miércoles, 4 de febrero de 2015

Líderes opositores y activistas ante el Subcomité de Relaciones Exteriores del Senado de EEUU


Testimonios de Manuel Cuesta Morúa, Antonio Rodiles, Berta Soler, Rosa María Payá y Miriam Leiva 

Bertha Soler y Cuesta MorúaFragmentos de las intervenciones, presenciales o por escrito, de opositores cubanos ante el Subcomité de Relaciones Exteriores del Senado de EEUU sobre el impacto de la nueva política estadounidense hacia la Isla.
Manuel Cuesta Morúa, presidente del Partido Arco Progresista:
Mis compatriotas aquí presentes pueden tener un distinto enfoque de cómo llegar a la democracia en Cuba, pero no un distinto propósito para la nación y el destino que compartimos. En eso estamos absolutamente juntos.
Hay una premisa que me gustaría compartir para poner en perspectiva mi análisis: el autoritarismo cubano no puede sobrevivir a una apertura, como sí lo puede hacer y lo ha podido demostrar el autoritarismo chino.
Y claro, puede ser sumamente discutible el impacto de la normalización diplomática, que habría que distinguir de la normalización entre los dos países, sobre el bienestar estructural del país, lo que más importaría si se asume una clara visión de Estado.
En tal sentido, no creo que se deba confundir libertad económica con liberalización económica; no se debe confundir tampoco libertad de expresión y de información con mayor penetración informativa y mejor infraestructura tecnológica para que los ciudadanos se informen. Y mucho menos se debe enmascarar la improductividad económica con el endeudamiento comercial que supondría la avalancha de maíz, soja, arroz, aceite, pollo y patatas desde Estados Unidos hacia Cuba.
A corto plazo, lo que es bueno para la industria norteamericana y los estómagos de la Isla, probablemente no sea bueno en el largo plazo para nuestro proyecto de país, pero creo que permite acumular los hechos necesarios para que los cubanos se involucren en la lucha por los derechos imprescindibles. A fin de cuentas, la fuerza del ejemplo cuenta para empujar los cambios.
No creo en ningún sentido que el cambio de política de Estados Unidos nos traiga la libertad. Lo que constituye lo mejor. La libertad de Cuba es cuestión exclusiva de los cubanos. Pero créanme que esa nueva política nos brinda mejores opciones para obtenerla por nosotros mismos.
Desde luego, una cosa es una nueva política y otra es la percepción sobre ella. El modo en que la comunidad democrática cubana supo de los cambios introducidos por la Administración crearon la sensación de que la normalización de relaciones diplomáticas entre Estados suponía la normalización internacional del régimen cubano. Ello significó de inmediato una nueva división, a mi modo artificial, entre los que supuestamente apoyan el enfoque blando y los que apoyan el enfoque duro, como si eso fuera equivalente a la división entre los defensores de los derechos humanos y las libertades fundamentales en Cuba.
Debo adelantarles la noticia de que eso no es cierto. Mi experiencia de los últimos días junto a cubanos en la Isla, en Estados Unidos y en Puerto Rico, es que caminamos y podemos caminar juntos, precisamente gracias a nuestras diferencias. En los últimos días muchos hemos asumido un nuevo mantra: las diferencias enriquecen a las naciones, no las debilitan.
Miriam Leiva, Berta Soler, Rosa María y Manuel Cuesta están juntos en el propósito mayor de la democracia y el bienestar de Cuba, gracias a que son diferentes. Permítanme una sugerencia, Estados Unidos puede acercarse a la comunidad democrática cubana, en toda su pluralidad, y sostener con ella una conversación franca, sosegada y honesta. Verán que la razón prevalece.
Antonio G. Rodiles, director de Estado de SATS:
La oposición en la Isla y en el exilio tiene que impedir que el régimen logre una transferencia de poder. Nuestro trabajo se centra en la búsqueda de una transición democrática y en el establecimiento del imperio de la ley, en medio de un entorno muy complejo. Internamente, nos enfrentamos a un régimen que goza de total impunidad en sus abusos contra la población. Externamente, nos encontramos en una situación en la que los principios democráticos han recibido un golpe serio.
En el contexto actual, las medidas adoptadas por el presidente Obama no son sabias y resultan muy peligrosas. Conceden legitimidad y recursos adicionales a un régimen que ha demostrado una gran capacidad de adaptación en los momentos cruciales. Por esta razón hemos expresado nuestro desacuerdo con la falta de transparencia, el carácter incondicional, y el desconocimiento de actores vitales durante estas discusiones, tanto de la oposición interna como del exilio.
Un cambio de dirección es fundamental en este proceso político; que se hagan demandas concretas al régimen y que el proceso implique la participación activa de líderes de la oposición.
