martes, 4 de octubre de 2011
Lo mismo de años anteriores
Escrito por José Antonio Fornaris
Managua, La Habana
4 de octubre de 2011
(PD) Dentro de unos días, la sesión 66 de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas se pronunciará nuevamente sobre el embargo comercial que Estados Unidos mantiene contra el gobierno de Cuba.
De seguro, como en otras ocasiones, la mayoría de las naciones representadas en el cónclave solicitarán que el embargo sea levantado. Pero como las decisiones de la Asamblea General no son de obligatorio cumplimiento, Estados Unidos no hará ningún caso y el embargo se mantendrá.
Los vericuetos de la diplomacia a veces se alejan demasiado del camino directo. Estados Unidos debería zanjar ese asunto diciendo de forma clara y breve, lo que todo el mundo sabe: que no va a levantar el embargo.
A su vez, debería dejar bien nítido, en puntos muy precisos, cuáles son sus exigencias para poner fin a su política de embargo.
De esa forma no tendrían siquiera que estar presentes cuando ese tema sea de nuevo abordado en las Naciones Unidas. Y las demás delegaciones tendrían de antemano la respuesta al asunto. Quizás de esa forma en el organismo internacional se ahorraría un poco de tiempo.
Por otra parte, La Habana tendría que ajustar su enfoque; que al margen de la intencionalidad política, no está moralmente validado. Porque, ¿cuál es la razón para querer obligar a Estados Unidos a financiar el comercio con la isla y a venderle lo que ellos no quieren venderle? ¿O exigirles que dejen venir a sus ciudadanos a veranear a Cuba, si ese es un asunto de su incumbencia?
En Cuba, el Estado, que tiene el monopolio del comercio, tanto interior como exterior, no da financiamiento a los ciudadanos ni siquiera para que puedan comprar muebles para sus hogares. La gente, para cualquier tipo de inversión que exceda los 100 dólares, por regla general, tiene que esperar por las remesas familiares del exterior.
Y en cuanto a salir fuera del territorio nacional, para el lugar que sea, es necesario un permiso estatal, permiso que además hay que pagar en divisa, aunque los salarios no son en ese tipo de moneda.
Pero además, si Estados Unidos es el enemigo -así se ha afirmado durante más de medio siglo, el poderoso enemigo-, ¿cómo se puede pensar que está obligado a aceptar las reglas del juego que le tratan de aplicar en cuestiones bilaterales desde un país antidemocrático?
El asunto parece ser insoluble, no existe punto de convergencia. Y mientras eso sea así, ni la asamblea número 66 ni ninguna otra de las Naciones Unidas resolverá nada sobre ese particular.
Entonces, una vez más habrá una cifra alta de votos a favor del levantamiento del embargo, pero de ahí no va a pasar.
fornarisjo@yahoo.com
Foto: Cámara de la Asamblea General de las Naciones Unidas (Autor: ChrisErbach/ Wikimedia Commons)
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