LUNES, 26 DE AGOSTO DE 2013 04:15
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Cuba actualidad, Santos Suárez, La Habana, (PD) ¿Por qué a la Prisión Especial de Camagüey los reclusos la bautizaron como "se me perdió al llave"?
Ubicada en el kilómetro siete y medio de la carretera de Nuevitas a la Prisión Especial de Camagüey le precede la fama. Allí enviaban castigados a los reclusos con un historial profuso de violencia, o a los considerados muy peligrosos por su delito.
No sólo presos comunes ocupaban sus celdas, también los presos políticos tenían allí morada cuando eran considerados "muy peligrosos" para la seguridad del Estado.
Dicha cárcel tiene un diseño celular. Eso quiere decir que está estructurada por celdas pequeñas con capacidad para pocos reclusos. La celda más grande de dicha prisión albergaba ocho reos.
Se cuenta que la Prisión Especial de Camagüey era una copia criolla de una prisión de máxima seguridad de la antigua Unión Soviética. Al menos eso decían los carceleros.
La cárcel tiene dos plantas, y en el Régimen Especial propiamente dicho las celdas pueden albergar hasta tres reclusos. En total hay cerca de 200 celdas distribuidas a lo largo de grandes corredores, incluyendo las de las zonas de Medida de Seguridad y Castigo, las que albergaban a un solo recluso.
Cada planta contenía dos salas de estar o lobby en cada extremo de los corredores, donde los carceleros descansaban después de hacer las rondas. Cada una de estas salas de estar tenían rejas de seguridad que las aislaban de los corredores donde se encontraban las celdas.
Estos corredores a su vez tenían rejas que los dividían en sectores, para en caso de un motín evitar que se generalizara a todo el Régimen Especial. El cierre de todas las rejas, tanto de las celdas como de los corredores no era automatizado, sino manual, con candados.
Toda esta distribución de rejas y candados hacían de la Prisión Especial de Camagüey una cárcel muy lenta de maniobrar a la hora de una emergencia médica o de una pelea entre reclusos.
El sobre nombre de "se me perdió la llave" tuvo su origen en una orden por la cual los carceleros tenían que entregarle al Oficial de Guardia de la prisión las llaves de todos los candados después del toque de silencio a las 9:00 pm. Con el primer recuento del día, a las 5:00 am, las llaves volvían a manos de los carceleros de guardia.
El local del Oficial de Guardia quedaba a más de cien metros de donde se encontraba el Régimen Especial, por lo que ante cualquier emergencia los carceleros tenían que esperar a que el Oficial de Guardia les trajera las llaves de las rejas, o en ocasiones ir a buscarlas uno de ellos.
Esto trajo como consecuencia que los reclusos necesitados de atención médica urgente en el horario comprendido entre las 9:00 pm y 5:00 am tuvieran que esperar demasiado tiempo a que los asistieran, y en ocasiones no recibir nunca dicha atención.
Como que los reclusos siempre insistían a gritos para que los carceleros fueran a buscar las llaves de los candados, estos, a la espera de que se las trajeran, les gritaban a su vez a los reos: "se me perdió la llave, chico, se me perdió la llave".
Julio César (conocido como Julito el Bandolero) fue una víctima de esa orden insensata. Él llamó a los carceleros por un fuerte dolor abdominal. Se demoraron tanto en sacarlo de la celda para hacerle un diagnostico, que cuando llegó al hospital Amalia Simoni ya era demasiado tarde. Murió de una obstrucción intestinal.
Aunque la disposición fue abolida antes de la llegada del Papa Juan Pablo II, los reos que estuvimos en la Prisión Especial de Camagüey en aquél entonces aún la seguimos llamando "se me perdió la llave".
Para Cuba actualidad: ajuliocesar68@gmail.com
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