El Pacto Social Posmoderno
Por Faisel Iglesias
Es un proyecto de país. Una Carta Magna. Como has de saber, lo que incorrectamente se les llama Constitución, en realidad son Pactos Sociales (según los filósofos antiguos y la cristiandad) o Contratos Sociales ( según la Ilustración con Hobbes y Roseau).
La diferencia entre pacto y contrato social está en quien es el soberano (es decir, de dónde emana y quien ejerce el poder).
Constitución es el acto de constituir. Se les llama a los pactos y contratos sociales porque el primer país que creó un Pacto Social, los EU, no tenían un Estado. Y al acta de Constitución del Estado se le llamó, lógicamente Constitución. Y después los demás países que consagraron estados modernos les llamaron a sus Pactos o Contratos Sociales, Constitución. Pero ese no debe ser el nombre. Se deben llamar Pacto o Contrato Social. Cuba no necesita constituirse. Ya está constituida desde 1902 como Estado Independiente. Y reconocido por el mundo entero. Cuba necesita un Pacto o un Contrato Social. Nosotros proponemos el Pacto porque en el Pacto el ciudadano retiene su soberanía, mientras que en el contrato social, el ciudadano delega su soberano en en el Estado para que el Estado le garantice sus “derechos fundamentales”
Y le llamamos Pacto Social Posmoderno, porque vivimos la Era de la Revolución Digital, donde ha emergido el ciudadano, sustituyendo al pueblo, como sujeto político.
En cuanto a la unidad, nosotros nos apegamos a la concepción Martiana. Preferimos su expresión “juntarse”.
“Juntarse es la palabra de orden.” exhortó José Martí a los patriotas cubanos cuando los estaba convocando a la guerra de 1895. Juntarse es acercarse, arrimarse, acompañarse de alguien en el andar… Permite en consecuencia la autonomía de cada elemento. Por eso, el Partido Revolucionario Cubano, que fundara para organizar la “guerra necesaria”, estaba constituido por “clubes independientes.” Sin embargo, históricamente los lideres cubanos, desde Gómez y Maceo hasta Fidel Castro, han interpretado la palabra “juntarse” del Maestro de modo restrictivo, significando solo una de sus acepciones: “unidad”. Según la real Academia de la Lengua Española, “unidad” significa propiedad de todo ser, en virtud de la cual no se puede dividirse. Singularidad en número. Conformidad en la que solo hay un asunto. Lazo de unión en todo lo que ocurre. En consecuencia el “juntarse” de José Martí, no es la “unidad” que procuran y que tan bien le ha convenido a los sucesivos dictadores de la Perla de las Antillas. La unidad que han procurado los revolucionarios cubanos no nos ha permitido alcanzar el proyecto libertario de José Martí.
Significativamente, los Padres Fundadores de la Constitución Norteamericana defendieron la diversidad y el derecho de las minorías a ser tratados igual, y triunfaron. Martí creyó que la guerra era la paz del futuro. Desde el exilio veía la independencia de Cuba como el objetivo inmediato y los sacrificios de la guerra como un proceso de purificación, donde todas las miserias y conceptos equivocados serian sanadas. De nada vale la independencia de Cuba sin la liberación de los cubanos. La unidad política de todos los elementos ignora el peligro de que cuando la “unidad” adquiere forma de gobierno, al presuponer un mando centralizado, obediencia ciega, el sometimiento a la idea única, limita contornos, fija posiciones dogmáticas, no admite discrepancias y, a fin de cuentas, elimina la palabra libertad, el respeto a la diversidad y a las minorías.
La diversidad, por el contrario jamás define bordes, no completa las ideas, para siempre volver a ellas con nuevos bríos, porque es de pensamiento abierto. El respeto a la minoría significa darle a un elemento el valor del todo, oponerse a la dictadura de la mayoría, porque el bien supremo es la persona humana, su dignidad, su plenitud, no el poder. De ahí el hecho trascendente de que los funcionarios publicos en Norteamérica sean considerados meros “servidores públicos”, mientras en los países de la que Martí llamara “Nuestra América”, se les identifica con el “ejercicio del poder”.
En cuanto a la estructura, como el Partido Revolucionario Cubano, todavía tenemos que estar en estructuras públicas y otras secretas.
No nos proponemos estructura política que de imagen de Partido. No lo somos. Somos un Proyecto de país, con el ciudadano como soberano, con todos y para el bien de todos.
Pensamos en la posibilidad de desarrollar un modelo de Corriente de Pensamiento que no tenga dirección vertical y presidencia y cuya directiva esté formada por dos partes difenciadas: una política, filosófica, de publicidad, de estrategias y una orgánica, para la organización y recursos necesarios, cuyos miembros se decidirán teniendo en cuenta la disposición y cualidades de cada miembro.
La concepción partidista, parcializada, de mando centralizado, vertical no funciona, para una nueva Era donde el soberano es el ciudadano y se le reconoce a cada individuo la capacidad de dirigirse por su propia cabeza.
Un modelo separado en dos partes, por un lado la parte orgánica y por otro la parte política, que estaría a pie de calle, en su organización celular, secreta, un modelo inspirado en el Partido Revolucionario Cubano, ciertos rasgos de los partidos norteamericanos y los partidos liberales europeos.
La finalidad de este modelo, es que se vaya hacia una bicefalia y que haya un reparto de roles para que un solo miembro no se encargue de ambas partes - y asi evitamos caudillos -, sino contar con gente dedicada 100% al discurso político y a realizar visitas cada por casa.
A mi juicio, esto hace al Pacto Social Posmoderno más competitivo y menos vulnerable.
Uno de los objetivos de este cambio de modelo es proteger a los líderes y demás activos político que tiene el Pacto Social.
Sin embargo, esta idea no es definitiva. Debe pasar por una circulación de ideas al respecto, ponencia, consensus.
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