viernes, 24 de septiembre de 2010
DESARRAIGO
Por Osmar Laffita Rojas
Capdevila, La Habana, 25 de setiembre de 2010, (PD) La emigración es un fenómeno que marca el origen, desarrollo e identidad como pueblos y naciones de las repúblicas americanas, desde las gélidas costas del norte de Canadá hasta el enjambre de islas y canales al sur del Estrecho de Magallanes.
Toda esta gran aventura comenzó con el descubrimiento de América en las postrimerías del siglo XV. Aventureros deseosos de hacer fortuna se lanzaron a la mar ignorando el enorme muro que supuestamente se interponía en la ruta hacia Catay y Cipango en la búsqueda de las codiciadas especias y el fabuloso Dorado. Pero cuan grande fue su desencanto al descubrir una civilización cultural y económicamente con niveles cercanos a la Edad de Piedra, lo que les posibilitó dominarla y someterla con el empleo los métodos más brutales, lo que provocó que en muchas de las regiones descubiertas, los nativos fueran literalmente barridos de la faz de la tierra.
La población aborigen de Cuba no soportó la despiadada y criminal explotación, que al amparo de la cruz y la espada, fueron sometidos a través del bárbaro sistema de encomienda. A mediados del siglo XVI prácticamente no había población autóctona en la Isla.
Los colonizadores en su mayoría provenían de la región de Andalucía y Castilla, las cuales mantuvieron por más de siete siglos una guerra contra los ocupantes musulmanes, que terminó con la reconquista de los califatos de Córdoba y Granada.
Después de la expulsión de los musulmanes de las tierras reconquistadas, las enormes masas de soldados vieron como una oportunidad divina partir como colonizador a las nuevas tierras descubiertas que demandaban mano de obra. Pero como ellos siempre fueron soldados, trabajar lo consideraban una ofensa.
En el caso de Cuba, al exterminar a la mayoría de la población nativa, el cultivo extensivo de caña para la producción de azúcar provocó que la solución para hallar mano de obra fuera la entrada masiva de negros propiciada por el lucrativo negocio de los tratatantes de mano de obra esclava procedente de África.
Estos esclavos se vendían públicamente. Sus dueños los dedicaban a las más diversas faenas agrícolas. Como esclavos que eran, no gozaban de ningún derecho, se les sometía a la más atroz y despiadada explotación. A los que se rebelaban los esperaba el cepo, la mutilación y la horca.
La expansión de la producción azucarera, la introducción del vapor y el ferrocarril, la construcción de cerca de 1200 trapiches, el incremento de la ganadería, la consolidación de la industria tabacalera y el fomento de cafetales, determinaron que a mediados del siglo XIX la población negra duplicara a la criolla y peninsular.
Ante el potencial peligro de una rebelión de negros instigada por los ingleses, similar a la ocurrida en Haití, las autoridades coloniales escuchando a las más representativas, influyentes e ilustradas personalidades criollas, dieron la voz de alarma y la metrópoli decidió blanquear la isla con el envío de miles de residentes de las Islas Canarias y Galicia para Cuba.
Este proceso de inmigrantes de las diferentes regiones de España se mantuvo ininterrumpidamente hasta 1930, destacándose el período 1918-1920, en que unos 120 000 peninsulares se establecieron en Cuba. Una muestra de la creciente inmigración española hacia la isla es que ya en 1899 tenían residencia fija en Cuba 150 000 peninsulares.
Como consecuencia de la derrota de la República y el ascenso del General Francisco Franco al poder, se produjo el exilio forzoso de miles de españoles, de los cuales una cantidad apreciable de se refugió en Cuba. En 1939 vivían y trabajaban en diferentes actividades en Cuba unos 300 000 españoles.
Paralelo a ese proceso de blanqueamiento, como consecuencia de la Guerra de los Diez Años, se había iniciado la emigración de cubanos hacia los Estados Unidos. Estos se establecieron en Tampa, Cayo Hueso, New York y New Orleans, destacándose Cayo Hueso como el centro de la industria tabacalera operada por cubanos, que respondía a la creciente demanda del producto por el dinámico mercado norteamericano.
Cuando terminó el siglo XIX ya estaban establecidos en los Estados Unidos uno 30 000 cubanos. En el periodo de 1920-1930 se produjo una emigración de 43 000 cubanos hacia Nueva York y New Jersey, básicamente en busca de mejores opciones laborales.
