Ninguna “iniciativa personal” recibe la luz verde y el apoyo financiero del gobierno, sin condiciones de por medio
jueves, febrero 26, 2015 | Ernesto Pérez Chang | 2 Comentarios
LA HABANA, Cuba. -“La Fábrica de Arte se ha vuelto un poco problemática para algunos y hasta se ha pensado en cerrarla. No sé por qué no lo han hecho ya”, nos comentó un funcionario del Ministerio de Cultura de Cuba (MINCULT) ―cuya identidad nos reservamos― cuando le preguntamos sobre lo que se piensa en las instituciones del gobierno que rigen la cultura oficial acerca del proyecto artístico que concibió y dirige el músico X Alfonso.
A pesar de que el propio equipo de trabajo de la Fábrica de Arte Cubano (FAC) había anunciado hace unos meses un cierre por “remodelación y ampliación de obras”, algunos rumoraron que había sido resultado de la censura, lo cual ha sido desmentido por trabajadores del lugar que, no obstante, reconocen que el proyecto ha tenido que bregar contra muchísimos obstáculos impuestos por quienes, dentro del propio MINCULT, se comportan como guardianes ideológicos.
Proyecto de X Alfonso, impulsado por el MINCULT
Según ha declarado X Alfonso en numerosas entrevistas, la FAC, aunque es una “iniciativa personal”, desde sus inicios tuvo el respaldo logístico y financiero del Ministerio de Cultura, motivo por el cual el proyecto ha recibido fuertes críticas de todas partes porque para nadie es ajeno que en Cuba ninguna “iniciativa personal”, mucho menos en el ámbito de la cultura, recibe la luz verde y el apoyo financiero del gobierno, si antes no se fijan los límites de actuación dentro de los marcos ideológicos establecidos por el Partido Comunista.
Ni los estudios de grabación del cantautor Silvio Rodríguez ni el Taller de Técnicas Narrativas del escritor Eduardo Heras León hubieran existido sin el beneplácito y hasta el espaldarazo de los principales dirigentes cubanos. Aunque es bueno acotar que la aprobación y el apoyo a estos otros dos proyectos pudieran ser vistos como una estrategia de simulación de un cambio de imagen por parte del gobierno que, años atrás, había proscrito a ambos intelectuales por considerarlos “contrarrevolucionarios”. También están los que opinan que el consentimiento de tales “iniciativas individuales” son “una especie de pago por portarse bien” o por “guardar silencio”.
Sin embargo, Carlos Javier, un joven artista plástico que visita con frecuencia la Fábrica de Arte, opina que la aprobación del proyecto de X Alfonso tal vez fue una táctica para “apaciguarlo”, en un momento en que sus discos habían remontado el “punto crítico”:
“Le pasaron la mano, para ponerlo contento. Hay dos caminos, o él se somete y baja la bandera o aprovecha el espacio sin tener miedo a las consecuencias. Lo cual me parece una locura. Mira, en esto nunca se sabe la verdad. El gobierno sabe bien cómo acorralarte y todo el mundo no resiste que te vigilen o que te rechacen o te limiten, más cuando eres un artista o un escritor, y somos humanos, algunos resisten toda la presión psicológica pero otros cuelgan el sable y se amansan. El gobierno sabe que la debilidad de los artistas es el ego inmenso que tienen casi todos y sabe manipular eso. Cuando dejan de mencionar tu nombre o tu obra en la televisión, cuando tu música la retiran de los lugares, es duro y la gente cede, se doblega”.
Según otro funcionario de cultura que nos ha pedido discreción: “Todos los proyectos culturales individuales permitidos, autorizados, en la isla, sin excepción, deben seguir estrictamente el guion pactado de antemano con los funcionarios del MINCULT, algunos de ellos oficiales de la Seguridad del Estado que actúan de manera encubierta. Nadie abre una galería o un estudio de grabación si antes no hay por medio meses y hasta años de conversaciones con toda la alta jerarquía y de investigaciones por parte de la Seguridad”. Y continúa diciendo: “Si no te ganas la confianza de ellos, si eres muy rebelde o peligroso, si se dan cuenta de que no eres manipulable o si ellos no tienen alguna deuda contigo, como es el caso de Heras León, Silvio o Antón Arrufat, puedes olvidarte de proyectos, ni sueñes con ellos. Aun así, ellos tienen que hacer lo que está permitido y si no, es el caso de Fábrica de Arte, que para mí no es gran cosa ni hacen nada que escandalice, pero no obedecer es un delito grave. ¿No le quitaron la electricidad a los estudios de Silvio cuando se atrevió a lanzar una pequeña crítica? Y que no me digan que fue casualidad. En todos los años que llevo en Cultura he aprendido a identificar cuándo es que nos bajan los pantalones para darnos unas nalgaditas”.
