martes, 30 de julio de 2013

Las ruinas de la gran rebelión


Julio César Álvarez
julio-cesar-ruinas-1Cuba actualidad, Santos Suárez, La Habana, (PD) A una distancia de más de medio siglo del triunfo de la revolución cubana miles de edificaciones en ruinas adornan la ciudad, como si una nueva guerra hubiese acontecido después de que los barbudos rebeldes entraran victoriosos en La Habana en enero de 1959.
Las zonas donde se erigen esas ruinas se asemejan a territorios bombardeados. Es un feo paisaje, que convive con el bullicio de la ciudad y con el abandono de sus calles.
Ni los carteles que advierten el peligro de derrumbe logran desviar al caminante de su ruta, ni sacarlo de su rutina. Pasan una y otra vez por debajo y por el lado de las peligrosas ruinas, como si de un paseo por el parque se tratara.
Otros ponen en peligro sus vidas para aprovechar los ladrillos, las cabillas, o cualquier material que la moribunda edificación les pueda brindar para dar vida a las propias. Algunos de ellos ya han pagado con sus vidas por su temeridad.
Según el Instituto Nacional de la Vivienda, Cuba tiene un fondo habitacional de más de 3 millones de casas. De ellas, alrededor de 1 200 000 viviendas están clasificadas de regular a malas.
Los entendidos en la materia afirman que la naturaleza es cómplice de este espectáculo. El clima tropical, la salinidad del mar, los vientos del norte, los huracanes, todos contribuyen con su granito de erosión a minar la arquitectura de la ciudad.
Fuentes oficiales también señalan que los fenómenos meteorológicos son los culpables de afectar de una manera u otra a más de un millón de moradas en los últimos 10 años.
Pero el factor humano es el responsable de su conservación, o demolición. Un alto por ciento de edificaciones se convierte en ruinas debido a la falta de mantenimiento. Ya sea por falta de materiales, o por incompetencia de los gobiernos del poder popular locales, lo cierto es que el deterioro habitacional se expande como una gangrena.
Edificios casi ruinosos, declarados inhabitables aún se mantienen habitados a la espera de un fatal accidente para demolerlos, como el ocurrido en el edificio sito en la Calle Infanta y Salud tiempo atrás. Sobre este accidente un lector opinó:
"Fácilmente se hubiera evitado un suceso así si en vez de solamente declarar inhabitable esa edificación, se hubiera demolido para evitar la imprudencia de personas que sí tienen problemas habitacionales graves. No creo que nadie en su mente sana elija vivir en condiciones así por voluntad propia. Ese hecho tampoco podemos esconderlo por mucho que se enfoque el problema a razones externas. En ese derrumbe murieron jóvenes que ni vivían allí y estaban en un grupo de estudio con sus amigos."
No basta con restaurar lo más significativo de la ciudad, dar coloretes a las viejas casas para atraer la mirada de los turistas.
Urge acabar de demoler de una vez por todas las viejas ruinas, esos despojos que no sólo afean la sucia fachada de una ciudad empobrecida, sino que también penden como espadas de Damocles sobre las cabezas de los transeúntes.
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 Para Cuba actualidad: ajuliocesar68@gmail.com
Fotos: Julio César Álvarez

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