El hombre siniestro
Muchos seguramente recordarán la tira cómica del dibujante Prohías. Semana tras semana, durante años, apareció en la primera página de la sección En Cuba, de la revista Bohemia. El personaje era un sujeto vestido con un gabán, tocado con un sombrero y con una nariz casi tan grande como su maldad. El tipo la pasaba en grande atormentado a gente indefensa. Era insondable su hijeputez.
Desgraciadamente, el hombre siniestro de quien les voy a hablar es real, posee miles de millones y. como si esto fuera poco, y poco no es, el dinero no significa mucho para él. Lo que realmente le importa es el poder, aunque sea ejercido desde las sombras, y la imposición de sus ideas izquierdistas, que se resumen en estas palabras: ¨El principal obstáculo para un orden social estable y justo son los Estados Unidos¨.
George Soros nació y se hizo hombre en Hungría, en el seno de una familia de judíos que habían renegado de su religión. Los nazis, que eran muy estrictos en materia de antisemitismo, no creían en judíos renegados; un judío es un judío. Pero el joven Soros tenía argumentos muy convincentes: para ganarse la buena voluntad de Adolf Eichmann, encargado de la liquidación total de los hebreos, se dedicó a delatarlos ante la Gestapo, lo cual facilitó el trabajo de los esbirros nazis, que no es fácil distinguir entre un húngaro judío y un húngaro magyar. Así sobrevivieron Soros y sus padres, que conservaron sus propiedades y pudieron enviarlo a estudiar a Inglaterra. Nunca regresó a Hungría y, para nuestra desgracia, terminó recalando en los Estados Unidos, donde ganó sus primeros millones, que no serían los últimos. Desde entonces su fortuna no ha dejado de crecer y hoy es el número 22 en la lista de los hombres más ricos del mundo. Lamentablemente, sólo tiene 82 años. Si tuviera 100 sería mucho mejor.
George Soros es uno de los más connotado delincuentes financieros de las últimas décadas. En Francia fue condenado a pagar una multa de tres millones de dólares por utilizar información obtenida por medio de sobornos para comprar acciones. Dos millones tuvo que pagar al gobierno de su país de origen por manipulaciones ilegales con el mayor banco húngaro. En Francia y Bélgica está acusado de manejos turbios para minar la disponibilidad monetaria. En gran Bretaña las acusaciones se refieren a interferencia entre ese país y el sistema monetario europeo.
Lo que gana con sus estafas lo gasta en proveer representación a entidades como Kosovo, Somalia y el llamado Frente Polisario, que durante años ha tratado de independizar de Marruecos un pedazo del Sahara; también en pagar los gastos gubernamentales de la republica caucásica de Georgia y en la propaganda sobre el llamado ¨calentamiento global¨.
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