jueves, 8 de agosto de 2019

JAN Y CUJE


Escrito por Roberto Luque Escalona    Martes, 11 de Diciembre de 2018 15:59    
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*No salió de la nada, pero lo cierto es yo no tenía noticas de ella. Me refiero a Vox, una organización española de derechas, o como dice la prensa putanesca, “ultraderechista”. ¿Cuál es la diferencia entre “derechista “ y “ultraderechista”? Pues que los derechistas ya no existen, ya no existimos; ahora, todos los que nos oponemos al socialismo, al globalismo o a cualquiera otra forma de opresión somos “ultraderechistas”. Por cierto, no sé si se habrán fijado que nadie habla de “ultraizquierdistas”

Sucedió que esta organización, cuyo nombre significa “voz” en latín, llevaba varios años creciendo en la sombra hasta que, hace apenas unos días dijo “aquí estamos”  en las elecciones celebradas en Andalucía, un bastión de la izquierda gobernado por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) desde que se instauró la democracia en España hace cuarenta años. Con doce diputados electos, no parece interesarles formar gobierno, pero sí impedirán que la corrupta e inepta izquierda pueda formarlo.

Como “daño colateral”, el desempeño de Vox les ha provocado una ataque de histeria paroxismal a los de Podemos, unos comunistas  tan desvergonzados que aceptaron ser financiados por los narco-bolivarianos. Su  jefe, el flaquito de la coleta y las camisas arremangadas, convocó a manifestaciones en Málaga y Granada, con unos lemas tan estúpidos que ni siquiera la estupidez puede explicarlos; solo la desesperación. Entre las burradas de los hijos de Chávez y sobrinos de Maduro estuvo el afirmar que los de Vox estarían dispuesto a volver a fusilar a Federico García Lorca.

Por lo que tengo visto, el nivel de inteligencia de los que dirigen Vox les impediría fusilar no ya al pobre García Lorca, sino incluso a Antonio Machado, quien en un poema proclamó que la pistola del asesino comunista Enrique Líster valía más la pluma con que él, Machado, escribió los versos enloquecidos que le dedicó Los de Vox seguramente saben que a la mayoría de los escritores no se les debe hacer mucho caso cuando hablan de política. 

El dirigente principal de Vox es un vasco llamado Santiago Abascal que no cree en matones ni en la paz de los sepulcros. Cuentan que en el apogeo criminal de ETA no vacilaba en desafiarlos y andaba por Bilbao en bicicleta como si tal cosa.

Y bien, dirán ustedes, ¿Qué nos importa a nosotros la política española? Ustedes tienen todo el derecho del mundo a interesarse en lo que interesante les parezca, pero sucede que yo también tengo ese derecho y en España viven casi todos mis familiares más allegados, comenzando por  mi hija y mi nieta mayor. Además, y esto sí que pudiera interesarles: la vocera de Vox es cubana. Arquitecta de profesión, su nombre es Rocío Monasterio.
La vi por primera vez hace algún tiempo en un programa de la televisión española polemizando con un defensor de la tiranía. “Polemizar” no es el verbo adecuado. ¡Qué paliza! El pobre tipo parecía tener ganas de salir corriendo. Y me dije: “¿Rocío? ¿Cuál Rocío? ¡Es un aguacero!”.

Mi hija, mi nieta, mi yerno y mi ex esposa son todos ciudadanos americanos. Pero los otros tienen la ciudadanía española. Me atrevo a decir que todos votarán por Vox cuando haya elecciones en Madrid.

*Hace ya algún tiempo, cuando se inició la notoriedad nacional de Marco Rubio, los del Burro quisieron tener también su “esperanza latina”. No estoy seguro si Rubio se considera “latino”; espero que no, pero ese no es el asunto. De lo que se trata es de promover figuras políticas que respondan a esa absurda pero muy americana denominación. Entonces surgieron en Texas los Hermanos Castro. No, esos no. Hablo de unos gemelos chicanos de San Antonio. Sobre todo uno de ellos, alcalde de esa ciudad.

El Castro alcalde fue nombrado por Obama Secretario de Vivienda, y en ese cargo estuvo hasta que Donald Trump llegó a la Casa Blanca y nombró para sustituirlo al magnífico Ben Carson. Aunque por su condición de neurocirujano el Dr. Carson está acostumbrado a moverse en medios complicados, que nada hay más complicado que el cerebro humano, lo que encontró en el Departamento de Vivienda fue de horror y espanto. Una verdadera cagaçâo, diría Xica Da Silva.

Pero los ex demócratas, ahora socialdemócratas, no se arredran ante el fracaso. Ahora andan promoviendo con todo lo que tienen a Alexandria Ocasio-Cortez, una “latina” del Bronx muy representativa del Partido del Burro, porque no para de decir burradas.

Por último, tenemos (es decir, tienen ellos) a Robert O’Bourke, un descendiente de irlandeses, texano como los hermanos Castro, a quien han rebautizado “Beto”, mote familiar absolutamente mexicano. Indagué y alguien me dijo que madre era mexicana. Mentira: su apellido de soltera es Williams. Busqué en la Internet y resulta que, según Wilkipedia, le dicen así para que no lo confundan con su abuelo, que también se llama Robert.

No es la primera estupidez que encuentro en Wikipedia, pero sí la más absurda. Si no querían que a Robert lo confundieran con su abuelo del mismo nombre, con llamarlo Bob o Bobby ya resolvían el problema. Problema inexistente; lo que sucede es que a este americano de ascendencia irlandesa lo quieren disfrazar de “latino”.

