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Por Alfredo M. Cepero
Director de www.lanuevanacion.com
Sígame en: http://twitter.com/@AlfredoCepero
El tribalismo destructivo de una izquierda que anteponen sus intereses partidistas a los intereses de la nación norteamericana.
Los Estados Unidos se distinguen por ser una nación donde abundan las estadística de todo tipo. Una de las más fascinantes es la que cataloga a los votantes norteamericanos en derechistas, izquierdistas y moderados. Entre las estadísticas más confiables, los moderados predominan con el 55 por ciento, mientras los de derecha representan el 25 y los de izquierda el 20. Tal como lo han demostrado las dos últimas elecciones presidenciales los moderados han determinado la victoria inclinándose a la izquierda en el 2012 y a la derecha en el 2016. Pero un péndulo que es inclinado hacia uno u otro extremo por los moderados llena de incertidumbre e incomodidad a los activistas de ambos extremos del espectro ideológico.
Por lo tanto, ambos se han dado a la tarea de consolidar sus respectivas bases electorales con mensajes y tácticas diametralmente opuestas. Los republicanos acentuando los intereses comunes de todos los ciudadanos bajo el concepto de unidad nacional y los demócratas destacando los intereses particulares y divergentes de los diferentes grupos que integran la sociedad norteamericana. El nacionalismo conservador predicado por Donald Trump frente al tribalismo izquierdista promovido principalmente por Bernie Sanders y, en igual medida, por Hillary Clinton.
En este momento resulta oportuno definir los conceptos de nación y de tribu. La nación es un conjunto de personas de un mismo origen étnico que comparten principios, vínculos históricos, culturales, religiosos y metas comunes. Tienen conciencia de pertenecer a un mismo pueblo o comunidad, y generalmente hablan el mismo idioma y comparten un territorio. La tribu es un concepto más primitivo de gente unida por la etnicidad, el idioma y la cultura pero sin cohesión con respecto a principios, metas o ideología comunes.
El liderazgo en las naciones es obtenido a base de experiencia o sabiduría, mientras en las tribus es asignado sobre la base de emoción y de fuerza bruta. El enemigo tiene que ser destruido con todos los medios y a toda costa como lo muestran la violencia y la vulgaridad desplegadas por la izquierda vitriólica contra el actual presidente y sus partidarios. La marea de odio ha llegado hasta los centros de enseñanza donde se confronta con violencia a cualquier disertante que cuestione los dogmas defendidos por la izquierda.
El mensaje conservador adelantado por Trump y abrazado por la mayoría de los norteamericanos está matizado de un profundo patriotismo y de un fuerte sentimiento nacionalista. Sus partidarios despliegan banderas norteamericanas y gritan constantemente a todo pulmón USA…USA…USA. Trump se refiere siempre a los "americanos olvidados" sin hablar en ningún momento de un grupo específico de ciudadanos.
Los demócratas, por su parte, ignoran en gran medida los símbolos de unidad nacional y concentran su mensaje en las diferencias entre los distintos grupos que integran la sociedad norteamericana. Los pobres contra los ricos, los blancos contra los negros, los hombres contra las mujeres, los jóvenes contra los viejos, los obreros contra los empresarios. Piezas de un rompecabezas destinadas a vivir en un eterno conflicto. El tribalismo destructivo de una izquierda que anteponen sus intereses partidistas a los intereses de la nación norteamericana.
Una mentalidad similar a la que trajo consigo el suicidio de las culturas nativas del indio americano frente a los invasores europeos. Se aferraron a sus costumbres ancestrales y fueron incapaces de reconocer las ventajas de civilizaciones más avanzadas. Aunque las estadísticas dan cuenta de la existencia actual de descendientes de más de 567 tribus indias (que ellos llaman naciones) en los Estados Unidos todas son una fantasía. La realidad es que los Sioux, los Cherokee o los Navajo fueron a dar primero a reservaciones y después terminaron siendo absorbidos por la cultura predominantes del Viejo Continente.
El contraste, sin embargo, se encuentra en el hecho de que aquellos hombres primitivos y privados de información fueron al suicidio por ignorancia. Los tribalistas de nuestros tiempos van al suicidio con pleno conocimiento de su error pero con un odio visceral a los valores americanos tradicionales de soberanía, religiosidad, defensa de la libertad, individualismo y auto preservación.
Quieren una América atea, de fronteras abiertas, retirada del mundo, control gubernamental y dependencia ciudadana del estado todopoderoso. Quieren una América aceptada por su mediocridad antes que rechazada por su excelencia. Para ellos, mostrar orgullo de ser americanos es un insulto al resto del mundo. El problema es que el resto del mundo envidia a los Estados Unidos de todas maneras. Los envidia con la intensidad que el envidioso envidia al triunfador.
Lamentablemente esta confrontación entre el nacionalismo y el tribalismo no da muestras de tener un final cercano. Los dos bandos se encuentran firmemente atrincherados y la batalla será decidida en futuros procesos electorales. Vaticino que, irónicamente, será decidida por los que se declaran moderados e independientes de ambos partidos. Los ideólogos tendrán que aceptar el mandato del pueblo en las urnas. Un triunfo de la tan criticada democracia.
