Cuba actualidad, Santos Suárez, La Habana, (PD) La obediencia ciega convirtió al pueblo alemán en cómplice de los crímenes de sus políticos en la Alemania nazi. La obediencia fue uno de los instrumentos que usó el partido nazi de Adolfo Hitler para ordenar la muerte de millones de personas.
En 1961, pocos meses después de que Adolf Eichmann fuera ejecutado en Israel por los crímenes cometidos contra los judíos durante la Segunda Guerra Mundial, un sicólogo de la universidad de Yale, Stanley Milgram, realizó un experimento sobre la obediencia.
La Wikipedia afirma que el experimento de Milgram fue una serie de experimentos de sicología social llevados a cabo en la Universidad de Yale. El fin de la prueba era medir la disposición de un participante para obedecer las órdenes de una autoridad, aun cuando éstas pudieran entrar en conflicto con su conciencia personal.
Milgram resumiría el experimento en su artículo "Los peligros de la obediencia", en 1974. Escribió: "Los aspectos legales y filosóficos de la obediencia son de enorme importancia, pero dicen muy poco sobre cómo la mayoría de la gente se comporta en situaciones concretas. Monté un simple experimento en la Universidad de Yale para probar cuánto dolor infligiría un ciudadano corriente a otra persona simplemente porque se lo pedían para un experimento científico. La férrea autoridad se impuso a los fuertes imperativos morales de los sujetos (participantes) de lastimar a otros, y con los gritos de las víctimas sonando en los oídos de los sujetos (participantes), la autoridad subyugaba con mayor frecuencia. La extrema buena voluntad de los adultos de aceptar casi cualquier requerimiento ordenado por la autoridad constituye el principal descubrimiento del estudio."
Estamos en pleno siglo XXI. En Cuba todos conocen las atrocidades de los nazis, pero los ingredientes—dictadura, caudillo, y partido único— para ordenar y consentir los actos de violencia política están presentes como el primer día en que Hitler decidió por decreto quiénes eran los enemigos de Alemania, y su posterior orden de eliminarlos.
Los actos de violencia política instigados por el gobierno cubano contra la oposición y los activistas de derechos humanos aumentan cada día. El gobierno legitima la violencia contra los enemigos ficticios de la patria creados por el Estado.
Amplios sectores del pueblo cubano obedecen las órdenes y violentan física y sicológicamente a su vecino del barrio, a veces sin comprender el verdadero motivo por el que lo hacen. La lealtad y obediencia ciega al Partido Comunista y a su caudillo crean en el pueblo esa clase de monstruos como los que exterminaron a millones de seres humanos en la Alemania nazi.
No hace falta estar en un antiguo campo de exterminio nazi para sentir el mismo terror sicológico que sintieron los opositores al nazismo ante la violencia y los gritos de "heil Hitler" de los acólitos del Füehrer. Basta simplemente vivir en las calles de La Habana bajo la piel de un opositor cuando las turbas azuzadas por las autoridades obedecen sin chistar la orden de reprimir. Los gritos de "¡viva Fidel!", o el más tenebroso de todos, "¡pa lo que sea Fidel, pa lo que sea!" es un recordatorio presente de los peligros de una obediencia ciega.
Para Cuba actualidad: ajuliocesar68.@gmail.com
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