La verdad detrás del privilegio
Para numerosos intelectuales y artistas cubanos, incluso para algunos seguidores de su obra musical, el proyecto cultural de X Alfonso, y hasta la proyección contestataria del músico, se comenzaron a desvirtuar desde el momento en que aceptó lo que algunos llaman una “confabulación” con los limitados y excluyentes espacios de la oficialidad.
Miosotis Llero, fiel admiradora del artista, reconoce que “hay algo raro en esto de la Fábrica [de Arte] y que se lo permitan así de fácil. ¿Por qué a él? Hay que saber las letras de sus canciones para darse cuenta de que algo se traen entre manos. Como dice todo el mundo, ahora todo es colorete pero deja que se acabe la fiesta y todos vean lo bien feo que era el payaso. Yo lo admiro, es un gran músico, inteligente pero sé que a nadie le permiten desarrollar un proyecto así de ambicioso y problemático sin dobles y hasta triples intenciones, y no creo que él sea un ingenuo. Ningún artista ni escritor en Cuba lo es”.
Basado en los precios prohibitivos del lugar, Denis ―un estudiante de música que ha tenido la oportunidad de frecuentar la FAC en varias ocasiones porque su padre, músico en una orquesta exitosa, corre con los gastos―, sospecha que el espacio fue pensado así, tan caro, para frenar la divulgación popular del proyecto:
“50 pesos [dos dólares] la entrada y casi un dólar por una tacita de café, que es lo más barato. Sin contar con la amenaza de que si se te pierde la tarjeta de consumo tienes que pagar 30 fulas [dólares]. Nadie que viva del salario puede venir a este lugar, y está hecho para que funcione así. Le aprobaron el proyecto, pero porque saben que la gente no se va a gastar ese dineral en venir. La mayoría del tiempo no hay mucha gente, solo extranjeros que los traen en guaguas para que vean la libertad de expresión que existe en Cuba. [Se ríe] ¿A quién se le ocurre cobrar la entrada a una galería de arte o a un concierto de trova? Si solo quieres ver una película o una obra de teatro, tienes que pagar los 50 pesos [dos dólares] de la entrada. ¡Para eso compras la película! ¿Qué sala de
teatro cobra tanto por una función? Cuando analizas, te das cuenta que el proyecto existe, pero no es para los cubanos, es para turistas o los artistas que tienen dinero. Yo puedo venir porque mi padre es músico y me lo puedo permitir. Aquí suceden cosas interesantes. Pero tengo amigos que, aunque quieren venir, ni se acercan. He tenido que pagarles las entradas y el consumo porque sé que es un abuso. En ese sentido, aunque lo respeto, X Alfonso es un hipócrita porque en las canciones habla de la miseria del pueblo y del duro día a día de la gente, pero es un abusador con los precios. Y si fue el gobierno quien le dijo que tenía que cobrar esa cantidad, entonces es más cabrón todavía porque tenía que haberlos mandado a la mierda”.
Precios inaccesibles
Son muy pocos los que pueden frecuentar el lugar y hasta llama poderosamente la atención un letrero gigantesco en la entrada advirtiendo que la FAC “se reserva el derecho de admisión”. Esa frase, de moda en varios establecimientos del país, se presta para numerosas interpretaciones que pueden dar lugar a exclusiones y prejuicios de todo tipo.
La Fábrica de Arte Cubano, emplazada en la barriada de Nuevo Vedado, en lo que fuera la fábrica de aceite El Cocinero, es un complejo cultural que incluye galerías de arte, salas de concierto, cine, cafetería y bar. Nadie sabe a ciencia cierta cuál es la verdadera proyección social de la empresa pero, sin dudas, por el alto precio de la entrada (donde no está incluido el consumo de bebidas) y por las horas en que funciona (la apertura es a las 8 de la noche y los conciertos comienzan después de las 11), no es un lugar para acercar las artes a la gente común ni para inculcar valores estéticos en los más jóvenes. De modo que, contrastando la Fábrica de X Alfonso con el actual discurso del régimen, habría que preguntarse si también para la cultura (“escudo y arma de la revolución” según la definiera alguna vez Fidel Castro) se terminaron todas las gratuidades. También sería válido indagar si la Fábrica de Arte, debido al respaldo institucional que ha recibido, no es más que un experimento del gobierno, disfrazado de “iniciativa individual”, para monitorear el estado de las ideas entre los artistas y crear ilusorias válvulas de escape en un país a punto de estallar debido a las presiones de los tiempos que corren.
No hay comentarios:
Publicar un comentario