martes, 29 de marzo de 2011

Con las glorias se olvidan las memorias




Escrito por Frank Cosme Valdés Quintana


Santos Suárez, La Habana,


24 de marzo de 2011


(PD) La mente humana evoluciona semejante a una semilla en terreno fértil, ó a otra en tierra áspera y rocosa. La primera, cuando germina, da buenos cultivos, capaces de ser digeridos por cualquier organismo animal. En la segunda, muy pocas se desarrollan; cuando lo hacen, son capaces de sobrevivir en las condiciones más adversas, pero muchas veces son indigeribles.

Recientemente un artículo del colega Luís Cino me hizo “riflexionar” (como decía en sorna el olvidado humorista cubano Héctor Zumbado) sobre los “nuevos ricos” que vendrían con el cuentapropismo. Aquí, como en todo, se aplica el viejo refrán “no están todos los que son, ni son todos los que están”, pues los nuevos ricos no han sido ni son todos cuentapropistas.

Habría que hacer un poco de historia de esta “involución-evolución” de pobres a ricos o de ricos a pobres que hemos tenido durante décadas en Cuba, para poder comprender un tanto la mente de muchos de estos nuevos ricos que desconciertan, no solo a los foráneos sino a sus propios coterráneos.

Si descontamos a aquellos ricos que se largaron a principios de la revolución cuando se olieron que esto era comunismo, a los que sin importarle la política les partieron “la siquitrilla” (expresión usada en los primeros años para todos aquellos a los que el estado “intervino” su negocio), o “la Nueva Clase” que posteriormente surgió, (la de los dirigentes a todos los niveles), los primeros que tuvieron el privilegio, por decirlo de alguna forma, de convertirse en nuevos ricos, fueron los marinos.

Tuvo un buen desarrollo la marina mercante cubana y sobre todo la de pesca. Los trabajadores de esta rama tuvieron el “privilegio” de salir a otros países y casi al instante comenzaron a comerciar con cuanto artículo fuera escaso, cuando no inexistente, en las tiendas de Cuba: relojes, ropa, zapatos, bicicletas. Algún que otro capitán de barco pudo traer motos y hasta autos.

Después se les sumaron los deportistas, que salían sólo cuando había competencias, los músicos, con contratos en el exterior, (que son el grupo que más se ha mantenido), y ya por último “el primer grupo de cuentapropistas”, (como insisten aquí en llamar a los trabajadores privados), que surgieron con la ley número 14 del 3 de julio de 1978, a la que algunos desmemoriados no atinan a referirse, y los “segundos y terceros grupos” que también aparecieron con la ley 141 de 1993 y esta última del pasado año.

Hay muchos tipos de desmemoriados, pero vamos a referirnos solo a aquellos que por razón de oportunismo bloquean en su mente lo que no les conviene, resultando tan indigeribles como las plantas a que hicimos referencia.

Entre todos estos referidos grupos de nuevos ricos, no todos son desmemoriados y recuerdan perfectamente las penurias que pasaron, pero hay otros, (de que los hay, los hay), que con las glorias se les olvidaron las memorias. No hay un solo cubano que no conozca este tipo de individuo, estos ya vienen etiquetados, pues son cortados por la misma tijera.

Después que se han hecho de plata, no paran de hablar de sus proezas mercantiles, sus posesiones y hasta de la cantidad de queridas que mantienen. Justifican hasta la extorsión que les hacen algunos inspectores con lo de que “también tienen derecho a luchar” y hasta se declaran amigos de los mismos. En algunas ocasiones se les oye hablar como grandes conocedores de la dialéctica Marxista y “como buenos revolucionarios” también justifican la metamorfosis que ha sufrido esta teoría en China y en Cuba. Para remachar el clavo, justifican también, “el derecho que tiene todo ciudadano por el simple hecho de ser oriundo del mismo” a montar el negocio que le venga en ganas y comprar y vender lo que se antoje, como si fuera “una conquista de la revolución”.

Cualquier hombre común en este país los identifica cuando abren la boca, no así algunos foráneos que los oyen hablar y regresan a sus países con un concepto distorsionado de lo que en realidad ocurre.

Decididamente, con estos desmemoriados, a los cuales les encaja el título de este artículo, no se puede forjar una nación. La de oportunistas y desmemoriados es una mala combinación, pero se multiplican como mosquitos en un país donde el terreno es infértil.

glofran263@yahoo.com

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