Su obra se encuentra entre las más sugerentes dentro de la fotografía artística cubana contemporánea
miércoles, enero 6, 2016 | Ernesto Pérez Chang | 0 Comentarios
LA HABANA, Cuba.- Aunque asegura que llegó a la fotografía de manera casual, casi por accidente (se había graduado en el 2002 como técnico en Explotación del Transporte Marítimo y no encontraba trabajo), Yoanny Aldaya Ramírez es de esos artistas del lente que han hecho de la imagen capturada su lenguaje más esencial, muy por encima de las palabras o los gestos.
“No soy un gran conversador, prefiero observar, escuchar. Comprendo y comunico desde la fotografía”, nos dice para autodefinirse pero no como un fotógrafo de oficio sino como un artista, lo cual, acota siempre, no lo hace “ni superior ni inferior a nadie, solo que habla desde una visión muy personal sobre los fenómenos cotidianos”.
Según Yoanny, el concepto de arte es ilimitado, de modo que “toda persona que se dedique a reflexionar sobre la realidad y a expresarla de la manera que quiera puede ser catalogada como un artista”. Para él, no solo casi todos generamos arte sino que también somos parte de él.
Su relación con el mundo que lo rodea, incluso con los amigos, está condicionada por la intrusión de ese artefacto mecánico (más extensión de su mente que de su mirada) que lo auxilia en la composición de su propio universo, al punto de que resulta muy difícil determinar si todo cuanto penetra en su campo visual no comienza a ser parte de una performance perpetua.
En su obra se mezclan estilos de diferentes artistas y épocas, discursos y conceptos que van desde lo meramente documental, pasando por lo teatral, lo performático, lo composicional hasta vincularse con elementos del accionismo vienés, muy evidente sobre todo en las series donde trabaja con su propio cuerpo desnudo rodeado de símbolos que invitan a generar múltiples lecturas en el espectador.
“Me apoyo en todos los recursos que me ofrecen la fotografía y el videoarte para expresarme, en la mayoría de los casos uso mi cuerpo de forma autorreferencial para recrear imágenes de la sociedad, las que conformo de manera teatral como puestas en escenas, en ellas me disfrazo, me trasvisto o simplemente salgo con la intención de lograr la concreción del objetivo estético”, nos dice.
Las diversas fases (documental, composicional, video arte) por las que ha transitado su obra desde los comienzos, hace ya poco más de una década, parecen no cerrarse jamás puesto que hoy las preocupaciones del artista continúan siendo las mismas de ayer, de modo que resulta muy difícil entenderlas como etapas. Todas son susceptibles de ser retomadas según lo demande el proyecto que realiza: “mi obra aborda diferentes temáticas referentes a la sociedad contemporánea como son la carencia de valores espirituales, el consumismo, el egoísmo entre otras actitudes negativas que lejos de desaparecer se han acrecentado en los últimos años”.
Aunque el peculiar tratamiento de temas como la ambigüedad del cuerpo, la sexualidad, el homoerotismo pudiera resultar chocante en determinados círculos, incluso escandaloso bajo criterios más mojigatos que artísticos, es la fotografía documental la que mayores enfrentamientos le ha ocasionado con personas que no comprenden que el “artista no genera la realidad que el espectador percibe, él solo la retrata, la documenta, la observa”, afirma Yoanny.
“La fotografía documental”, agrega, “se puede prestar para un discurso contestatario, disidente, pero eso depende de la visualidad de las personas y no del artista. Una obra documental no tiene que ser necesariamente contestataria porque visualmente no tiene ningún elemento contestatario pero contextualmente sí lo es. Eso depende de quién o quiénes estén observando la fotografía. Yo solo me pregunto por qué está sucediendo esto o aquello. Yo hablo desde mi experiencia personal, no como vocero de nadie (…) No me interesan los retratos bonitos, las composiciones complacientes. Me gustan los contrastes como ese en mi foto donde aparece una anciana y de fondo el cartel de la Moderna Poesía. No es una ironía, ni una crítica social, aunque algunos pudieran verlo así, simplemente creo que en verdad hay poesía en el rostro de esa anciana”.
Con múltiples exhibiciones en galerías de Cuba y en el extranjero, galardonada con importantes premios (Premio en el Room Art Independent Festival, Roma, 2010; Premio de la Fototeca de Cuba, 2006; Gran Premio de la revista Palabra Nueva, del Arzobispado de La Habana, 2005) y muy bien recibida por la crítica especializada, la obra de Yoanny Aldaya se encuentra entre las más sugerentes dentro de la fotografía artística cubana contemporánea y, como él mismo la define, no está sustraída del contexto urbano donde él habita y le “sirve como medio de expresión sobre la época en que vivimos”.
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