Cuado los actuales gobernantes tomaron el poder en 1959, la población cubana registrada en los Estados Unidos rondaba los 124 000. Es decir, que desde 1945 hasta 1959 los emigrantes cubanos totalizaron 87 277 personas.
A lo anterior hay que agregar que en 1959 no era interés de los cubanos ir a ningún lado, todo lo contrario, Cuba era uno de los países de mayores estándares de vida del área del Caribe y Centroamérica. Los índices de inmigrantes cubanos en países latinoamericanos eran prácticamente cero. Los cubanos que podían viajaban a los Estados Unidos y Europa como vacacionistas, por razones de estudio o negocio, y cumplido el cometido de su salida, regresaban a “Cubita la bella”.
Con la huída en enero de 1959 del Presidente Fulgencio Batista se produce la primera gran oleada migratoria de Cuba hacia los Estados Unidos, compuesta de personeros del régimen y aquellos que de una u otra forma mantenían vínculos de diversos tipos con el gobierno derrotado. A ello se le unieron figuras prominentes de la burguesía criolla que perdieron sus propiedades con la Ley de Reforma Agraria y las nacionalizaciones. Como resultado de ese conflicto, emigran más de 274 000 personas. De ese total, 70 000 lo hacen sin mediar ningún trámite migratorio.
Como resultado de la batalla de Bahía de Cochinos y los acuerdos de la Crisis de los Misiles de 1962, se produce una total incomunicación entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos, lo que provocó que los miles de cubanos que no podían salir legalmente, optaran por la inmigración ilegal. Los que se arriesgaban y optaban por esta modalidad eran recibidos como héroes en los Estados Unidos. Entre 1962 y 1965 más de 30 000 cubanos llegaron al territorio norteamericano.
En este incierto escenario se produjo el éxodo de Camarioca en octubre de 1965, que posibilitó que emigraran en pequeñas embarcaciones procedentes de la Florida cerca de 2 700 personas. Camarioca abrió las puertas para que los dos gobiernos negociaran y abordaran el peliagudo a tema migratorio y lograran firmar el memoradun de acuerdo que posibilitó el establecimiento del puente aéreo, que garantizó la salida hacia el país del norte de 268 000 cubanos. Este se mantuvo hasta 1973, en que el presidente Nixon, por alegadas razones económicas, le puso fin.
A un año del inicio del puente aéreo, en noviembre de 1967, entró en vigor la Ley de Ajuste Cubano. Tal instrumento legal, que continúa vigente, protege al cubano que consigue arribar a territorio norteamericano de manera ilegal. Este goza del privilegio de no ser devuelto a Cuba y que le reconozcan automáticamente su estatus legal de refugiado político.
Utilizando como pretexto el misterioso asalto de la embajada del Perú en La Habana, el gobierno cubano le quitó la protección policial a la sede diplomática y miles de personas que estaban desesperadas por irse de Cuba, en menos de 12 horas invadieron los predios de la legación peruana. Luego de complicadas negociaciones, se autorizó el puente marítimo Mariel-Florida, por el que emigraron 125 000 personas.
Esta tercera oleada migratoria tuvo un gran impacto en los componentes raciales, culturales y económicos de los elementos integrantes de la primera y segunda oleadas de cubanos en los Estados Unidos. Mariel cambió los componentes de un exilio esencialmente rico, burgués, muy identificado con la cultura americana y blanco. Los marielitos reflejaron la sociedad cubana de la época. Eran el símbolo del la fracaso de un socialismo que nunca fue real. Gracias al Mariel, por primera vez el exilio se tiñó de negros y mestizos
La otra gran oleada se produjo en agosto de 1994 en los ambientes de protestas y fuerte acciones callejeras de rechazo y condena al gobierno cubano, conocido como el “Maleconazo”. Como respuesta, el régimen cubano suprimió la vigilancia costera, lo que propició que decenas de miles de personas se lanzaran al mar en las más disímiles embarcaciones, sin importarles el riesgo a que se exponían. Lo único que les preocupaba era huir de una vez por todas de la pesadilla que para ellos era Cuba. Los guardacostas de los Estados Unidos rescataron y condujeron para la Base Naval de Guantánamo más de 36 000 balseros.
Como resultado de estos acontecimientos, ambos gobiernos firmaron en 1995 un nuevo acuerdo migratorio, el cual contempló por primera vez el control de la emigración desde Cuba por vía marítima hacia los Estados Unidos. Se estableció el otorgamiento de 20 000 visas anuales con miras a garantizar una emigración legal, ordenada y segura.
