Nadie quiere ser maestro
LA HABANA, Cuba, noviembre, www.cubanet.org -Ante la debacle del sistema
educacional cubano, la prensa oficialista intenta ocultar las causas,
achacándosela al embargo económico de Estados Unidos. El sector que por muchos
años fue utilizado por el gobierno para enaltecer los logros de la revolución,
hace rato dejó de ser estandarte.
En la búsqueda infructuosa de soluciones, el gobierno intenta imponer a los jóvenes la vocación pedagógica para cubrir el déficit de maestros. Pero los intentos por seducirlos chocan con las condiciones en que deben trabajar los profesores y la baja remuneración del empleo.
La situación de los profesores de la escuela primaria “Julio Sanguily”, del municipio Güira de Melena, en la provincia Artemisa, ejemplifica parte del problema. Recientemente los metodólogos de educación a nivel regional orientaron a los docentes la impresión del libro de Educación Cívica. La falta del cuaderno imposibilita completar las clases de la asignatura, que trata sobre la construcción de la sociedad y el desarrollo de la familia.
Según el funcionario municipal, el Ministerio de Educación no cuenta con los recursos para la impresión del texto de 160 páginas. Para llevar a cabo la tarea, los maestros, que devengan 435 pesos (17.4 dólar) como salario mensual, deben comprar, en el mercado negro, paquetes de 500 hojas, por 60 pesos (2.10 dólares), y pagar 2 pesos (0.10 dólar) por cada hoja impresa.
“Impartimos las clases planificadas haciendo referencia a un libro que no tenemos”, explica uno de los profesores de la escuela. “Lo más difícil de entender es que si los alumnos no tienen el libro, nos descalifican la clase”, agrega. Las calificaciones inciden en el estímulo de 200 pesos (menos de 10 dólares) que pueden cobrar los profesores al final del curso escolar, si reciben la evaluación de B (bueno).
En ocasiones los maestros de la Julio Sanguily recaban el apoyo de los padres para realizar las reparaciones necesarias en las escuelas. Mediante colectas, los familiares de los alumnos y los profesores tratan de mejorar las condiciones del centro escolar. Desde el inicio del curso, gracias a estos esfuerzos se pudieron pintar las aulas y habilitar los baños, que no tenían puertas.
“El Estado asignó un saco de cemento para arreglar las filtraciones”, dice una maestra, afectada por las averías del techo en las aulas de 6to grado. El deterioro de la escuela abarca las mesas, sillas, televisores y computadoras para impartir clases.
“Las clases de computación son solamente teóricas, porque las dos computadoras de la escuela llevan tiempo rotas”, explica la profesora de la materia. “De los diez televisores existentes, funciona uno, porque los demás carecen del cable de antena”, añade. Estas deficiencias son achacadas a los maestros. Según exigen los dirigentes del sector educacional, estos problemas deben resolverlos los propios profesores, en conjunto con los padres de los alumnos.
El gobierno intenta sumar al magisterio a miles de jóvenes sin vocación docente, que además encuentran atractivo a una profesión muy mal pagada y desfavorecida oficialmente. Los tiempos han cambiado y ya pasó la época de la ideología romántica y los sacrificios inútiles por la revolución, a las generaciones actuales no les interesa el asunto.
En la búsqueda infructuosa de soluciones, el gobierno intenta imponer a los jóvenes la vocación pedagógica para cubrir el déficit de maestros. Pero los intentos por seducirlos chocan con las condiciones en que deben trabajar los profesores y la baja remuneración del empleo.
La situación de los profesores de la escuela primaria “Julio Sanguily”, del municipio Güira de Melena, en la provincia Artemisa, ejemplifica parte del problema. Recientemente los metodólogos de educación a nivel regional orientaron a los docentes la impresión del libro de Educación Cívica. La falta del cuaderno imposibilita completar las clases de la asignatura, que trata sobre la construcción de la sociedad y el desarrollo de la familia.
Según el funcionario municipal, el Ministerio de Educación no cuenta con los recursos para la impresión del texto de 160 páginas. Para llevar a cabo la tarea, los maestros, que devengan 435 pesos (17.4 dólar) como salario mensual, deben comprar, en el mercado negro, paquetes de 500 hojas, por 60 pesos (2.10 dólares), y pagar 2 pesos (0.10 dólar) por cada hoja impresa.
“Impartimos las clases planificadas haciendo referencia a un libro que no tenemos”, explica uno de los profesores de la escuela. “Lo más difícil de entender es que si los alumnos no tienen el libro, nos descalifican la clase”, agrega. Las calificaciones inciden en el estímulo de 200 pesos (menos de 10 dólares) que pueden cobrar los profesores al final del curso escolar, si reciben la evaluación de B (bueno).
En ocasiones los maestros de la Julio Sanguily recaban el apoyo de los padres para realizar las reparaciones necesarias en las escuelas. Mediante colectas, los familiares de los alumnos y los profesores tratan de mejorar las condiciones del centro escolar. Desde el inicio del curso, gracias a estos esfuerzos se pudieron pintar las aulas y habilitar los baños, que no tenían puertas.
“El Estado asignó un saco de cemento para arreglar las filtraciones”, dice una maestra, afectada por las averías del techo en las aulas de 6to grado. El deterioro de la escuela abarca las mesas, sillas, televisores y computadoras para impartir clases.
“Las clases de computación son solamente teóricas, porque las dos computadoras de la escuela llevan tiempo rotas”, explica la profesora de la materia. “De los diez televisores existentes, funciona uno, porque los demás carecen del cable de antena”, añade. Estas deficiencias son achacadas a los maestros. Según exigen los dirigentes del sector educacional, estos problemas deben resolverlos los propios profesores, en conjunto con los padres de los alumnos.
El gobierno intenta sumar al magisterio a miles de jóvenes sin vocación docente, que además encuentran atractivo a una profesión muy mal pagada y desfavorecida oficialmente. Los tiempos han cambiado y ya pasó la época de la ideología romántica y los sacrificios inútiles por la revolución, a las generaciones actuales no les interesa el asunto.
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