¡El holocausto por esto..!
LA ANITA, Banes, Cuba, octubre, www.cubanet.org -La sangre fría del presidente
Kennedy impidió la desaparición de esta aldea, poblada por varios centenares de
personas en octubre de 1962.
Aquí instalaron los rusos un grupo coheteril antiaéreo tierra-aire SAM, destinado a la protección de sus proyectiles nucleares sembrados en Cuba.
Y desde aquí dispararon contra el avión de exploración U2 que llevaba al mayor Rudolf Anderson, el sábado 27 de octubre de 1962.
Reunido con sus asesores esa tarde, cuando J. F. Kennedy conoció el derribo del avión y la muerte del piloto, según su hermano Robert, se preguntó:
-¿Cómo podemos enviar mañana los U2 a esa zona si no eliminamos previamente todas las bases de cohetes antiaéreos?
Los integrantes de la Junta de Jefes de Estados Mayores, presentes, indicaron que dos días más tarde, el lunes 29, fuera asestado el golpe aéreo. De haber ocurrido, hoy estaríamos recordando el 50 aniversario de la desaparición de esta aldea y la muerte de cientos de personas.
El ataque no se produjo; el presidente Kennedy, así como el mandatario ruso Nikita Kruschev , tuvieron el buen juicio de evitarlo.
Aún así, a 50 años de aquellos sucesos, es útil conocer cómo vive la gente en un lugar donde estuvo a punto de desatarse el holocausto, preguntándonos: ¿Por este modo de vida valía la pena conducir a la humanidad al fuego nuclear…?
A bordo de un coche- motor chirriante, al que llaman “carahata”, único medio de trasporte que pasa por aquí a través de una vía férrea sinuosa, este corresponsal arribó a La Anita, pasadas las 2 de la tarde del miércoles 24 de octubre.
Una llovizna pertinaz cubría el poblado y sus habitantes se mantenían ocupados, comprando en el cuartucho que le sirve de bodega los escasos víveres planificados en la cartilla de racionamiento, antes de la llegada del huracán Sandy.
En la madrugada del 8 de septiembre de 2008, el ciclón Ike entró a la bodega de La Anita del mismo modo que el cohete de los rusos impactó sobre el avión del mayor Anderson, y, cuatro años después del Ike, los habitantes del poblado desde donde partió el proyectil que mató al piloto estadounidense, todavía no han conseguido con qué reparar su bodega.
Como mismo el techo de la bodega voló con Ike, también los vientos del aquel huracán echaron a volar la réplica del cohete ruso que derribó al avión de exploración U2, durante la crisis de los misiles.
Según un historiador de la zona, los lugareños se hicieron con los pedazos de aluminio del proyectil, arrojando lo inservible a un hueco. Ahora solo puede verse la plataforma de lanzamiento del cohete, en lo que antes tuvo pretensiones de museo.
En 1962, La Anita producía caña de azúcar y cítricos. Hoy produce bien poco.
-La gente no quiere trabajar-, dice un campesino llamado Enrique. Lleva botas negras con huecos en las puntas y un pantalón azul con parches sobre las rodillas.
-Soy diabético, y así y todo tengo que ganarme la vida haciendo carbón-, comenta mostrando sus delgados brazos, amoratados por los pinchazos de las jeringuillas hipodérmicas.
La casa de Enrique es un bohío con techo de guano y yaguas de palma.
-Ahora lo remendé por si esta noche pasa el ciclón.
En su casa está la consulta del médico del barrio.
-Pero ahora dice el doctor que va para Brasil-, lamenta el hombre.
Enrique lleva medio saco de maíz a moler:
-Para tener un poco de harina y estar preparado, por si entra el ciclón.
El huracán Sandy, en pocas horas, destruyó a Banes. Este corresponsal pudo comprobar los destrozos: Palmas arrancadas de raíz o partidos los troncos al medio; los techos de las casas por el suelo o colgados del tendido eléctrico, que aún se mantenía en pie. Es como si los huracanes sintieran predilección por este pueblo.
En 2008, Ike entró por Cabo Lucrecia y ahora, cuatro años más tarde, Sandy salió por el mismo lugar.
Pero el peor es el huracán que no sale de Cuba desde que entró hace más de medio siglo. Tal parece como si permaneciera sobre la isla azotándola permanentemente. El que lo dude, que venga a La Anita y le eche un vistazo a su gente y a la bodega, ruinosa y vacía, de este pueblo.
