El 1º de abril en la Historia de Cuba
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• 1667 -
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- Francisco Dávila Orejón y Gastón.
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Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 189-190 nos describe los acontecimientos del 1º de abril de 1667 en la Historia de Cuba:
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“Cuba estaba azotada por el filibusterismo en las postrimerías del segundo tercio del siglo XVII. La América española sufría las depredaciones de los delincuentes del mar, que contaban con bases de operaciones en Tortugas, Santo Domingo, Barbados y Jamaica. Cuba tuvo que hallarse entre las regiones más castigadas por el pillaje organizado. En la Navidad de 1665 Sancti Spíritus fue asolado por la turba de facinerosos capitaneada por el francés Pierre Le Grand. El desenfreno se manifestaba por todas partes, y hubo momento en que pareció mal incurable.
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“Las rencillas y luchas de España con Inglaterra y Francia llegaban a Cuba. En poco más de un año, para mengua y deshonor de las cortes que patrocinaban tales excesos, sobre unas doscientas haciendas cubanas, enclavadas -a lo largo de costas indefensas, fueron esquilmadas por hordas de ingleses y franceses. Estas saqueaban los vecindarios, robaban animales y dineros, incendiaban los caseríos y convertían a las esposas e hijas de los inofensivos campesinos en pasto de su lascivia.
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“En situación tan desesperada se hallaba la Isla en los primeros tiempos del mando del maestre de campo Francisco Dávila Orejón y Gastón. Pero este animoso veterano no permaneció indiferente ni inactivo ante enormidades tales. Se ocupó en estudiar los medios de defensa. Concibió un plan. Y convocó a las demás autoridades y personas notables de La Habana para comunicarles sus intenciones.
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“La reunión de autoridades y vecinos de La Habana con el Gobernador General se efectuó el 1° de abril de 1667. Dávila Orejón, en un discurso vehemente, excitó el patriotismo de todos. Pintó con vivos colores el estado de la Metrópoli, en guerra con los poderes más formidables de Europa. Encareció la necesidad de no dilatar los aprestos defensivos. Luego, refiriéndose a los enemigos internacionales, dijo:
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“No nos fundemos ya en su desunión para omitir diligencias que conduzcan a nuestra seguridad y conservación, cuando con tales avisos nos anuncian la quema y el saqueo de esta ciudad. Sobran ya para no perder más tiempo y ocupar el que nos queda en la defensa más segura y eficaz, como lo será infaliblemente el ceñirla de trincheras y faginas de quince tercios de grueso y un estado de alto; lo cual nos dará un foso en lo profundo y ancho de la misma proporción que la trinchera. Esto y el foso, con buenas y fuertes estacadas, bastarán no sólo a defenderla de piratas, sino de un ejército regular. Se dispondrá como si fuera una muralla real: que, si desde cincuenta años atrás se hubiera principiado, hallárese hoy esta plaza la más fuerte del Mundo, y sus moradores con ánimo más quieto. Señores, la obra de la trinchera que propongo, repartida por compañías, dueños de ingenios y personas que puedan ejecutar la porción que se les señalare, según su posibilidad y gente, se puede levantar en treinta días."
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“La palabra de Dávila Orejón constituía en La Habana de principios del tercer tercio del siglo XVII uno de los valores culturales más apreciados. Su discurso de 1° de abril de 1667 levantó el espíritu público. El gobernante de Cuba estaba en manos de un claro varón.”
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