Un día como hoy, julio 6, en nuestra lucha contra el castrismo.
Dedicado a aquellos que dicen que en Cuba no se combatió el comunismo.
Comparta estas efemérides. Gracias.
PROHIBIDO OLVIDAR.
1959
Pedro Luís Díaz Lanz, primer jefe de la FAR (Fuerza Aérea Revolucionaria) se escapa en una lancha hacia EE UU.
1960
El régimen cubano nacionaliza sin compensación (Ley Nro.851) las empresas industriales y agrarias propiedad de estadounidenses.
1961
Detenidos en Pinar del Rio los patriotas cubanos Roberto de Lauzarán, Mario Mom, José Alvarez, Juan Cruz y Roberto Paredes.
1962
Jesús Mollinedo Plasencia es fusilado en "La Campana", provincia de Las Villas.
1963
Pedro León Hernández "Perico", David Díaz Pino, Luís Díaz Luque y Evelio Hernández Ruiz mueren en combate contra las milicias comunistas en la Sierra del Escambray. Los cuatro eran campesinos.
Pedro Leon era pequeño agricultor e dejando a su esposa y dos hijos. Muchos miembros de su familia fueron desalojados de sus hogares, enviados a campos de concentración en Camagüey y Pinar del Río y nunca se les permitió regresar.
[Source: Telephone testimony of cousin, Jan. 20, 2014. Encinosa, 1989, p. 150.]
1965
El alzado en armas contra el régimen comunista cubano Juan Alberto Martínez Andrade muere en combate en la Sierra de Cubitas, provincia de Camagüey.
1980
Los hermanos Silvio y Sergio Águila Yanes, de 17 y 19 años, junto con Roberto Calveiro León, de 15 años, se apoderan del barco "XX Aniversario", que cubría una ruta turística por el río Canímar en Matanzas, con la intención de irse para los Estados Unidos. Uno de los guardias de seguridad disparó contra los jóvenes y fue herido cuando éstos devolvieron el fuego, los jóvenes lo pusieron en un bote para que regresara a tierra junto con otro pasajero que no quería irse. Julián Rizo Álvarez, secretario del Partido Comunista de la provincia de Matanzas, se hizo cargo de la persecución, Fidel Castro le dio órdenes de que no podía permitir que el barco se escapara. Despachó dos lanchas de la Marina con órdenes de evitar la fuga y hundir la embarcación si fuera necesario. Cuando no pudieron hundir la embarcación que estaba hecha de fibra de cemento, las patrullas se retiraron. Un avión de la Fuerza Aérea sobrevoló la nave. Algunos padres cargaron en alto a sus hijos con la esperanza de evitar un ataque, pero éste abrió fuego, hiriendo y matando a más personas. Apareció entonces un barco enorme, que embistió el XX Aniversario antes de llegar a aguas internacionales logrando hundirlo y continuaron disparando contra los sobrevivientes que habían caído al mar, repleto de tiburones. Sólo llegaron a tierra diez sobrevivientes. Hay dudas sobre la suerte que corrió Sergio Águila, algunos afirman que se suicidó después de gritar: "Los comunistas no me cogerán vivo nunca". Silvio Águila y Ramón Cabeiro fueron condenados a 30 años de cárcel. Otros tres jóvenes que sabían del plan o ayudaron a planificar la fuga recibieron sentencias menores. La única víctima que tuvo un funeral fue un guardia, a pesar de que alli murieron 56 personas. Entre los menores asesinados se encuentran Lilian González López, de 3 años, Marisol Martínez Aragonés, de 17, Osmanly Rosales Valdés, de 9, y Marisel San Juan Aragonés, de 11. A los sobrevivientes se les ordenó guardar silencio bajo la amenaza de llevarlos a juicio como cómplices del secuestro.
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Juicio a pilotos militares en 1959 (I de II)
Por Francisco H. Tabernilla
El tirano de Cuba, Fidel Castro, que lleva 50 años en el poder con miles de fusilados con un historial probado de terrorismo y narcotráfico, que ha destruido a una nación física y moralmente y ha convertido en esclavos a un pueblo entero, recibe recientemente la visita de 8 presidentes que llegan a su madriguera a rendirle pleitesía como si fuera la autoridad suprema del país. La traición y el engaño son sus más sobresalientes notas. Recordemos su visita a Washington al triunfo de la Revolución comunista cuando dijo: “yo no soy comunista” y cuando el 4 de enero de 1959 se reúne en Camagüey con pilotos de la FAEC (Fuerza Aérea del Ejército de Cuba) y les dice que no tienen problemas, que podrían quedarse en la nueva fuerza aérea o ir a la Compañía Cubana de Aviación, y a las pocas semanas, el 8 de marzo, 19 pilotos militares, más artilleros y mecánicos “fuimos detenidos y enjuiciados por diversos cargos conectados con la participación en la guerra ya terminada”, nos dicen los P.A. (Pilotos Aviadores) primer teniente Guillermo A. Estévez y segundo teniente Juan Clark en una declaración publicada en El Nuevo Herald, el 8 de marzo, 2009, al cumplirse 50 años que involucró el juicio e injusto encarcelamiento de pilotos de la FAEC.