La próxima Cumbre de las Américas en abril será un momento decisivo. Raúl Castro espera llegar con el apoyo de todos los aliados regionales. Sus esperanzas están puestas en que el presidente Barack Obama, en un segundo y simbólico apretón de manos, le proporcione el apoyo necesario para el nuevo engendro autoritario que tiene su núcleo esencial en torno a su familia y sus descendientes políticos.
Estamos convencidos de que Estados Unidos, con su liderazgo mundial en la promoción de la democracia, brindará un gran apoyo a los que en la Isla y en el exilio pedimos cambios reales y medibles hacia una verdadera democracia.
Berta Soler, líder de las Damas de Blanco:
Vivimos en la actualidad un momento especialmente definitorio para el futuro de nuestra nación, tras el reciente anuncio del restablecimiento de relaciones entre Cuba y los Estados Unidos.
Hablo también a nombre de numerosos líderes y activistas de la sociedad civil cubana, que me han encomendado la tarea de llevar su voz ante ustedes. Es una sociedad civil que se encuentra particularmente reprimida por la intolerancia de un gobierno, cuyo ejercicio del poder consiste en la violación sistemática de los derechos humanos al pueblo cubano. Justo antes de salir de Cuba para asistir a este evento, el pasado 28 de enero, día que recordamos el natalicio del Apóstol José Martí, decenas de activistas fueron arrestados en La Habana y otras provincias por intentar colocar ofrendas florales en bustos de José Martí. En su visión totalitaria, la dictadura pretende monopolizar la identidad nacional por medio del uso de la fuerza contra cualquier activista independiente.
Las violaciones a los derechos humanos en Cuba han sido documentadas por los organismos internacionales más respetados en la materia. El 28 de octubre de 2013, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos emitió una medida cautelar en favor de todas las integrantes de las Damas de Blanco, como protección frente a la sistemática represión de las autoridades cubanas.
Estos documentos demuestran que el tema de los presos políticos, uno de los más sensibles en la realidad cubana actual, va mucho más allá de la liberación circunstancial o periódica de algunos de ellos. Para resolver esta cuestión se requiere una libertad incondicional de todos los encarcelados por motivos políticos en la Isla, y la eliminación de todas las disposiciones legales que avalan la represión contra quienes piensan diferente del régimen.
Cuba sigue siendo un país con un gobierno unipartidista, donde las libertades fundamentales, que son un derecho absoluto en la sociedad norteamericana, constituyen delitos contra lo que llaman “la Seguridad del Estado”. En Cuba no existe la separación de poderes, las libertades de expresión y asociación continúan siendo reprimidas y la Constitución establece que el partido comunista es “la fuerza rectora de la sociedad”. El derecho a huelga se considera un crimen y los trabajadores cubanos dentro de la Isla y en el extranjero, son sometidos a condiciones de trabajo esclavo, denunciadas por organismos internacionales. Mientras estas condiciones prevalezcan, no es posible hablar de una voluntad de cambio por parte del régimen castrista.
El mismo 28 de enero, durante su comparecencia en la tercera Cumbre de la (CELAC), celebrada en San José de Costa Rica, el dictador Raúl Castro expresó que “no cederá un milímetro” en su sistema de gobierno, tras el comienzo de las negociaciones entre Cuba y Estados Unidos, y que éste no tendría sentido si se le exigen cambios a una dictadura militar, familiar, con más de medio siglo en el poder. Para nosotros, eso significa una continuidad en las golpizas, encarcelamiento, destierro forzoso, discriminación contra nuestros hijos en el sistema escolar, y todo tipo de patrones de intimidación y acoso que sufrimos a diario por querer una Cuba plural, democrática e inclusiva.
Nuestras aspiraciones son legítimas por estar avaladas por la declaración universal de derechos humanos, de la cual Cuba es signataria, y los Pactos Internacionales de Derechos Civiles y Políticos firmados y no ratificados por la dictadura. Nuestras demandas son bien concretas: libertad para los presos políticos, reconocimiento de la sociedad civil, la eliminación de todas las figuras delictivas que penalizan la libertad de expresión y asociación y el derecho del pueblo de Cuba a elegir su destino por medio de elecciones libres y plurales.
Rosa María Payá Acevedo, activista exiliada:
En los últimos años mi país ha participado en un engaño. El Gobierno cubano está cambiando la ley, pero ignorando los derechos de las personas, que fueron secuestrados hace medio siglo.
A más personas se les permite entrar y salir del país, pero el régimen decide quiénes pueden disfrutar de este “privilegio”. La reforma migratoria se estableció como un mecanismo de control. Por ejemplo, el Gobierno ha invalidado el pasaporte de la artista Tania Bruguera por intentar una performance en La Habana. Sonia Garro, miembro de las Damas de Blanco y presa política liberada tras el acuerdo secreto entre Washington y La Habana, no puede viajar al extranjero. Ella sigue siendo rehén del Gobierno, como lo fue Alan Gross durante cinco años. Lo mismo se aplica a los exprisioneros de la Causa de los 75, a partir de la primavera de 2003.
