lunes, 22 de octubre de 2012

Por qué no voté

| Por Roberto Jesús Quiñones Haces
GUANTÁNAMO, Cuba, octubre, www.cubanet.org -En Cuba, cuando Ud. le pregunta a personas que no simpatizan con el gobierno por qué asisten a los colegios electorales a votar ofrecen las respuestas más variopintas, desde aquélla en que reconocen tener miedo a ¨marcarse¨ hasta otras como que tienen un hijo estudiando una carrera universitaria o cumpliendo una “misión” en el extranjero y temen perjudicarlo, o que tienen intenciones de viajar y temen que les saquen en cara su inasistencia a las urnas, etc, etc.
Ello es expresión de la doble moral que ha minado a nuestra sociedad y que mucho conviene al gobierno, porque ese actuar favorece su propaganda de que cuenta con el apoyo mayoritario de la población. Muchas de estas personas asistieron ayer a las votaciones sin haberse leído las síntesis biográficas de los candidatos, no perdieron su tiempo en hacerlo porque saben que ninguno puede cambiar absolutamente nada. Otros asistieron y anularon la boleta pues estiman que esa es la única forma de expresar su descontento. Tampoco faltó -como expresión del clima de persecución y vigilancia en que vivimos- algún que otro ciudadano que aseguró que las boletas están marcadas y siempre se sabe quién las anula o las deposita en blanco. Todo eso forma parte del folclor de las votaciones, porque elecciones no son.
Para que fueran elecciones esos candidatos deberían ser verdaderos líderes naturales de la comunidad y contar con un proyecto que interesara a los vecinos, carencias que todos acusan. El delegado que resulte electo por cada circunscripción formará parte de la Asamblea Municipal del Poder Popular y allí irá a levantar su mano para elegir al Presidente y al Vicepresidente de dicho órgano de gobierno que de nuevo será o un “cuadro emergente” u otro de experiencia designado por orientaciones del PCC a través de las comisiones de candidaturas, integradas por las mal llamadas ONGs cubanas como la CTC, CDR, FMC, ANAP, etc., las que elaborarán sus proyectos de candidaturas de delegados a las Asambleas Provincial y Nacional del Poder Popular, proceso en el cual no tiene voz ni voto la ciudadanía, a la cual ,cuando llegue el momento, se le pedirá que vote por todos los candidatos “de la patria unida”. Esto permite que haya diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular, elegidos en la provincia de Guantánamo y viviendo en La Habana, que jamás se han dignado a venir a reunirse con las personas que votaron por ellos en sus circunscripciones.
Hace sólo unos días los medios cubanos atiborraron a nuestro pueblo con noticias relacionadas con las elecciones en Venezuela, resaltando la calidad de su proceso eleccionario y su democracia. Resulta sintomático que hayan hecho esto y ahora tengamos que enfrentarnos con unas votaciones grises, que no deciden nada porque todo está decidido de antemano. Democracia es la que tienen –todavía- los venezolanos, bolivianos, ecuatorianos y el resto de los latinoamericanos, nosotros hace rato que carecemos de ella.
Si se aplicara fielmente el concepto de revolución elaborado por Fidel Castro Ruz una de las cosas que deberían ser cambiadas de inmediato es este absurdo proceso eleccionario que podrá mostrar altos porcientos de participación debido a múltiples causas, pero en la práctica ni siquiera ha servido para que los dirigentes lleguen hasta la base y le expliquen al pueblo el motivo de sus reiterados desaciertos. Tan ineficaz y alejado de los verdaderos intereses del pueblo es este sistema que el propio periódico Granma, el viernes 5 de octubre publicó una carta de un lector identificado como A. Rodríguez Galindo quien escribió: ¨Tengo la convicción de que la misión de las Asambleas Municipales y, por tanto, de los delegados es ejercer el gobierno. Si me equivoco me rectifican. En mi experiencia como delegado y la que acumulo como ciudadano que se preocupa y participa activamente en la vida de la comunidad, creo firmemente que no se cumple con la misión ni en un 10%¨. Más claro ni el agua. Y conste que el párrafo está escrito por un delegado del Poder Popular.
¿Qué haría el delegado de mi circunscripción si a tono con lo establecido en el artículo 88 inciso (g) de la Constitución de la República, que establece que la iniciativa legislativa también corresponde a los ciudadanos, un grupo de electores le presenta un proyecto de Ley respaldado por diez mil firmas en el que se solicita perfeccionar el sistema de gobierno? Dudo mucho que lo tramitaría. Quizás esos ciudadanos vayan a parar a la cárcel o su proyecto sea engavetado como lo han hecho con el Proyecto Varela liderado por Osvaldo Payá Sardiñas.¿Qué haría ese Delegado si otro grupo de vecinos se le presenta y le pide que se discutan en la Asamblea Municipal las verdaderas situaciones y problemas que preocupan al pueblo ?
Perdone el lector que tome mi persona como referencia. Soy Licenciado en Derecho. Luego de haber sido encausado de forma espuria por la Seguridad del Estado en 1999 y cumplido ocho años de privación de libertad, sanción que extinguí el 31 de diciembre del 2006, no se me ha permitido volver a ejercer la carrera de abogado. He sido sometido a múltiples actos de discriminación y a pesar de haber reclamado a todas las instancias del gobierno de mi país e interesado el apoyo de la máxima dirección de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), pues también soy escritor, no he recibido respuesta alguna.
¿Qué haría el delegado si le pido que interceda para que mi caso sea revisado con total apego a la Ley y se haga justicia?¿Qué haría si voy a verlo con mis documentos y le demuestro que en mi caso se está violando la Constitución cubana?¿Qué me diría este delegado si le pido que plantee mi caso ante la Asamblea Municipal del Poder Popular para que ésta lo eleve ante la máxima instancia de gobierno y ponga en conocimiento de los diputados y del Consejo de Estado estas flagrantes violaciones?¿Qué me diría si le recuerdo que esto que hacen conmigo constituye una violación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos?¿Qué me respondería si le ofrezco las pruebas que demuestran como la Junta Directiva de la Organización Nacional de Bufetes Colectivos me ha negado el derecho a ejercer como abogado violando disposiciones jurídicas dictadas por el propio gobierno cubano? ¿Qué me respondería si le demuestro como los funcionarios del Ministerio de Justicia que han atendido mi caso se han convertido en cómplices de esa discriminación? Quizás saldría como bola por tronera a denunciarme ante la Seguridad del Estado, quizás calle para ni siquiera comprometerse con una palabra.
De lo que estoy seguro es de que nunca defendería mi caso ni el de ningún otro compatriota en similar situación. Tampoco lo tramitaría, ni acudiría ante ninguna institución del gobierno para que se cumpla en uno de sus electores lo que regula la propia Constitución cubana. Por eso, entre otras razones más trascedentes, no fui a votar.

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