Cuba actualidad, Jaimanitas, La Habana, (PD) La muerte espera en el lugar menos pensado, pueden decir ahora los amigos de Denis, quien muriera en días pasados fulminado por una descarga eléctrica en el campo de fútbol del Centro Deportivo Eduardo Saborit, antiguo Cinódromo de Playa, a la edad de dieciocho años.
Denis vivía en 240 y 5ta C, sitio conocido popularmente como "el cuchillo del callejón". Jugaba fútbol todas las tardes con sus amigos, que opinaban era un delantero magnífico.
Según el Pompy, tenía potencia con la pierna izquierda, sobre todo cuando golpeaba con efecto. Al momento de la tragedia estrenaba un par de zapatillas Adidas que acabada de comprar en la tienda de la Marina Hemingway.
A pesar del mal tiempo y las advertencias sobre tormentas eléctricas, emitidas el día anterior por la televisión en su parte meteorológico, se habían reunido en el Saborit una veintena de jóvenes de Jaimanitas, Santa Fé, Flores y Romerillo, para disputar un partido de aficionados.
Eran las cuatro de la tarde y el cielo estaba oscuro, pero no les importó a los seguidores de Messi y Ronaldo, que todas las tardes juegan en distintos sitios, como Los Marinos, La Ferminia, Ramirito, o el Saborit, donde sucedió la tragedia.
Dicen que el juego estaba empatado a un gol y casi llegaban al minuto noventa, pero todos confiaban en Denis y su potente zurda, por lo que prepararon meticulosamente un plan: Rogelio, que jugaba ese día como defensa, le pasaría la pelota al Manca, luego al Tavo, que finalmente la entregaría a Denis para batir al portero rival, que ese día era Miguelito Melón, que suplía a Mingo, borracho desde la mañana.
La jugada les salió perfecta, según contó Rogelio en el velorio. Le dio el pase al Manca, que recibió el balón con elegancia y se lo pasó al Tavo, que avanzó con la pelota hasta localizar a Denis por sus zapatillas nuevas, que brillaban contra la cerrazón de la tarde.
Todos sus amigos coincidieron junto al sarcófago en que Denis estaba situado en el lugar correcto y con la zurda lista para anotar el gol. Alzó la mano para que el Tavo lo emplazase bien y le pasara la bola. Su dedo índice en alto estableció conexión con las cargas opuestas acumuladas en las nubes, y ahí mismo la jugada quedó trunca, una familia diezmada, una madre desecha, un padre anonadado, un hermano menor destruido. Amigos que no se explican lo que ha pasado. Vecinos que continúan petrificados. Un pueblo que adquirió mayor responsabilidad con el hecho de esta muerte innecesaria.
Tres jóvenes fueron hospitalizados también en el hospital CIMEQ de la capital, por severas heridas recibidas por el rayo que cayó sobre el campo de fútbol del Saborit, que al parecer no tiene pararrayos, ni custodios que prohíban el juego en espacios abiertos bajo peligro atmosférico.
Para Cuba actualidad: frankcorrea4@gmail.com
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