El Gobierno cubano ha permitido a más personas operar las pequeñas empresas, pero debido a las leyes cubanas, los empresarios no puede ser un factor para promover la democracia, porque su existencia como propietarios “privados” depende de su sumisión al gobierno. No puede haber mercados libres donde no hay personas libres.
El Gobierno cubano dijo que liberaría a 53 presos políticos, pero en vez de eso los puso en libertad bajo palabra.
No hay respeto a la libre determinación del pueblo cubano cuando las negociaciones son un pacto secreto entre las élites, o cuando no se menciona que los cubanos puedan participar o hacerse representar en su propia sociedad.
Sé que el Congreso de Estados Unidos y la Administración harán lo que cree que es mejor para este país, que ha servido de refugio para casi el 20% de nuestra población. Pero solo una verdadera transición a la democracia en Cuba puede garantizar la estabilidad en el hemisferio. Nosotros no somos chinos, no somos vietnamitas, y definitivamente no aceptaremos el modelo de Putin.
Los cubanos queremos cambios reales, para diseñar el país próspero que nos merecemos y podemos construir. La única violencia aquí viene de los militares cubanos contra los cubanos. La única solución es una transición pacífica, no un apaciguamiento.
El gobierno cubano no se hubiera atrevido a llevar a cabo sus amenazas de muerte contra mi padre si Estados Unidos y la comunidad democrática internacional hubieran mostrando su solidaridad.
Por eso esperamos que este Congreso exija que la petición de una investigación independiente, en relación con el ataque contra Oswaldo Payá y Harold Cepero, se incluya en las negociaciones con el Gobierno cubano. Conocer la verdad es esencial en cualquier proceso de transición. Tolerar la impunidad es un peligro para la vida de todos los cubanos, donde quiera que vivamos.
No le den la espalda a los cubanos de nuevo; no provoquen la desconfianza de los nuevos actores del futuro, a cambio de complicidad con una gerontocracia que pertenece a la época de la Guerra Fría.
Miriam Leiva, periodista independiente:
He sido disidente durante más de 22 años. He estado sometida a vigilancia, interrogatorios, hostigamiento y registros de mi casa. Al igual que mi difunto esposo, Oscar Espinosa Chepe, perdí mi trabajo y el derecho a una pensión.
En 2003, Oscar fue encarcelado con otros 74 pacíficos cubanos y fue condenado a 20 años. Nuestros únicos crímenes han sido hablar, escribir buscar el bienestar del pueblo cubano. Para nosotros, eso significa la búsqueda de la igualdad de oportunidades, sin discriminación y con independencia de las opiniones políticas, de la prosperidad económica y una buena calidad de vida. En pocas palabras, la libertad y la democracia, y el respeto de todos los derechos humanos.
Como usted bien sabe, hemos vivido bajo un régimen totalitario desde 1959, que trajo sufrimiento y exilio.
A pesar de todo esto, ha tenido lugar un cambio en la mente de las personas, y no solo por el empobrecimiento, la falta de fe en las promesas incumplidas del gobierno y la desesperanza. Desde que la Administración Obama inició sus políticas proactivas en 2009, mucho ha cambiado. Las remesas de los familiares y amigos ayudan a miles de cubanos a sobrevivir e incluso a abrir pequeñas empresas.
Todavía es difícil describir el asombro que sentimos el 17 de diciembre de 2014. En esa fecha, los cubanos vieron al llamado “enemigo” anunciar las nuevas medidas, y leer en los periódicos el discurso del presidente Obama, junto al de Raúl Castro. Ahora, en cualquier lugar es el tema principal en las conversaciones y hay expectativas esperanzadoras ampliamente compartidas.
Sin embargo, hay mucho por hacer. Los estadounidenses son los mejores activos de la diplomacia pueblo a pueblo, pero no puede aprovecharse plenamente un intercambio de ideas, valores y experiencias con ellos. ¿Alguien entiende que se pueda visitar Corea del Norte pero no Cuba? La capacidad de los estadounidenses para interactuar con los cubanos se ve obstaculizada por las restricciones para viajar a nuestro país, y eso debe terminar.
Raúl Castro dejará el cargo en tres años, y actualmente está allanando el camino para los nuevos líderes. Este período es crucial para la transición y el futuro de Cuba, tanto para la sociedad civil y los socios extranjeros.
El presidente Obama ha expresado su firme compromiso con la democracia, los derechos humanos y la sociedad civil; con la continuación de los programas de Estados Unidos encaminados a promover un cambio positivo en Cuba.
El restablecimiento de relaciones creará un mejor ambiente para los diplomáticos norteamericanos en Cuba, así como sus contactos con la población y la sociedad civil, y su capacidad para acceder a un canal directo con los funcionarios nacionales, entre otras cuestiones. La normalización tomará mucho tiempo, pero ahora hay una oportunidad única para ayudar al pueblo cubano, y no debe ser desperdiciada.

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