Rematar las esperanzas
El único sindicato permitido en Cuba sigue sin conectar con los trabajadores.
Después de clausurado el XX Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), las esperanzas de cambios en este ámbito siguen siendo nulas.
Rodolfo, un técnico en equipos audiovisuales, piensa que fue otra oportunidad perdida para superar las dificultades que agobian a los más de 4 millones de cubanos laboralmente activos.
"Siempre es lo mismo. Mucha palabrería y en el fondo nada que valga la pena. No quieren aceptar que el sistema no funciona. Es tiempo de ponerle fin a las leyes absurdas que le impiden al trabajador vivir decentemente por medio de su esfuerzo físico o intelectual. Mientras no lo hagan va continuar la apatía y el robo en los centros del estado como alternativa a los bajos salarios y a las pésimas condiciones laborales".
Precisamente la insuficiencia de los honorarios fue uno de los temas que más se plantearon en el Congreso. ¿Qué representan para un trabajador en Cuba los 19 pesos convertibles (menos de 30 dólares)? ¿Es lógico que este sea el salario promedio en un país donde una botella de aceite vegetal cuesta aproximadamente tres dólares, dos libras de bistec de cerdo más de cuatro y un tubo de pasta dental dos?
De no ser por las incursiones en el mercado negro y las remesas de familiares que viven en otros países, la situación sería insostenible. De hecho, quienes no pueden ampararse en algunas de las dos vías de subsistencia mencionadas, transitan más rápido hacia el alcoholismo, la mendicidad, la locura o el suicidio.
Un especialista en economía, que pidió el anonimato, considera que el Gobierno está obligado a poner en práctica aperturas de mayor calado.
"La situación es insostenible. Quiéranlo o no, en los próximos años deberán ir cediendo espacios en materia económica, social y laboral. Existen muchas tensiones que el ciudadano de a pie no puede reconocer, pero que están ahí y aumentan cada día.
"La falta de una ley que legitime la inversión extranjera directa, el burocratismo y la vigencia de una ortodoxia que favorece la ralentización de las transformaciones o su abierto rechazo, son fenómenos que es preciso eliminar lo antes posible. Ellos [el poder] lo saben, solo que todavía les queda cierto margen de maniobra para retrasar el curso de una apertura que tarde o temprano desembocará en un capitalismo de Estado".
A pesar del moderado optimismo del economista respecto a los tiempos que se avecinan, en la calle se percibe un desencanto casi unánime.
Amas de casa, desempleados, obreros y profesionales, expresaron abiertamente sus críticas al Congreso.
De la veintena de personas consultadas, solo dos le dedicaron algún tiempo a los partes oficiales del cónclave que culminó con un discurso de Raúl Castro y las notas de la Internacional. El resto tuvo como referencia los comentarios que circulan de boca en boca en barrios y ciudades.
"Yo no desperdicio ni un minuto de mi tiempo en esa bobería. ¿Para qué? Está visto y comprobado que son unos mentirosos. Muchas promesas y discursos para que todo siga igual", expresó Mariela, oficinista desde hace 20 años, al preguntarle sobre el evento sindical.
"Hace cinco días que cobré y ya no tengo un medio. Ahora tengo que jugármela en la calle, y si las cosas no van bien, pedirle prestado a alguien. No salgo de las deudas", agregó con un gesto de indignación.
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