Chakata.
Por Martín Guevara.
Por Martín Guevara.
_Ponme un chakata y un té frío con limón- dijo Lissette justo en el momento en que yo me acerqué por detrás para hincarle los dedos índices en los riñones a modo de saludo- Tras un breve respingo, se giró soriendo y me dijo:
_ ¡ Vaya, faltabas tú!-
Me pedí dos chakatas bien fríos para evitar regresar de inmediato a pedir otro, sabiendo que el primero desaparecería con la sed-calor que hacía. Fui a sentarme a la mesa. Era la sede central de la UPEC, Unión de Periodistas y Escritores de Cuba, en una de aquellas confortables casonas señoriales en el barrio de El Vedado expropiadas al principio de la Revolución a alguna familia rica y reciclada como sede de un organismo oficial, donde los periodistas de los medios cercanos y algunos curiosos como yo asistían a dirimir asuntos de actualidad, a disipar, a interrelacionarse, auxiliados por los efluvios refrescantes del chakata, un trago-infusión, compuesto de té, limón, azúcar, ron y hielo.
En la mesa estaba Reinaldo, Bruno, Danilo, Julio, Lissette y Olguita. Estaban hablando de la mala pinta que había tenido la visita del flamante jefe de Estado de la URSS, Mijaíl Gorbachov, en la cual se notó una relación con Fidel tirante, fría y dada la cual, por primera vez desde que el Che le advirtiese sobre la traición de Moscú a la causa internacionalista y este lo desoyese olímpicamente, se le escuchó hilvanar un discurso sin la obsecuencia habitual de: ¡Viva la Patria de los Soviets!, habló sobre los tiempos que estaban por llegar y sobre la relatividad de las amistades indestructibles.
Julio y Reinaldo, eran de todos ellos los más críticos con la censura en el panorama periodístico, pero no necesariamente los más entusiasmados con los sueños de aperturas económicas, sociales y políticas que llegaban promovidas, incluso desde la misma patria de Lenin.
Han pasado los años después de aquellas conversaciones en la confortable terraza de la UPEC, discutiendo animadamente y no sin recaudos sobre la actualidad de la isla, cada uno de ellos tomó su camino más o menos aciago, algunos partieron al exilio, otros publicaron sus experiencias y fueron perseguidos, otros emigraron sin discernir públicamente y alguno como Reinaldo, tomó la senda más difícil aunque más fructífera, se quedó en Cuba rodeado de su realidad, a la que día a día ha contribuído a cambiar valiente y pacíficamamente.
En estos años formó pareja con una mujer delgada de mirada inteligente, de verbo preciso, rico, ágil, y de un coraje fuera de lo habitual, que de a poco fue conquistando un espacio vacío y vedado en Cuba, el de la opinión libre, el de la levantarse, abrir los ojos y permitir que lo que arribe al cerebro en una conjunción de sensaciones, información, deseos, fuese procesado y filtrado únicamente por el tamiz de la elocuencia, del armado del discurso, de la correlación. Un espacio que le costó salvar todos los miedos que no puede imaginar quien jamás haya intentado siquiera llevarle la contraria a los lineamientos de aquella sociedad. Reinaldo estuvo con su gran preparación intelectual y su valor al lado de Yoani y hasta tuvieron un hijo juntos.
Ella se ha convertido en famosa, luego de persistir durante largo tiempo en una sociedad vigilada por los cuatro costados, en escribir un blog que fue su seña de identidad, por la delicadeza literaria y por el atrevimiento en las temáticas, contando la vida cotidiana, el intensísimo “obstine” como llaman los habaneros al sumun del tedio, sin bajadas de línea, sin adoctrinamientos, sin posicionamientos baratos. La calificaron desde un inicio de "non grata", luego “desafecta” más tarde disidente, sencillamente porque desde aquella advertencia pública de Fidel a los intelectuales en la Biblioteca Nacional en 1961 en que advirtió: “Dentro de la Revolución todo, fuera de la Revolución nada, todo lo que no oliese a melaza revolucionaria, a sirope ideologizado o a fritura militante, era focalizado inmediatamente y luego reprimido según el grado de desacuerdo o abulia que se atreviese a manifestar.
A Yoani le tocó un clima de medidas menos drásticas y trágicas con la variedad de puntos de vista, que antes de la desaparición del campo socialista, por diversos motivos , que van desde la erosión misma de toda etapa, hasta por el cambio de época que obligó a Cuba a aggiornarse de cara a la opinión pública internacional, toda vez que se quedó sin la custodia de sus otrora mentores estalinistas y debió agenciarse otra índole de simpatías internacionales. Pero no por ello un tiempo más fácil para salir adelante con la tozudez y la temeridad que demostró al mundo entero.
Acosada por doquier, defenestrada, violentada incluso junto a su esposo Reynaldo, con mayor o menos temor, la bloguera de aspecto frágil y delicado siguió adelante con paso ejemplar, formando grupos de blogueros, amalgamando embriones de movimientos de artistas contestatarios, insuflándoles ánimos, valor, esperanzas y sacándolas también para sí, de quien sabe donde, reclamando derechos de la ciudadanía a la tecnología de cara a la información como acceso a la verdadera "integración", que no pasa por obedecer ciegamente, sino por participar en las decisiones del entorno. Yoani en estos años ha estado creando país, ciudadanía, conciencia, a la vez que creciendo en el plano individual intelectual y humanamente,
La mayoría de la gente le reconoce este esfuerzo, pero aún hay de un lado y de otro quienes no le permiten hablar cuando lo único que ha pedido es el derecho a expresarse con libertad, dentro de las mismas filas de los cubanos emigrados, existe un familiar pero nada atesorado acto reflejo de menospreciar y en cierta forma incluso atacarla, por el hecho de que hoy tenga un nada envidiable éxito, labrado con una determinación y temeridad tomados del panteón de las virtudes reservadas al más recalcitrante y atávico machismo latino, eso hace menos fácil el reconocimiento.
Gente que se fue de Cuba hace muchos años por las mismas causas que a ella la llevaron a quedarse para modificar, le critica que reciba unas presuntas cantidades de emolumentos desde el exterior. Y pienso que aún cuando yo decidiese transformarme en un nacionalista a ultranza, y le exigiese demencialmente a Yoani que sólo trabajase para medios dentro de un perímetro determinado, una vez que las autoridades le negasen subvención para su actividad, al contrario que a los propagandistas del régimen, que al partido único, que a los espontáneos manifestantes de dentro y de fuera de Cuba, entonces le concedería la gracia de que procurase el sustento de su proyecto y el suyo personal en la frontera que lo hiciese posible.
Y en mi interior Intentaría dejar fluir con libertad ese torrente que porta la admiración al valor ajeno, el reconocimiento al sacrificio, a lo obtenido en beneficio de todos.
Y si pudiese me sentaría como otrora con Reinaldo, trataría de que me contase de donde sacaron fuerzas estos años, que me narrase anécdotas de esa cotidianeidad, que me aceptase invitarlos a dos chakatas a cada uno. Más por la comodidad que por el calor.
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