Aquí instalaron los rusos un grupo coheteril antiaéreo tierra-aire SAM, destinado a la protección de sus proyectiles nucleares sembrados en Cuba.
Y desde aquí dispararon contra el avión de exploración U2 que llevaba al mayor Rudolf Anderson, el sábado 27 de octubre de 1962.
Reunido con sus asesores esa tarde, cuando J. F. Kennedy conoció el derribo del avión y la muerte del piloto, según su hermano Robert, se preguntó:
-¿Cómo podemos enviar mañana los U2 a esa zona si no eliminamos previamente todas las bases de cohetes antiaéreos?
Los integrantes de la Junta de Jefes de Estados Mayores, presentes, indicaron que dos días más tarde, el lunes 29, fuera asestado el golpe aéreo. De haber ocurrido, hoy estaríamos recordando el 50 aniversario de la desaparición de esta aldea y la muerte de cientos de personas.
El ataque no se produjo; el presidente Kennedy, así como el mandatario ruso Nikita Kruschev , tuvieron el buen juicio de evitarlo.
Aún así, a 50 años de aquellos sucesos, es útil conocer cómo vive la gente en un lugar donde estuvo a punto de desatarse el holocausto, preguntándonos: ¿Por este modo de vida valía la pena conducir a la humanidad al fuego nuclear…?
A bordo de un coche- motor chirriante, al que llaman “carahata”, único medio de trasporte que pasa por aquí a través de una vía férrea sinuosa, este corresponsal arribó a La Anita, pasadas las 2 de la tarde del miércoles 24 de octubre.
Una llovizna pertinaz cubría el poblado y sus habitantes se mantenían ocupados, comprando en el cuartucho que le sirve de bodega los escasos víveres planificados en la cartilla de racionamiento, antes de la llegada del huracán Sandy.
En la madrugada del 8 de septiembre de 2008, el ciclón Ike entró a la bodega de La Anita del mismo modo que el cohete de los rusos impactó sobre el avión del mayor Anderson, y, cuatro años después del Ike, los habitantes del poblado desde donde partió el proyectil que mató al piloto estadounidense, todavía no han conseguido con qué reparar su bodega.
Como mismo el techo de la bodega voló con Ike, también los vientos del aquel huracán echaron a volar la réplica del cohete ruso que derribó al avión de exploración U2, durante la crisis de los misiles.
Según un historiador de la zona, los lugareños se hicieron con los pedazos de aluminio del proyectil, arrojando lo inservible a un hueco. Ahora solo puede verse la plataforma de lanzamiento del cohete, en lo que antes tuvo pretensiones de museo.
En 1962, La Anita producía caña de azúcar y cítricos. Hoy produce bien poco.
-La gente no quiere trabajar-, dice un campesino llamado Enrique. Lleva botas negras con huecos en las puntas y un pantalón azul con parches sobre las rodillas.
-Soy diabético, y así y todo tengo que ganarme la vida haciendo carbón-, comenta mostrando sus delgados brazos, amoratados por los pinchazos de las jeringuillas hipodérmicas.
La casa de Enrique es un bohío con techo de guano y yaguas de palma.
-Ahora lo remendé por si esta noche pasa el ciclón.
En su casa está la consulta del médico del barrio.
-Pero ahora dice el doctor que va para Brasil-, lamenta el hombre.
Enrique lleva medio saco de maíz a moler:
-Para tener un poco de harina y estar preparado, por si entra el ciclón.
El huracán Sandy, en pocas horas, destruyó a Banes. Este corresponsal pudo comprobar los destrozos: Palmas arrancadas de raíz o partidos los troncos al medio; los techos de las casas por el suelo o colgados del tendido eléctrico, que aún se mantenía en pie. Es como si los huracanes sintieran predilección por este pueblo.
En 2008, Ike entró por Cabo Lucrecia y ahora, cuatro años más tarde, Sandy salió por el mismo lugar.
Pero el peor es el huracán que no sale de Cuba desde que entró hace más de medio siglo. Tal parece como si permaneciera sobre la isla azotándola permanentemente. El que lo dude, que venga a La Anita y le eche un vistazo a su gente y a la bodega, ruinosa y vacía, de este pueblo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario