jueves, 3 de julio de 2014

Algunos comentarios sobre la oposición leal

Jorge Luis González Suárez
Cuba Actualidad, Plaza, La Habana (PD) La revista "Espacio Laical", del Centro Cultural Padre Félix Varela en su edición (Año 10 Nº 1/2014), presenta en oposicion-lealsu sección "La polémica", tres respuestas al trabajo sobre la oposición leal escrito por Roberto Veiga y Leinier González, miembros en aquel momento del consejo de edición de esta publicación y cuyos trabajos fueron divulgados en este mismo ejemplar.
El tema abordado también por otros académicos cubanos, como Rafael Hernández y Arturo López-Levy, se presenta como una nueva posibilidad para su ejecución en el contexto actual. Los intelectuales Haroldo Dilla Alfonso, Armando Chaguaceda y Rafael Rojas, exponen sus puntos de vista sobre el caso, el cual resulta, por lo menos, un planteamiento interesante.
Dilla, quien radica en Santiago de Chile, en su artículo "¿Oposición leal?", expone entre otras concepciones la siguiente: "La constitución en Cuba de un sistema de oposición leal exigiría cuatro condiciones: una cultura política capaz de sostenerla y legitimarla como el mejor ejercicio posible, una institucionalidad apta para viabilizarla, una normativa reguladora y actores responsables. Y creo que nada de esto existe".
Continúa así: "Y no existe -sobre todo- porque el poder estatal en Cuba es monista. Es decir, está monopolizado por una élite narcisista e inapelable, que se considera a sí misma como encarnación de la historia y del futuro de la nación. Es una élite que no considera la posibilidad de compartir o renunciar al poder, que no reconoce el valor de las minorías, convierte a sus ciudadanos en súbditos y manipula al mismo tiempo que desconoce a la comunidad emigrada, ese componente clave de nuestra sociedad transnacional".
El segundo de los pensadores citados confirma de cierta manera lo dicho por su colega. Su crónica titulada "Cuba: los candados de la lealtad" así lo demuestra. En un párrafo de su trabajo Chaguaceda dice: "No hay que ser un sabio para comprender que el código legal vigente en Cuba -desde su Constitución al Código Penal- establece una serie de candados legales para cualquier forma de oposición legal..."
La continuidad de esta idea se ratifica más: "...Adicionalmente, la injerencia del Partido (único) y los órganos policiacos impiden que algún individuo o grupo opositor haga uso de los derechos ciudadanos para participar en el sistema de Poder Popular, ni siquiera en el nivel de base..." Y concluye: "Me parece que se dejan opciones bastante estrechas para combinar disenso y lealtad."
En "Cómo se construye una oposición leal en Cuba", Rojas, se refiere a los posibles caminos y advierte: "Sin el reconocimiento de la legalidad de una oposición en Cuba, difícilmente se podrá asegurar el marco jurídico de consenso que se requiere para institucionalizar el nuevo pluralismo político".
Los tres comentaristas coinciden en algo que está más claro que el agua: esta aspiración es solo una gran utopía en nuestras condiciones.
El totalitarismo, fascista o socialista, no admite ningún tipo de disentimiento, por tanto no se permitirá ningún tipo de oposición leal ni desleal a la ideología gobernante.
La cubierta de este número recoge una frase del fallecido Monseñor Carlos Manuel de Céspedes que es clave. La cita dice: "Un proyecto transicional, para nuestro país, será tanto más eficaz cuanto mejor consiga la concertación de las voluntades presentes en la Cuba contemporánea".
Quiera Dios que ilumine el camino de quienes son parte de esta psicología, para lograr los beneficios que proporcionarían cambios pacíficos generales.
Para Cuba Actualidadjorgelibrero2012@gmail.com

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