De vuelta a las aulas: abismales diferencias de clases entre estudiantes cubanos
Rafa y Daniel pertenecen a una minoría que se ha beneficiado directamente con las nuevas políticas del gobierno referentes a viajar al extranjero. Los dos tienen en común que sus padres trabajan para firmas foráneas, con salarios en CUC., que están acostumbrados a vivir mejor que muchos de sus condiscípulos, que habrán pasado sus vacaciones yendo a algún “campismo popular”, jugando pelota en las esquinas, o inventándose cómo salir del aburrimiento.
Todos estos actores forman parte de un fenómeno creciente: la desigualdad, la agudización de la diferenciación social, que no resultaría extraña de no ocurrir en un país que pregona un socialismo que implica igualdad de oportunidades para todos, donde se alardean los beneficios de un sistema ficticio.
El igualitarismo que quiso implantar la Revolución Cubana solo se aplicó “hacia abajo”. Los dirigentes del proceso, desde bien temprano, supieron diferenciarse del proletariado y sus gustos pasaron a emular con los de la oligarquía que habían desplazado. Algunos ya habían nacido burgueses y no dejaron de serlo luego de la proclamación del carácter socialista del Estado.
Más allá de ellos, la diferenciación que causa el poder adquisitivo permaneció proscrita durante décadas. Hubo ciertos hitos que incidieron en el cisma, como aquél que propiciaron los acercamientos a los “Hermanos de la Comunidad” en que muchas familias con familiares en el exterior comenzaron a beneficiarse aunque fuera modestamente; pero el destape definitivo ocurrió en los 90’ con la despenalización del dólar y la apertura de las shoppings.
Bien que algunos puedan viajar, muy bien por los cuentapropistas e inventores que hacen dinero; pero muy mal por aquellos voceros del régimen que defiendan la falsa equidad y el falso socialismo, esa quimera que tratarán de enseñarle a los estudiantes cuando vuelvan a las aulas y que contradicen sus experiencias vacacionales
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