Hasta el año 2005 en que se le puso fin, las autoridades americanas, priorizaron el sistema de emigrar conocido como sorteo o lotería de visas. Para el cubano común, el Bombo. Esta modalidad tenía un fuerte ingrediente desestabilizador. En el quinquenio 1995-99, por este concepto, 50 000 cubanos recibieron la visa al ganar la lotería, pero por cumplimiento de los acuerdos migratorios vigentes, en ese periodo solo salieron hacia los Estados Unidos 46 000 personas.
Ante el incremento de los anotados en el llamado bombo, que ya en el año 2000 sobrepasaba el medio millón de personas y como las autoridades cubanas se percataron que el acuerdo de 1994 no era una prioridad del gobierno de los Estados Unidos, La Habana tomo la decisión de poner fin a la lotería de visas.
Desde esa fecha hasta el presente, la prioridad es la reunificación familiar. Se han reducido al mínimo las visitas temporales. Se mantienen las salidas por refugio político, pero con un dilatado y complicado proceso que dura años. A eso se adiciona la Ley de Ajuste Cubano, que garantiza a los que se arriesgan y burlan la vigilancia de los guardacostas, y pisan territorio de los Estados Unidos, que automáticamente sean beneficiados por las prerrogativas que contempla la mencionada ley.
El deseo desperado de escapar de un sistema que para no pocos resulta un infierno, lo encontramos con ley 52/2007 (Ley de la Memoria Histórica) puesta en vigencia por el gobierno español. La citada Ley les concede el derecho a solicitar la nacionalidad española a hijos y nietos de españoles que la perdieron o tuvieron que renunciar a ella por exilio forzoso en el período comprendido de julio de 1936, cuando se inició la guerra civil, a diciembre de 1955. Desde su puesta en vigor, más de 200 mil cubanos descendientes de españoles han solicitado la nacionalidad de sus padres y abuelos. Hasta el presente, gracias a esa ley, 12 000 isleños ya han recibido la nacionalidad española.
A lo anterior se suma toda una estructura de tráfico ilegal de personas, en que se recurre a los más sórdidos procedimientos mafiosos de compra de visas, matrimonios de conveniencias, compra de residencia y nacionalidad, con el fin de establecerse de manera definitiva en el país al que de manera ilegal se ha podido llegar.
Ese es el caso de Ecuador, donde en estos momentos residen uno 37 000 cubanos, muchos de los cuales han obtenido la nacionalidad por matrimonios fraudulentos con ecuatorianos. Un ejemplo del creciente flujo hacia ese país lo tenemos en el hecho de que en el período 2008-2009 se incrementó el número de cubanos en 14 000. En el último año, hubo mas de 3 000 matrimonios de ecuatorianos con cubanos.
Una situación similar con ribetes de escándalo se dio en Cancún, México. Hace unos años la comunidad cubana era inexistente en este famoso balneario. La primera explosión de ilegales procedente de Cuba, se conoció en 2005, cuando 900 cubanos residían en el estado de Quintana Roo. Era la tercera comunidad extranjera solo superada por norteamericanos y argentinos. Pero trascurridos cuatro años, se ha sextuplicado. En estos momentos residen de forma permanente más de 6 000 cubanos. En los últimos dos años ha aumentado aún más la presencia de cubanos que desempeñan diferentes trabajos, principalmente en el sector turístico, así como en actividades dudosas. Se conoce de muchos dedicados al tráfico de indocumentados que procedentes de Cuba pagan altas sumas de dinero para que los lleven de manera ilegal hacia los Estados Unidos.
Tal como están las cosas, todo apunta a que tales situaciones relacionadas con la estampida de los cubanos empeorarán si no se producen profundas trasformaciones en el conjunto de las estructuras de la sociedad cubana y se abren las puertas para un seguro porvenir y progreso de todo tipo para los cubanos que permita que Cuba vuelva adquirir la categoría de país de las grandes oportunidades, tal como existía cuando los actuales gobernantes tomaron el poder en 1959.
Que por su pésima administración hayan sumido a la nación en la ruina es razón más que suficiente para entender que las motivaciones de este terrible desarraigo no dejen de acrecentarse. En estos momentos la única oportunidad real que tienen los cubanos de progresar de manera decorosa, solo la encuentran en la huída, aunque signifique la destrucción de su valioso ser nacional.
ramsetgandhi@gmail.com
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