7-4-17
La Nueva Nación es una publicación independiente cuyas metas son la defensa de la libertad, la preservación de la democracia y la promoción de la libre empresa. Visítenos en : http://www.lanuevanacion.com
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Los Estados Unidos se distinguen por ser una nación donde abundan las estadística de todo tipo. Una de las más fascinantes es la que cataloga a los votantes norteamericanos en derechistas, izquierdistas y moderados. Entre las estadísticas más confiables, los moderados predominan con el 55 por ciento, mientras los de derecha representan el 25 y los de izquierda el 20. Tal como lo han demostrado las dos últimas elecciones presidenciales los moderados han determinado la victoria inclinándose a la izquierda en el 2012 y a la derecha en el 2016. Pero un péndulo que es inclinado hacia uno u otro extremo por los moderados llena de incertidumbre e incomodidad a los activistas de ambos extremos del espectro ideológico.
Por lo tanto, ambos se han dado a la tarea de consolidar sus respectivas bases electorales con mensajes y tácticas diametralmente opuestas. Los republicanos acentuando los intereses comunes de todos los ciudadanos bajo el concepto de unidad nacional y los demócratas destacando los intereses particulares y divergentes de los diferentes grupos que integran la sociedad norteamericana. El nacionalismo conservador predicado por Donald Trump frente al tribalismo izquierdista promovido principalmente por Bernie Sanders y, en igual medida, por Hillary Clinton.
En este momento resulta oportuno definir los conceptos de nación y de tribu. La nación es un conjunto de personas de un mismo origen étnico que comparten principios, vínculos históricos, culturales, religiosos y metas comunes. Tienen conciencia de pertenecer a un mismo pueblo o comunidad, y generalmente hablan el mismo idioma y comparten un territorio. La tribu es un concepto más primitivo de gente unida por la etnicidad, el idioma y la cultura pero sin cohesión con respecto a principios, metas o ideología comunes.
El liderazgo en las naciones es obtenido a base de experiencia o sabiduría, mientras en las tribus es asignado sobre la base de emoción y de fuerza bruta. El enemigo tiene que ser destruido con todos los medios y a toda costa como lo muestran la violencia y la vulgaridad desplegadas por la izquierda vitriólica contra el actual presidente y sus partidarios. La marea de odio ha llegado hasta los centros de enseñanza donde se confronta con violencia a cualquier disertante que cuestione los dogmas defendidos por la izquierda.
El mensaje conservador adelantado por Trump y abrazado por la mayoría de los norteamericanos está matizado de un profundo patriotismo y de un fuerte sentimiento nacionalista. Sus partidarios despliegan banderas norteamericanas y gritan constantemente a todo pulmón USA…USA…USA. Trump se refiere siempre a los "americanos olvidados" sin hablar en ningún momento de un grupo específico de ciudadanos.
Los demócratas, por su parte, ignoran en gran medida los símbolos de unidad nacional y concentran su mensaje en las diferencias entre los distintos grupos que integran la sociedad norteamericana. Los pobres contra los ricos, los blancos contra los negros, los hombres contra las mujeres, los jóvenes contra los viejos, los obreros contra los empresarios. Piezas de un rompecabezas destinadas a vivir en un eterno conflicto. El tribalismo destructivo de una izquierda que anteponen sus intereses partidistas a los intereses de la nación norteamericana.
Una mentalidad similar a la que trajo consigo el suicidio de las culturas nativas del indio americano frente a los invasores europeos. Se aferraron a sus costumbres ancestrales y fueron incapaces de reconocer las ventajas de civilizaciones más avanzadas. Aunque las estadísticas dan cuenta de la existencia actual de descendientes de más de 567 tribus indias (que ellos llaman naciones) en los Estados Unidos todas son una fantasía. La realidad es que los Sioux, los Cherokee o los Navajo fueron a dar primero a reservaciones y después terminaron siendo absorbidos por la cultura predominantes del Viejo Continente.
El contraste, sin embargo, se encuentra en el hecho de que aquellos hombres primitivos y privados de información fueron al suicidio por ignorancia. Los tribalistas de nuestros tiempos van al suicidio con pleno conocimiento de su error pero con un odio visceral a los valores americanos tradicionales de soberanía, religiosidad, defensa de la libertad, individualismo y auto preservación.
Quieren una América atea, de fronteras abiertas, retirada del mundo, control gubernamental y dependencia ciudadana del estado todopoderoso. Quieren una América aceptada por su mediocridad antes que rechazada por su excelencia. Para ellos, mostrar orgullo de ser americanos es un insulto al resto del mundo. El problema es que el resto del mundo envidia a los Estados Unidos de todas maneras. Los envidia con la intensidad que el envidioso envidia al triunfador.
Lamentablemente esta confrontación entre el nacionalismo y el tribalismo no da muestras de tener un final cercano. Los dos bandos se encuentran firmemente atrincherados y la batalla será decidida en futuros procesos electorales. Vaticino que, irónicamente, será decidida por los que se declaran moderados e independientes de ambos partidos. Los ideólogos tendrán que aceptar el mandato del pueblo en las urnas. Un triunfo de la tan criticada democracia.
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