El Tribunal Revolucionario nombrado por el propio Castro estaba compuesto por hombres de conducta intachable como el comandante Félix Lutgerio Pena, ex dirigente de la Juventud Católica, como presidente, junto con el comandante aviador Antonio Michel Yabor y el primer teniente Adalberto Parúas Toll. El juicio celebrado en Santiago de Cuba, duró alrededor de un mes. El fiscal no le entregó a los abogados defensores el sumario antes del juicio. A pesar de esa ilegalidad, la labor de la defensa fue brillante. Tras una muy seria deliberación, el veredicto de absolución de todos los cargos formulados fue unánime. Sin embargo, en vez de ser puestos en libertad como ordenó el tribunal, los encausados fuimos mantenidos en la sala del juicio, rodeados de un buen número de militares, ya que el jefe de la escolta recibió órdenes de no dejarnos ir. Poco después fuimos montados en un camión con escolta militar y llevados a la Prisión de Boniato en Santiago de Cuba. El valiente padre jesuita cubano, Francisco Guzmán, bien conocido y respetado en esa ciudad, montó en el camión con nosotros. Al llegar a la prisión fuimos llevados al Pabellón 5A, lleno de basura, excremento humano y ratones. Tampoco había camas ni facilidades higiénicas.
Esa misma noche de la absolución, el 2 de marzo, Castro fue ante la prensa escrita, radial y televisada, anulando con su palabra la sentencia absolutoria, ¡una verdadera monstruosidad jurídica! Afirmó que los aviadores eran enemigos potenciales de la Revolución y que ésta no podía darse el lujo de absolverlos y dejarlos en libertad. Nombró un nuevo Tribunal Superior compuesto por cinco comandantes de su círculo íntimo y el ministro de Defensa de entonces actuando como fiscal. Con esta medida se violaba el principio jurídico de que “no caben dos juicios sobre el mismo cargo”, o que “se prohíbe juzgar la misma cosa dos veces”, y que “no hay pena si no existe una ley previa”.
Castro, como abogado, conocía estos principios básicos, más rompió y violó el principio de “la santidad de la cosa juzgada”. Este es el momento que convierte a Castro en la autoridad suprema del país, por encima del Poder Judicial y muestra fuertemente su tiránico modo futuro de gobernar. Esta insólita acción tuvo gran conmoción en Cuba y una intensa resonancia internacional.
Horas después del arribo a Boniato, tarde en la noche, el director del penal permitió la entrada de una turba -aparentemente militantes del Partido Socialista Popular- armada de palos, cabillas y machetes encaminada hasta el pabellón donde nos encontrábamos. Afortunadamente el padre Guzmán, testigo del juicio y nuestro acompañante hasta el penal, se mantuvo toda la noche cerca de nosotros en el pasillo frente al 5A. Cuando la turba empezó a vociferar amenazante, en una escena dantesca, el padre Guzmán se les enfrentó, a gritos, y a veces parado ante las rejas con los brazos abiertos, y pudo aplacar la situación consiguiendo que se retiraran sin hacernos daño. La intención de la turba era sin dudas lincharnos.
El decoro de los abogados dignos de la época fue salvado por las cartas de enérgica protesta del Colegio Provincial de Abogados de Santiago de Cuba y del Colegio de Abogados de La Habana. En ambos casos dirigidas a Castro y a la opinión pública cubana, siendo publicadas en toda la prensa. Inmediatamente el Colegio Nacional de Abogados, bajo la presidencia del Dr. Enrique Llansó Ordóñez, se solidarizó con ambos colegios. Por esta acción muchos de esos abogados sufrieron posteriormente la expulsión de sus cátedras de las universidades de Oriente y La Habana. Muchos fueron perseguidos y humillados y algunos fueron presos. Otros tuvieron que abandonarlo todo y escapar al exilio, aunque había entre ellos simpatizantes de la Revolución y declarados revolucionarios.
El 5 de marzo, tres días después del primer juicio, a la 8 p.m., comenzó el segundo. Este fue de carácter sumarísimo, un verdadero espectáculo político-jurídico que terminó a las cuatro de la madrugada. El fiscal en este segundo juicio no pudo presentar nuevos cargos ni evidencias. Los buscó, no las había. Nosotros los aviadores no estuvimos presentes; nos mantuvieron en la cárcel de Boniato. (Continuará).
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