chatarra. Gran cantidad de marineros quedaron cesantes, o sub empleados en dependencias administrativas, entonces chocaron con la verdadera Cuba. Entre ellos, Pedro que terminó de custodio en una pescadería, con un mísero salario y de vez en cuando una tenca, o una biajaiba como estímulo.
Fue cuando llegó a sus manos el Proyecto Varela, que exigía al gobierno realizar un plesbicito, si se lograban recoger un número determinado de firmas, según contemplaba un artículo de la constitución de la República. Así Pedro se convirtió en uno de sus más fervientes gestores.
Recogió cientos de firmas en Palma Soriano, Palmarito de Cauto, Cautillo, Mella, Dos Caminos y San Luis. Las entregó personalmente a Oswaldo Payá, el organizador del Proyecto. Como represalia por su actividad opositora, lo botaron del trabajo de custodio en la pescadería.
Con su familia pasando hambre, sin un centavo en el bolsillo, pero con la satisfacción del deber cumplido, Pedro Figueredo regresó en tren a su natal Palma Soriano, donde pasó las de Caín para sobrevivir, arreglando cualquier cosa para darle de comer a la familia y enfrentar la difícil situación que atravesaba.
Un día, la policía política le hizo una jugarreta. Un amigo al que apodaban Joseíto le llevó una moto rota para arreglarla y venderla. Le prometió a Pedro que si la echaba a andar, le daría un buen por ciento.
Inmediatamente Pedro se puso en función de corregir los desperfectos. El rodamiento estaba defectuoso por la falta de un diente a la catalina, lo resolvió con una prótesis de soldadura. Cambió el alternador y le colocó un magneto en sustitución de la batería. Le añadió su famoso cigüeñal casero y le vendieron la moto a Juan Alberto Borges, un vecino de la localidad, quien comenzó a pasearse con ella por las calles de Palma Soriano.
Joseíto estaba adscrito al programa de refugiados y con el dinero de la venta de la moto se marchó del país. Pero Juan Alberto Borges fue detenido por la policía cuando violó una señal de Pare y la moto MZ de fabricación alemana, con numeración 20001 como propiedad del estado, pertenecía a la empresa donde laboró Joseíto antes de su partida.
Borges la emprendió contra Pedro Figueredo y lo acusó de estafa. Durante la investigación salió a relucir su participación en el Proyecto Varela y la Seguridad del Estado se encargó con la Fiscalía de que todo el peso de la ley cayera sobre el mecánico-opositor.
Le registraron la casa, incautaron pegatinas con la palabra Cambio y Yo no coopero, un ejemplar del Nuevo Heráld y varias revistas Disidente, pruebas irrefutables erigidas por la Fiscalia para endosarle 7 años de privación de libertad por un delito común de estafa.
"Cuando entré a la prisión El Caguayo, conocí por otro varelista, sancionado también por recoger firmas, del premio Sajarov otorgado a Oswaldo Payá, y de su viaje a Europa a recoger el dinero, pero nunca más supe de él, ni de Borges, ni de Joseíto", dice.
Para Cuba actualidad: frankcorrea4@gmail.com

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