Los del Burro están tratando de forjar una alianza de negros y latinos, lo que quizás no sea del agrado de los morenos. A los llamados afroamericanos no les gustan los “latinos”. En fin, lo que es gustar, a los negros americanos no les gusta nadie. Ni siquiera se gustan a sí mismos.

*Mientras en Texas inventan esperanzas latinas, en Chicago inventan algo así como una religión de adoradores de Satanás, y como ninguna religión debe ser discriminada, por muy estúpida y grotesca que sea, los satanistas o como se llamen han logrado situar una estatua del ser al que adoran en un lugar público hasta ahora destinado a figuras navideñas. A dicha estatua deberían darle más publicidad para que todo el mundo la viera.

¡Qué esperpento! ¡Que bicharraco tan horroroso! Desde la cabeza, en la que sobresalen unos cuernos como los de ese ganado texano conocido como longhorn, hasta las patas, que patas son. No puedo evitar compararlo con la estatua de Lucifer que está en el patio norte del Capitolio habanero, que, si le quitaran las alas, podría ser tomada  como una representación de Apolo, el dios griego de la belleza masculina. Nada que ver con el adefesio de Chicago.

Sin ánimo de ofender, quiero decir que a la llamada Ciudad de los Vientos no le faltan méritos para ser la sede de un culto satánico. Vean estos nombres: Al Capone, Saul Alinski, Richard Daley, Barack Hussein Obama, Michel Robinson-Obama, Jeremiah Wright, Hillary Clinton. Casi na.

*El fútbol que aquí llaman soccer tiene un nivel de violencia muy inferior al del footballamericano, al hockey sobre hielo, al basketball y, por supuesto, al baseball. Las peleas, frecuentes (demasiado frecuentes) en el hockey, lo son menos en los otros juegos de conjunto, y en el soccer son poco menos que raras. Sin embargo, no hay deporte que genere tanta violencia por parte  no de los jugadores, sino de los aficionados. Y la de mayor magnitud no se  origina en países con un bajo nivel de civilización, sino todo lo contrario. Hooligans es una palabra inglesa. Barras Bravas, algo así como una marca argentina.

El punto culminante de esta violencia absurda ha tenido lugar en torno a la Copa Libertadores de América, competencia internacional en la que participan los campeones y subcampeones de Suramérica y México. Este año, por primera vez, los dos equipos finalistas son del mismo país: Argentina. Y nada menos que los dos equipos más exitosos y representativos del fútbol rioplatense: River Plate y Boca Juniors. Todo un honor, aún para un país que  ha ganado dos veces la Copa del Mundo y donde han nacido algunos de los más grandes jugadores de la historia.

El primer juego, en la cancha de Boca, terminó en empate. El segundo ni siquiera comenzó. Las Barras Bravas de River armaron la del Che Guevara y la emprendieron a pedradas contra el ómnibus que traía a los jugadores de Boca. El partido fue suspendido y trasladado al otro lado del Océano, a España.

Argentina no es un paisito de miércoles. No es uno de esos shitholesde que habló Trump. Es el país con mayor nivel cultural y educacional al sur del Río Grande. O sea, que el problema no está en Argentina. No hace tanto que en Madrid, donde ahora deben jugar River Plate y Boca Juniors, un aficionado del Deportivo La Coruña fue lanzado a un barranco por seguidores del Atlético madrileño. No es Argentina, ni Inglaterra ni España. Es el soccer. Algo hay en ese juego que genera una violencia irracional.

*En la revista Newsmax aparece un artículo  bajo el siguiente título: “Eight billionaires who want to topple Trump”. En español, para que no queden dudas: “Ocho billonarios que quieren derribar a Trump”. ¿Quiénes son estos hijos (hay una hija) de puta que quieren imponerle sus perversos objetivos al pueblo americano, que pretenden dictar con su dinero el destino de América?

George Soros, Michael Bloomberg, Mark Cuban, Tom Steyer, Sheryl Sandberg, Oprah Winfrey, Howard Schultz y Reid Hoffman. ­Los cinco primeros son judíos. Oprah Winfrey, como todos saben, es negra. Los dos restantes son de ascendencia alemana.

Que cinco de los ocho sean judíos (el Cuban es tan cuban como yo senegalés) me obliga a repetirme lo que ya me he preguntado: ¿por qué hay judíos americanos que quieren destruir no ya el país, digamos mejor la forma de vida, theway of life, en la que nunca ha sido perseguidos? Que hubiera muchos judíos rusos bolcheviques que quisieran destruir el orden establecido en la Rusia zarista era producto de los maltratos sufrido bajo los zares. La actitud de esos billonarios judíos que he mencionado es pura y simple hijeputez.

Mirando los rostros de estos magnates endemoniados me hago una pregunta peligrosa: ¿Cuántos como ellos estuvieron entre los seis millones de judíos  que murieron en el Holocausto? Estoy por creer que entre las víctima de la barbarie nazi sólo hubo tenderos, médicos, abogados, músicos, artesanos, maestros. Ningún Bloomberg, ningún como se llame el Cuban ese, ningún Steyer, ninguna Sandberg, y, por supuesto, ningún Soros. Aquellos magnates, como los de aquí y  ahora, le proporcionaron a Hitler el pretexto para el Holocausto. Pero ellos escaparon; por supuesto, con su dinero, o al menos con parte de él.

Por lo que a mi respecta, me cisco en la madre de los cuatro judíos, de la judía y de los dos alemanes. En la de Oprah no porque, como todos los negros americanos enriquecidos, es también una víctima y con su propio sufrir ya tiene bastante.
Actualizado ( Martes, 11 de Diciembre de 2018 16:01 )

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