miércoles, 1 de abril de 2015

¡Cuidadito, compay gallo!



370_okCuba actualidad, Marianao, La Habana, (PD) ¡Cuidadito, compay gallo!… Entonaba derrochando picardía el Compay Ñico Saquito en tiempos mucho mejores para los cubanos, cuando, sin dejar de ser pobres, al menos guarachábamos y así tirábamos a broma la misería.
Hoy, ese verbo musical casi ha desaparecido del repertorio existencial.
Desde 1959, todo fue mucho más serio. Empezando por la pena de muerte, que durante la etapa republicana solo se le había aplicado a aquel alemán, Luning, y eso porque se empecinó en no pedir el perdón del mulato presidente.
¡Aquella Cuba, donde un ministro del gobierno podía darse el lujo de hacerle una visita de cortesía, en el Presidio de Isla de Pinos, al joven líder revolucionario y hasta obsequiarle una caja de habanos!
Si en los primeros años la crueldad y el rigor dictatorial estuvieron enmascarados con el entusiasmo y la novedad, a partir de 1968, con la llamada Ofensiva Revolucionaria, que vino a coincidir con el prolongado luto tras la muerte del Che Guevara y también con las medidas dictadas para realizar la Zafra del 70, proyecto descomunal, intentado ya por el genial Julio Lobo a principios de los 50, la llamada Revolución Socialista se puso definitivamente pesada y aburridísima.
Entonces fue que la emprendieron con los barrios de tolerancia – Colón, Pajarito y la zona de la Playa de Marianao, donde el fabuloso Chori repicaba su tambor. 
 Es curioso que estos zafarranchos contra el placer popular coincidiesen con el desaforo sexual al que no dejaron de entregarse los compañeros dirigentes revolucionarios en los ratos libres que la destrucción del país le dejaba.
Vinieron malos tiempos para las mujeres de la vida y también para sus clientes. Dieron en celebrarse, con toda solemnidad jurídica, los juicios más ridículos, en los llamados Tribunales Populares Municipales, que concluían a menudo en absoluciones por falta de pruebas, ya que, por supuesto, los complacidos clientes se negaban a confirmar que aquellas damiselas despojadas ya de su glamour hubiesen recibido pago alguno, ni en efectivo ni en especie, por su servicio.
Retirado de las emisoras radiales el programa La Tremenda Corte, mucha gente acudía a las improvisadas salas para divertirse un rato.
No obstante, sobre todo mi generación, se tomó en serio aquella prédica, y padeció lo suyo para iniciarse en el sexo.
El número de divorcios creció inmediatamente, porque los jóvenes llegaban a las bodas sin experiencia práctica.
Por otra parte, la práctica ilimitada de los abortos, considerados parte de la política de amor libre, y consecuentes con el ateísmo materialista imperante, tiene mucho que ver con la presente crisis de población que atravesamos y con otras desgracias íntimas que no reflejan directamente las estadísticas.
Pese a mucho repetir lo contrario, la Vida no ha dejado de vencer a la Muerte. Han sido por supuesto las mujeres quienes han encabezado esta peculiar insurrección, apoyándose concretamente en sus propios cuerpos, desde las precursoras muchachas que atendían a los casi fantasmales navíos de matrícula griega o chipriota: Esthercita la Mustang, Normita la Modelo, Blanquita la de la Flor, hasta las que hacen hoy de Chupa-Chupa en las Ocho Vías, bien cantadas por el trovador Pedro Luís Ferrer en su Marucha la Jinetera.
 ¿Recuerdan el gesto soviético que significa jaraschó (OK): el puño cerrado con el pulgar levantado hacia el cielo? Pues bien, si Ud. se para en la orilla de la Autopista Nacional y hace el signo,   no tardará en detenerse a su lado un auto, que lo conducirá pronto adónde esperan por usted para complacerlo: 5 cuc por el servicio completo y, si solo desea sexo oral, entonces debe inclinar el pulgar hacia el suelo. Por solo 3 cuc será despachado por una gallinita, Compay Gallo.
Para Cuba actualidadrhur46@yahoo.com

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