jueves, 7 de abril de 2016

Guanabacoa: El Gobierno vende viviendas 'hechas al trozo' a antiguos albergados

ADRIANA ZAMORA | La Habana | 7 Abr 2016 - 4:53 am. | 8

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Edificios para albergados (izq) frente a los contruidos para militares. La Jata, Guanabacoa. (A. ZAMORA)

Ducha de un edificio para antiguos albergados. La Jata, Guanabacoa. (A. ZAMORA)
El Noticiero Nacional de Televisión se ha mostrado "interesado" por la calidad de los apartamentos que se entregan a los albergados de la capital. Un reciente reportaje dedicado al tema pretendió ser una búsqueda de explicaciones y responsabilidades, pues los beneficiados ya se quejan de que los suelos de sus viviendas, hechos de cemento fundido y no de lozas, se han empezado a rajar, a pesar del escaso tiempo de uso que tienen.
En la comunidad construida en La Jata, municipio Guanabacoa, los suelos son solo una parte del problema.
Las viviendas se comenzaron a construir hace dos años por brigadas de trabajadores procedentes de otras provincias, sobre todo Mayabeque y Matanzas. Los edificios han sido nombrados por eso "Mayabeque 1" o "Matanzas 2". El barrio, aunque ha crecido y sigue creciendo con nuevas edificaciones, todavía no tiene nombre. "Los edificios nuevos", le llaman los guanabacoenses.
Allí han recibido apartamentos albergados de distintos lugares de la capital, desde la misma Guanabacoa hasta el Cotorro. Algunos perdieron hace décadas su vivienda en un derrumbe o un ciclón.
"Nosotros venimos de la Monumental", dice una señora, aludiendo a una antigua posada convertida en albergue, ubicada en la carretera del mismo nombre. "Llevábamos ocho años albergados cuando nos dieron esta casa hace dos años".
Otras personas, como Magdalena, vienen de los albergues de la Yuca y llevaban más de 20 años viviendo allí. "Ahora se han puesto las pilas con nosotros, por el lío del plomo", explica. "Ya había demasiada gente dando positivo a los análisis del plomo en sangre".
Los vecinos de los albergues de la Yuca se quejan desde hace años de la cantidad de plomo en el terreno y ahora las autoridades han empezado a sacar a los más antiguos.
Una joven de 21 años, que vivía albergada en Villa María cuenta que esta es la primera vez que vive en una casa. "Mi abuela y mi mamá están albergadas desde 1993. Yo nací en el albergue".
Sin embargo, la alegría que debería ser para ellos recibir por fin sus apartamentos se ve frustrada por las condiciones en que se los entregan.
"Las casas no son gratuitas", explica Magdalena. "Tenemos que pagarlas como todo el mundo, y está bien que así sea. Pero el problema es que es muy duro pagar por algo que no está terminado".
La casa de Magdalena no tiene lozas en el piso, lo mismo que las otras, pero también presenta otros problemas. "El tragante del patio nunca tragó y la puerta está sin tornillos en las bisagras. Mejor no hablar de las filtraciones. Mi vecina de arriba casi no puede limpiar por culpa del agua que me cae por el techo de la cocina". Y Magdalena tiene que pagar su apartamento como "nuevo".
La muchacha de Villa María cuenta que cuando llegó a su apartamento nuevo no pudo resistir la decepción. "Los cuartos no tenían puertas y el agua que se filtraba del apartamento de arriba salía por los tomacorrientes. No podíamos encender la luz".
Todos los arreglos los tienen que costear los nuevos habitantes, a pesar de que el apartamento todavía está dentro de su tiempo de garantía. Las casas "no tienen ni azulejos en el baño o en la cocina. En la escalera tampoco hay lozas, es el cemento crudo. El edificio tiene unos meses de entregado y ya se caen los pedazos de cemento de las escaleras".
No hay jardines, ni alumbrado público y muchos ni siquiera tienen aceras. Aunque los edificios cuentan con tanques y cisternas, el agua no entra "porque no han terminado la instalación de las tuberías", según explican los vecinos.
Dos de los edificios cercanos al de Magdalena sí tienen azulejos y lozas y el acabado es evidentemente superior. "Es que esos eran de los militares", explica un vecino. "Ellos los donaron para los albergados".
"Los donaron porque no querían vivir aquí con nosotros", matiza la muchacha de Villa María. "Decían que esto estaba lleno de delincuentes, pero no es verdad. Aquí hay de todo, pero hay gente decente también".
Señala la calle que divide dos grandes bloques de edificios. "De la calle para allá viven los militares. De la calle para acá empieza la favela", explica.
Los militares no se limitan para demostrar que no quieren mezclarse con los albergados. Sus edificios tienen lozas y azulejos, jardines, aceras, alumbrado público. La brigada que construye para ellos es la misma que lo hace para los albergados, sin embargo, la diferencia en la calidad de los apartamentos salta a la vista.
Aunque se supone que todas las construcciones son de "bajo costo", es obvio que en unos se gasta mucho más que en otros.
En una comunidad similar que se construye en Alamar, el ahorro está en la mano de obra, pues emplean reclusos. Pero no cualquier tipo de recluso, todos los trabajadores saben de construcción, algunos de ellos incluso son especialistas.
Los apartamentos tienen todos tres cuartos amplios. Los azulejos de pisos, baños y cocinas combinan a la perfección. Tienen agua fría y caliente en baño y cocina. Las plantas bajas llevan rejas de protección en las ventanas y en los patios. Los constructores han ubicado bancos y han plantado césped y flores en los jardines.
"Aquí no tenemos pisos de mortero. Esos pisos, por muy bien que uno funda este cemento, siempre terminan rajándose", dice uno de los responsables de la brigada.
En el reportaje del NTV un ingeniero entrevistado dijo que no es un problema de presupuesto, que el valor de un piso con lozas es el mismo que el del cemento fundido.
"¿Entonces por qué no nos ponen lozas?", pregunta Magdalena en La Jata.
Orlando, un profesor retirado opina que "es la persistencia de la pobreza. Aquí no hay un verdadero programa para sacar a la gente de la miseria, no hay trabajo social ni proyectos sociales que ayuden".
Sobre el mal estado de los apartamentos entregados a personas sin recursos comenta que "están hechos al trozo". Con el objetivo de entregarlos rápido y parar las quejas de la población, la calidad pasa a un último plano.
Esta opinión parece confirmada por un funcionario de la brigada matancera que trabaja en la Jata. "Ojalá pudiéramos poner lozas, para quitarnos las quejas de encima, pero en los contratos de esos edificios no hay ni lozas ni azulejos. Esos edificios ya están terminados", dice. Para los que les fabrican a los militares "sí hay de todo en el contrato".
El porqué de esta diferencia es algo que el funcionario tiene muy claro. "Es que esos apartamentos son para albergados", dice como si la respuesta fuera una perogrullada.
Ahí tienen su contestación los tan preocupados periodistas del NTV.

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